VASOS DE BARRO -VASIJAS DE DIOS
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Carlos Padilla, Junio 2012
Jesucristo le habló a Pablo, después de que cayera al suelo y le dijo: ...Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?. Él dijo: ¿Quien eres, Señor?. Y le dijo: Yo soy
Jesús, a quien tu persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón...
Hechos 9:5.
Pablo todavía no había nacido de nuevo, pero era hombre de Dios, un
vaso de barro en formación a
quien llamaría al apostolado, y ¡vaya si lo cumplió!. Pero antes de ver aquella
Luz que superaba a la del sol al mediodía, y que le dejó ciego, Pablo corría a
cumplir su objetivo. Un objetivo que para él era la voluntad de Dios, pero que
para Dios no lo era, y no porque Pablo no hubiese aprendido bien las Escrituras,
ya que lo hizo a los pies de Gamaliel, lo que hoy llamaríamos un catedrático de
Teología, donde Pablo se graduó además con una comprensión profunda. Ésta
la usaría el Señor para revelarle la verdadera interpretación, que leemos en sus
cartas y el evangelio de Lucas. Interpretación que ha sido un don de Dios para
toda la Iglesia, y para todo
creyente que viene a las Escrituras y que es, por Ellas, transformado en un
discípulo de Cristo.
Pero
Pablo era un vaso de barro en formación, todavía no había sido acabado ni puesto
en el horno para cocerse, en el horno espiritual que es la carga de nuestra
propia cruz y que emana de la Cruz de Cristo. Pero Pablo, no solo sería un buen
vaso de barro para gloria, sino una vasija de aceite de la unción para la
Iglesia hasta el día de hoy, en sus enseñanzas inspiradas por el Espíritu Santo
en la Biblia, y por una vida de ejemplo cristiano. Pablo sería instrumento útil y escogido
para el Señor. También nosotros podemos ser esos instrumentos que Dios diseña
como Alfarero, pero nuestro envoltorio, ese barro, debe ser maleable en las
manos de nuestro amoroso Padre.
Vamos
a profundizar un poco más en la fabricación de vasos de barro y de vasijas de
Dios, para comprender qué poner de nuestra parte para ser vasos para honra y
gloria de Dios, para ser discípulos eficaces de Jesucristo. La pregunta es ¿qué
tipo de vaso o vasijas somos? la respuesta de la Palabra es: ...Dirá el vaso de
barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así?... Romanos 9:20. La respuesta
individual de Dios está más cerca de lo que pensamos si Le dejamos
llenar nuestras almas del Espíritu Santo, y de Su aceite de la unción.
DEL TORNO AL HORNO
Por
todos es sabido que el alfarero pone el barro en un torno con una rueda que hace girar
mientras le da forma al vaso, o a la vasija de barro, Jeremías 18:3. Esa pieza
de barro necesita agua
para mantener su flexibilidad y recibir la forma que el alfarero quiere. Del
mismo modo la vida cristiana necesita el agua viva del Espíritu para ser
moldeada. ¡Señor tengo sed de ti!, clamará el alma cristiana. Una vez el vaso o la
vasija está acabada es puesta en un horno para que solidifique. Si, como las
piezas de barro, en nuestra vida cristiana nos hemos puesto en manos del Señor y
nos hemos dejado formar bien, tras salir del horno ya podemos ser útiles para la
gloria de Dios. Si por el contrario nos endurecimos y no dejamos trabajar a Dios
ni recibimos el agua, tenemos que ser quebrados y amasados de nuevo. Tenemos que
ir, como en otra parábola, al taller del
carpintero para que repare la madera de nuestra vida, quebrada, astillada,
carcomida, para ser cepillados, reparados, encerados, y aplicados el aceite. Y
de vuelta al Alfarero, vemos que Dios no pone en el
horno vasos o vasijas sin terminar o secas y endurecidas.
¿Cuántas veces vamos en nuestras vidas adelante en nuestros proyectos, con toda
diligencia, pero éstos son opuestos a la voluntad de Dios, o no los llevamos a
cabo
en el tiempo de Dios?, y nos
para de golpe, nos tiene que tirar al suelo, o quebrarnos, como hizo con Pablo,
como vimos al principio. El cristiano, sin embargo debe velar
constantemente "velad sin cesar" en su relación personal con Jesucristo, para que el Espíritu
Santo le hable a su corazón y reciba la bendición del Padre, la dirección
inequívoca de aquello que hace con su vida. Dios nos pone en el camino de la Gran Comisión
si somos utensilios acabados en
virtud de poder llevar el agua, el aceite o el trigo.
No piense quien no deje a Dios trabajar en su vida que será para usos
honrosos.
La
obediencia es un pilar fundamental de la relación personal con Dios para llegar
a ser vaso de honra. Como Padre
nuestro, al que decimos siempre "hágase tu voluntad", es lo consecuente en
nuestra relación con Él, hacer aquella voluntad que nos corresponde. Oswald
Chambers comentaba sobre el Salmo 25 en referencia a la relación con Dios,
como nuestro Padre, que conoce todos los detalles de nuestras vidas,
individualmente, se regocija en compartir con nosotros los gozos y las alegrías
Suyas, pero ¿Le dejamos que nos hable, o llenamos todo el tiempo con nuestras
oraciones?.
Al principio de nuestra vida con Dios tenemos muchas preguntas y
súplicas, pero cuando maduramos en la relación, la mayor prueba de amistad con
el Señor es compartir nuestros gozos y alegrías, no solo pedir y pedir. Los vasos de barro que somos,
aunque frágiles ante la magnitud de nuestro Hacedor, contenemos el agua de vida
de Dios, y en esa vida está la amistad con Su Hijo Jesús.
Dios
es fuego consumidor, dice la Escritura en Hebreos 12:29, y por lo tanto si hemos sido bien
hechos en Sus manos, si hemos buscado nuestro propósito en manos de Dios, a
quien podemos preguntar hasta encontrar la respuesta, podremos venir a ese
fuego de Su templo, a ese horno de solidificación del barro para bendición
que es Su presencia.
DEL FUEGO A LA MISIÓN
Como vasos de honra para agua y vasijas de honra para aceite, como en la
historia de Elías
y la viuda de Sarepta, estamos para llevar
estos dones a la iglesia y al mundo, a un prójimo que no conoce a Dios pero que
Le necesita, aunque no lo sepa. Así, nosotros estábamos sin Dios en el mundo,
pero cuando fuimos llamados, fuimos puestos para honra, para llevar la gloria de
Dios en vasos de barro al mundo:
...Porque irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios... Romanos 11:29.
Ahora
bien, si no oímos a Dios, si respondemos al llamado de la Gran Comisión una vez
somos salvos, tras el
nuevo nacimiento, si nuestro envoltorio de barro lo hacemos endurecer se convierte en una
vestidura hipócrita, soberbia, contraria a la voluntad del Alfarero, y nuestro
Hacedor llegará a quebrar el vaso y desecharlo. En esta línea acusaba Jesús a
escribas y fariseos llamándoles ¡hipócritas!, sepulcros blanqueados, que por fuera
se muestran hermosos, mas por dentro estaban, y están hoy, llenos de huesos de
muertos y toda inmundicia; que limpian lo de afuera del vaso.
Generación de víboras, ¿cómo escaparéis de la condenación y del infierno?. Mateo
23. Así también era la predicación de su primo Juan el Bautista, cuando les
decía a los mismos: "...¿Quien os enseñó a huir de la ira venidera?..."
Mateo 3:7. Esa ira de la que huyen y esa que lleva a la condenación y al
infierno, es la que
quiebra el vaso de barro endurecido.
Un
vaso hecho de barro, pero de otra clase, de otra composición química-espiritual,
aunque polvo somos y al polvo volveremos, y el barro es polvo y agua, ese otro
barro es el barro del pecado, el fango seco puesto en el horno, pero no en el
horno de Dios, sino en el de una vida madurada en la obcecación y la soberbia,
lejos de Dios. Una vida que no ha partido del "arrepentíos", sin reconciliación,
sin nuevo nacimiento. O incluso algunos que se dicen creyentes, sin leer y estudiar la Biblia, sin oración íntima y
profundamente con Dios, sin predicar ni dar testimonio al prójimo, sin buenas obras a
su alcance por amor al prójimo, sin convivir con la iglesia, y sin tantas
cosas de la vida cristiana. Cuando no se vive la vida que Jesucristo nos enseñó,
Dios tiene que quebrar el vaso de barro de nuestro "hombre viejo" y poner
nuestra alma en un nuevo vaso de barro limpio que esta vez será puesto en Su horno, tras
el arrepentimiento.
Los
vasos para ira, son aquellos que se
oponen a Dios, los enemigos del Espíritu, los que están a merced del diablo, de
su potestad en las tinieblas de este mundo. Sus vidas son para ira porque no
obedecen a Dios, pierden el tiempo, viven buscando los placeres de la vida
mundana, el dinero, el engaño de una felicidad falsa y temporal, etc. No dudan en
hacer daño para conseguirlo, odian, matan, engañan, son fornicarios y adúlteros,
idólatras, impíos, inmisericordes, para los cuales la condenación no se tarda.
Unas vidas que solo sirven para construir la sociedad impía que vemos a nuestro
alrededor, donde abunda el hambre, la injusticia, la falsa religión, la
abominación, una esclavitud para la gloria del mundo, no de Dios, una vida en la
que solo están fabricando
ladrillos para el faraón. Pero esto es lo que éramos todos antes de conocer
a Cristo, y por la gracia inmerecida de la misericordia, piedad y compasión de
Dios, hemos sido rescatados de otro horno, el del infierno, y hechos hijos de
Dios por el poder de la Cruz de Cristo, para Su gloria. Porque antes de ser
crucificado y resucitar, Jesús dijo: ...Estas cosas os he hablado para que en mi
tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al
mundo. Juan 16:33.
Así
que
nosotros somos de los que se dejan formar por Dios, de los que
responden a Su llamado, pues el llamado de Dios es irresistible,
porque Su amor nos sobrepasa, y porque confiamos por la fe en que Él es nuestro
Hacedor. Y la misericordia triunfa sobre el juicio, y esa misericordia está en
el corazón cristiano, reformado por Dios. Sí, fuimos predestinados para servir a
Dios y alabarle, y disfrutar de Su amor y Su presencia por su Gracia
irresistible, porque Dios nos conoció antes de la fundación del mundo, porque
Dios es omnipresente y eterno. Así fue escogido
Simón de Cirene para ayudar
a llevar la Cruz a Jesucristo, y los hijos de este Simón son contados como
discípulos: Marcos 15:21 y Romanos 16:13. Del mismo modo que el hecho histórico
de la existencia del Sacro Imperio Romano Germánico en manos de Carlos I de
España y V de Alemania, facilitaría que la Reforma Protestante llegara a todos
los países que lo componían, a pesar de los abominables crímenes de los autos de
fe de la "Santa Inquisición" que al principio la aplastaron en algunos países,
pero que a la postre Jesucristo le abriría las puertas. Hoy la Biblia en todas
las lenguas vernáculas inunda la tierra, todas las naciones, y es cada año el
Best Seller número 1.
Todos estos conceptos
sobre la predestinación, doble predestinación y libre albedrío, provocaban grandes debates en los
tiempos de la Reforma, y aún hoy los provocan entre la iglesia. Si la
doctrina reformada no es más que volver a la Biblia, ¿por qué hubo tantas
luchas? Porque ellos no tenían la Biblia como nosotros la tenemos, hasta que se tradujo, hasta que se
regresó a ella, hasta que se estudió de forma libre, sin los dogmas de la
tradición de hombres de religión. Pero antes de la Reforma surgieron ya algunos
focos, en
distintos lugares y siglos antes que ya habían recibido la revelación del
Espíritu del Evangelio y del Avivamiento. Antes, durante y después de Lutero,
quien no tiene la
exclusiva de la Reforma, ya hubo traducciones de parte de la Biblia, sobre todo
al latín. Pero Lutero fue quien recibió el llamado a traducir a la lengua del pueblo,
circunstancia que dio
el gran cambio a la situación. Luego Reina y Valera al español, y Tyndale al
inglés, junto con Lutero al alemán, cambiarían el mundo para siempre. ¿Cuántos nos
hemos convertido leyendo la Biblia?.
Las tres solas luteranas y las dos más
añadidas y de origen
calvinista forman las cinco solas de la Reforma: Sola Scriptura, Sola Gratia,
Sola Fide, Solus Christus, Soli Deo Gloria.
Este
fruto del fuego de Dios en la Reforma dio estos pilares fundamentales de la
doctrina reformada.
Sola Scritptura: Solo
la Escritura es la autoridad divina para la salvación, y las tradiciones y otros
libros no pueden contradecirla ni equipararse, por mucha tradición o antigüedad
que puedan tener.
Sola Gratia: Solo
la Gracia de Dios nos da la salvación por la obra del Hijo en la Cruz.
La Gracia de Dios es el origen del perdón. No conocemos el pecado sino conocemos
la Gracia. No por el sentimiento de culpa nos convencemos.
Sola Fide: Solo
la fe en esa obra del Hijo es suficiente para la salvación, y el hombre no puede
ganarla por sus méritos, buenas obras u obras de la Ley de Dios. Las buenas
obras son por amor al prójimo, no como mérito para salvarnos. Hagámoslas, pues,
por los demás - no por nosotros.
Solus Christus: Solo
Cristo es el mediador, el salvador, el redentor del hombre para vida eterna.
Soli Deo
Gloria: Solo
a Dios la gloria, nuestra vida cristiana, todo lo que hagamos ha de ser solo
para Su gloria. Dios es quien nos creó, amó y salvó.
Esto
prediquemos siempre y en todo lugar llevando el fuego de la misión del Evangelio
en la Gran Comisión, en la instrucción de Hechos 1:8, desde que ha venido sobre
nosotros el Espíritu Santo, desde Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta
lo último de la tierra.
DE LA MISIÓN
AL REINO DE DIOS
Una vez hemos alcanzado la
vida de bendición y misión para la que Dios
nos hizo, podemos caminar de Su mano
confiados y gozosos, esperando nuestra
redención para el Reino de Dios, aunque
tengamos que esperar algún tiempo en esta
vida. Y es de mucha bendición vivir
sirviendo a Dios y al prójimo, como dijo el
apóstol: ...Porque para mí el vivir es
Cristo, y el morir es ganancia. Filipenses
1:21. Pero
también nos llena de esperanza sobre la muerte y resurrección del cuerpo al
anunciarnos que iba a preparar moradas/mansiones para nosotros y regresar. Esas
mansiones o moradas son los nuevos vasos del Espíritu, nuestros nuevos cuerpos
celestiales y eternos, que no enferman, ni envejecen, que no mueren sino que son
Templo del Dios vivo.
Los vasos y
las vasijas son almas escogidas por la
gracia de Dios. Recipientes espirituales hechos para llenarse del
Espíritu de Dios. Nuestra alma, que es Su
templo, llena del agua del Espíritu y del
aceite de la unción. En este vaso está el agua que quita la sed, el agua viva de
Cristo que llena ésta alma que se ha entregado a Él.
Con el aceite puesto en la lámpara del
corazón, la luz de Dios ilumina nuestra vida
para vida eterna, como en la historia de las
diez vírgenes.
El barro es
el alma ablandada por el
Espíritu de Dios para recibir el Evangelio.
La tierra que se mezcla con el agua,
nuestra tierra, es nuestra alma y el agua es
la Palabra de Dios. Cuando
se está en el barro es que Dios está
preparando la tierra para que reciba bien la
semilla; el Evangelio de la Cruz de
Cristo, pero el alma ha de aceptar esa agua para
ablandarse y así poderla recibir en la profundidad. Si la tierra
está dura, la semilla rebota y no profundiza. Esta
nueva tierra ya blanda y hecha barro, es el
material del que Dios hace nuestros vasos,
nuestras almas
para contener Su tesoro: Su Espíritu.
Como
cristianos que llevamos agua y aceite de Dios nos vestiremos con la
Vestidura Espiritual de la Unción, para compartir, disfrutar y servir a los
hermanos, porque ellos son el Reino de Dios en la tierra hasta que venga lo
perfecto. Como el Salmo 133 haremos y disfrutaremos, como vasijas del
Espíritu.
Y
finalmente, como nos anuncia la profecía de Apocalipsis, emanaremos aceite
profético como los dos olivos del capitulo 11, versículo 4, que son los dos
testigos del tiempo final, antes de la manifestación de Cristo en las nubes,
"...y todo ojo Le verá..." Apocalipsis 1:7. Llevaremos la Palabra de Dios no
adulterada con tradiciones, denominaciones y otras levaduras humanas.
Proclamaremos la sana doctrina de la Cruz de Cristo que emana la salvación de la
Gracia de Dios, por la fe en la obra de Jesucristo, y encenderemos el fuego de
la presencia de Dios y la esperanza del Reino de Dios, para Su gloria hasta Su venida.
TEXTOS
BÍBLICOS
...Mas
antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios?
¿Dirá el vaso de
barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? 21¿O no tiene
potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para
honra y otro para deshonra? 22¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su
ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira
preparados para destrucción, 23y para hacer notorias las riquezas de
su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que
él preparó de
antemano para gloria, 24a los cuales también ha llamado, esto es, a
nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles?. Romanos 9.
...Una
mujer, de las mujeres de los hijos de los profetas, clamó a Eliseo, diciendo: Tu
siervo mi marido ha muerto; y tú sabes que tu siervo era temeroso de Yahweh; y
ha venido el acreedor para tomarse dos hijos míos por siervos. 2Y
Eliseo le dijo: ¿Qué te haré yo? Declárame qué tienes en casa. Y ella dijo:
Tu
sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite. 3El le
dijo: Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías,
no pocas. 4Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas
las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte. 5Y se fue la
mujer, y cerró la puerta encerrándose ella y sus hijos; y ellos le traían las
vasijas, y ella echaba del aceite. 6Cuando las vasijas estuvieron
llenas, dijo a un hijo suyo: Tráeme aún otras vasijas. Y él dijo: No hay más
vasijas. Entonces cesó el aceite. 7Vino ella luego, y lo contó al
varón de Dios, el cual dijo: Ve y vende el aceite, y paga a tus acreedores; y tú
y tus hijos vivid de lo que quede. 2Reyes 4.
...Palabra
de Yahweh que vino a Jeremías, diciendo: 2«Levántate y desciende a
casa del alfarero, y allí te haré oir mis palabras». 3Descendí a casa
del alfarero, y hallé que él estaba trabajando en el torno. 4Y la
vasija de barro que él hacía se echó a perder en sus manos, pero él volvió a
hacer otra vasija, según le pareció mejor hacerla. 5Entonces vino a
mí palabra de Yahweh, diciendo: 6«¿No podré yo hacer con vosotros
como este alfarero, casa de Israel?, dice Yahweh.
Como el barro en manos del
alfarero, así sois vosotros en mis manos, casa de Israel. 7En un
instante hablaré contra naciones y contra reinos, para arrancar, derribar y
destruir. 8Pero si esas naciones se convierten de su maldad contra la
cual hablé, yo me arrepentiré del mal que había pensado hacerles, 9y
en un instante hablaré de esas naciones y de esos reinos, para edificar y para
plantar. 10Pero si hacen lo malo delante de mis ojos, no oyendo mi
voz, me arrepentiré del bien que había determinado hacerles. Jeremías 18.
...Entonces
el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas,
salieron a recibir al esposo. 2Cinco de ellas eran prudentes y cinco
insensatas. 3Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo
aceite; 4mas las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente
con sus lámparas. 5Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se
durmieron. 6Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el
esposo; salid a recibirle! 7Entonces todas aquellas vírgenes se
levantaron, y arreglaron sus lámparas. 8Y las insensatas dijeron a
las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan.
9Mas las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras
y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas.
10Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo;
y las que estaban
preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 11Después
vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! 12Mas
él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco. 13Velad,
pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir.
Mateo 25.
...Y él os dio vida a vosotros, cuando
estabais muertos en vuestros pecados, 2en los cuales anduvisteis en
otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la
potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia,
3entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en
los deseos de nuestra carne y de los pensamientos, y
éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. 4Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su
gran amor con que nos amó, 5aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio
vida juntamente con Cristo (por gracia sois
salvos), 6y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús, 7para
mostrar en los siglos venideros las
abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; 9no por obras,
para que nadie se gloríe. Efesios
2.
DISCÍPULOS
EN LA HISTORIA DEL CRISTIANISMO
QUE FUERON VASOS Y VASIJAS
PARA HONRA
Pedro
y Pablo fueron formados en el torno de Dios, re-amasados del judaísmo hasta
dejar el gran legado apostólico a la Iglesia hasta hoy. Mártires, como la
primera iglesia, hermanos muertos en los circos hasta los tiempos de
Constantino, sufrieron otro horno, el del martirio, pero éste lleva a la
presencia de Dios. Fueron vasos y vasijas de barro para honra y gloria de Dios.
Ireneo, Clemente, Tertuliano, Orígenes fueron formados en el torno de Dios,
re-amasados de la iglesia inicial hasta dejar el gran legado de las bases
doctrinales como maestros en un mundo en construcción, pero base de los
concilios que forjarían la ortodoxia de la fe. Fueron vasos y vasijas de barro
para honra y gloria de Dios.
Agustín de Hipona fue formado en el torno de Dios, re-amasado de la filosofía
de Platón
hasta dejar el legado teológico que influiría a la Iglesia hasta hoy: La Ciudad
de Dios.
Tomás
de Aquino fue formado en el torno de Dios, re-amasado de la iglesia Católica y
la vida monástica, y aunque forjado en Aristóteles, supo trabajar hasta dejar otro legado teológico que influiría a la Iglesia
hasta hoy acercándola a una fe mas comprensible y filosófica: Suma Teológica,
comparada esta obra a una catedral gótica. Estos dos gigantes de la fe, Agustín
y Tomás, acercarían la fe cristiana al mundo filosófico, al platónico y al
aristotélico. Fueron vasos y vasijas de barro para honra y gloria de Dios.
Martín Lutero fue formado en el torno de Dios, re-amasado de la iglesia Católica
hasta iniciar el gran legado de la Reforma Protestante, del horno de Dios. Antes
que él, otros hermanos lucharon por reformar la Iglesia en sus desviaciones,
tanto teológica, de forma de vida y de orden, como Wycliff y Huss. Otros como el
cardenal Cisneros, aportarían la Biblia Políglota Complutense, antes que Lutero.
Pero sería la traducción a las lenguas vernáculas las que recibirían la
bendición de Dios. Tras el alemán, vendrían todas las demás como la inglesa del
Rey Jaime, y luego la española Reina-Valera. Fueron estos hermanos vasos y
vasijas de barro para honra y gloria de Dios.
Juan
Calvino fue formado en el torno de Dios, re-amasado de la iglesia Católica hasta
dejar el gran legado de la Institución de la Religión Cristiana, el manual de la
teología reformada, procedente del horno de
Dios. Fue vaso y vasija de barro para honra y gloria de Dios.
John
Wesley fue formado en el torno de Dios, re-amasado de la iglesia Anglicana hasta
dejar el legado de la iglesia Metodista, basada en el pietismo, los moravos y el
Gran Avivamiento. Los pobres, la fe viva del nuevo nacimiento, la predicación de
esa fe viva y manifiesta al aire libre. La ordenación de laicos que fueran
escogidos por el Espíritu en lugar de por tradiciones. Con su hermano Charles compositor de
miles de himnos, fueron vasos y vasijas de barro para honra y gloria de Dios.
Billy
Graham y su ministerio de evangelismo, fue formado en el torno de Dios,
re-amasado de la iglesia local a predicar en el mundo entero y dirigir misiones
en el ultimo tiempo por La Gran Comisión. Un vaso y vasija de barro para honra y
gloria de Dios.
Todos estos y muchos
otros que ahora no podemos mencionar, con sus errores y defectos, con las
limitaciones de sus mentes, sus circunstancias y sus denominaciones, fueron
usados por Dios como vasos de honra por una razón: la sinceridad de su fe y la
obediencia a Dios. Todos fueron puestos en el horno de Dios, y Dios hizo de
ellos los vasos y vasijas que llevaran aquella agua, aceite y trigo que en cada
época la Iglesia podía llevar y recibir.
CONCLUSIÓN
Ud. y
yo hermano/a, también con nuestros errores, defectos, influencias de la sociedad
y denominación que sea, pero con corazón puro y fe sincera, y obedeciendo a
Dios, hemos sido, somos y seremos formados en el torno de Dios,
re-amasados de allí donde vengamos hasta ser hechos aquellos vasos de barro para
honra y vasijas de agua, trigo y de aceite para la unción que Dios nos de. Como
Creador del universo, ese otro vaso de barro en que vivimos temporalmente y que
será también puesto en el horno de fuego de Dios, la vida del hombre no
encuentra a Dios por
evolución sino
por creación y
diseño
inteligente de la ciencia de Dios, no nuestro. No nos podemos hacer a
nosotros mismos para Dios. El Espíritu Santo
llenará siempre nuestra vasijas-almas y mientras seamos formados por Él, proveerá las
fuentes de agua viva de nuestro interior, siempre y cuando velemos y vengamos a
las vigilias del Señor.
El
horno de Dios está en Su presencia, porque Dios es fuego consumidor. Si de
corazón servimos al Señor, también nosotros seremos como fuego del Espíritu,
bautizados en Espíritu Santo y fuego, como anunciaba Juan Bautista, Mateo 3:11.
Jesús dijo que vino a echar fuego en la tierra, "...¿y qué quiero si ya se ha
encendido? De un bautismo tengo que ser bautizado; y ¡cómo me angustio hasta que
se cumpla!". Lucas 12:49, 50. Así también el cristiano.
Somos de barro,
hechos para un propósito, pero el barro es una alegoría que nos revela nuestra
fragilidad y dependencia de nuestro Creador y Padre. Pablo decía que por la
gracia de Dios era lo que era, e inspirado por el Señor nos dejó escrito: ...Y
si nuestra morada terrestre, este tabernáculo se deshiciese, tenemos de Dios un
edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. Y por esto también
gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial...
2Corintios 5:1.
La
intimidad con Dios es la fuente de la Gracia que nos consolida diariamente, el
fuego del horno que nos hace vasos y vasijas de Dios para honra, hasta
que venga el Hijo y nos lleve a Su Reino eterno. A Él sea la gloria por toda la
eternidad. Amén.
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