1
Viendo la
multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2Y
abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
3
Bienaventurados
los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
4Bienaventurados los que lloran,
porque ellos recibirán consolación. 5Bienaventurados
los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
6Bienaventurados los que tienen
hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
7Bienaventurados los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia. 8Bienaventurados
los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. 9Bienaventurados
los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10Bienaventurados los que padecen
persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.11Bienaventurados
sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal
contra vosotros, mintiendo.
12Gozaos y alegraos, porque vuestro
galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que
fueron antes de vosotros.
Lucas
6
20
Y alzando los
ojos hacia sus discípulos, decía:
Bienaventurados vosotros los pobres, porque
vuestro es el reino de Dios. 21Bienaventurados
los que ahora tenéis hambre, porque seréis saciados. Bienaventurados los que
ahora lloráis, porque reiréis. 22Bienaventurados
seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os
vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre.
23Gozaos en aquel día, y alegraos,
porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus
padres con los profetas.
24
Mas ¡ay de
vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo. 25¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados!
porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis
y lloraréis. 26¡Ay de
vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros! porque así hacían
sus padres con los falsos profetas.
Lo primero que nos debe llamar la atención es la diferencia
entre como es descrito el inicio de la historia en el modo en que Jesús comienza
a hablar. Mateo escribe: "...y abriendo Su boca les enseñaba, diciendo". Lucas
solo escribe: "...decía". Uno podría decir que es una obviedad que para hablar
es necesario abrir la boca. Pero ese es un pensamiento racional de la mente
Gentil. Si profundizamos un poco en la mente espiritual, la Mente de Cristo,
hablando a una congregación Judía tradicional, es decir, religiosa de aquel
tiempo, entonces veremos que abrir uno la boca para hablar las cosas celestiales
debe tener autoridad, porque son palabras con poder para salvar almas, no es
vocabulario ordinario. Por lo tanto para que podamos evangelizar diariamente
debemos haber orado y estar ungidos, además de tener un profundo conocimiento de
la Biblia. Así que, oremos y trabajemos para que podamos abrir nuestras bocas.
Mateo habla del Reino de los Cielos, mientras
que Lucas habla del Reino de Dios. Mateo se dirige a los judíos y su tradición
prohíbe mencionar o escribir el nombre de Dios, es por ello que se usaba Adonai
"el Señor", y Reino de los Cielos, en lugar de Reino de Dios. Lucas se dirige a
los gentiles, todas las naciones, y no hay tradición para no poder referirse a
Dios, o usar el nombre de Dios, Yahweh, Jehová, o YHWH. Es, pues, el mismo
Reino, el de los Cielos que el de Dios.
Mateo habla de pobreza espiritual, pues es
patente que un buen judío religioso busca la riqueza de conocer a Dios. Esto
incluye, para un judío, no solo la pobreza de recursos, de pan físico, sino la
pobreza del alma nuestra de no tener espiritualmente una relación con Dios, porque a
ambos, al pan de la carne y al pan del cielo los considera provisiones de Dios. Mientras el gentil primeramente se verá más
asociado primero a un Dios que socorre al pobre, luego si cree y profundiza en
la fe,
buscará la riqueza del Alimento
Sólido del Espíritu de Dios.
Del mismo modo Mateo se refiere al hambre y
sed de justicia, mientras Lucas lo hace sobre el hambre, sin especificar. El
buen judío busca la justicia de Dios en su vida, mientras el buen gentil buscará
primero un Dios que provee de pan al hambriento. Luego si cree y profundiza en
la fe, del
mismo modo buscará comer de la Biblia para saciar su hambre y sed de Dios, el
resto de su vida.
Mateo habla de consolación a los que lloran,
mientras Lucas habla de reír. La risa pública no es bien vista en la tradición
de la Torá, pues se asocia a vida pecaminosa y desenfreno, vida de pecado
pagano, mientras que los gentiles lo interpretan como felicidad.
Los dos Textos coinciden en la persecución que
recibimos, judíos y gentiles, si nacemos de nuevo y somos discípulos del Mesías,
del Cristo.
Pero Mateo incluye cinco Bienaventuranzas más que Lucas,
debido a su interés en alcanzar con el Evangelio a los judíos. Éstas son
especialmente referenciadas en el Antiguo Testamento. Bienaventurados los
mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad, (está en el Salmo 37:11).
Los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia, (una de las
características por las que se conoce a Dios, Yahweh, ...porque para siempre es
Su misericordia... Salmo 100:5). Los de limpio corazón, porque ellos verán a
Dios, (está en Salmo 24:4). Los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos
de Dios (...La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy como el mundo la da...
Juan 14:27. Shalom y Jerusalén
"Yerushalayim" son palabras cuya raíz es paz, el saludo de la paz y la plenitud
de toda bendición de Dios, y la ciudad de la esa paz. Y los que padecen
persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos,
(está en 1Pedro 3:14).
Si nos damos cuenta, el buen judío está estrechamente
vinculado a estas cinco características por la Ley, la Torá. Ser manso,
misericordioso, de limpio corazón, pacificador, pero además, y la historia lo
atestigua, perseguido. Todas estas son características del Mesías Yeshua.
Judíos o gentiles, todos estamos llamados a hacer nuestras
las nueve Bienaventuranzas, nueve como la Menorah de nueve brazos, que esté
encendida en los corazones de los que aman a Dios y a Aquel que es Su Palabra,
nuestro Señor Jesucristo, Su Hijo amado, Yeshua.
Los dos Textos también coinciden al terminar en
la bendición final sobre nuestro gozo por causa de nuestro galardón en el Reino
de Dios, si vivimos la buena vida de la fe en Cristo.
LA IMPORTANCIA DE LAS
BIENAVENTURANZAS
Las Bienaventuranzas, como vimos al principio,
son enseñanzas que forman parte del
Evangelio de Jesucristo, el del Reino de Dios. Son piezas clave para entrar
en ese Reino, y la salida de un mundo que, gobernado por el hombre influido por
Satanás, ha sido y es un fracaso, y va a su destrucción. La buena noticia o
Evangelio, es que Dios tiene un plan de salvación para la humanidad, para los
que creen en Su Palabra, y ese plan nos da entrada por la fe en la obra de Su Hijo en la Cruz del Calvario.
¿Por qué es necesario creer en la muerte de
Jesucristo en la Cruz del Calvario? Porque Su muerte es la expiación de nuestros
pecados, y del pecado original: nuestra separación del Padre, no
amar a Dios, no vivir nuestra vida con Él, quien nos ha dado la vida, el alma, el espíritu,
y la existencia.
Las Bienaventuranzas nos han dado las
siguientes indicaciones de como ha de ser nuestro carácter y nuestra vida, como
discípulos de Jesús:
Somos bienaventurados cuando somos pobres en
espíritu; cuando lloramos; si somos mansos; cuando tenemos hambre y sed de
justicia; si somos misericordiosos; si es limpio nuestro corazón; si somos
pacificadores; si padecemos persecución por causa de la justicia; y cuando por
Su causa nos vituperen y nos persigan, y digan toda clase de mal contra
nosotros, mintiendo.
Entonces, nuestro es el Reino de los Cielos;
recibimos consolación; recibimos la tierra por heredad; somos saciados;
alcanzamos misericordia; vemos a Dios; somos llamados hijos de Dios; nuestro es
el reino de los cielos; y podemos gozarnos y alegrarnos, porque nuestro galardón
es grande en los cielos.
¿Cree Ud. esto? ¿Cree ser heredero del reino de los cielos,
ahora y en la eternidad?, ¿Es Ud. consolado por Dios, y recurre a Él para ello?,
¿Está recibiendo por heredad la tierra prometida en las almas de su prójimo
cuando reciben el Evangelio que Ud. les trae por la predicación y compartiendo
el testimonio de su vida con Dios, y cree que recibirá la nueva tierra por
heredad?, ¿Recibe la misericordia de Dios, al tiempo que es misericordioso?, ¿Ve
Ud. a Dios en su vida?, ¿Se considera hijo de Dios?, ¿Cree ser heredero del reino de los cielos?, ¿Se goza Ud. y se alegra porque
su galardón es grande en los cielos?
Pues todos estos logros no son por sus
méritos, sino por los de Cristo en la Cruz del Calvario. Recibirlos por la fe
está en sus manos. Él dio Su vida para que Ud. reciba toda esta bendición. ¡Recíbala! en
el nombre de Jesucristo, para gloria de Dios Padre.
Porque ¡ay de vosotros, ricos! porque ya
tenéis vuestro consuelo. ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados! porque
tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y
lloraréis. ¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!
porque así hacían sus padres con los falsos profetas.
En tiempos de crisis económica, de pobreza incluso en el primer
mundo, con la sociedad destruyéndose, con la juventud abandonada por su padres,
sin valores, por gobernantes ricos en su cómoda posición, y cuando muchas
iglesias de toda denominación siguen adormiladas con respecto a la Gran Comisión
y a la Regla de Oro, es cuando las Bienaventuranzas harán la diferencia entre el
mero creyente y el verdadero
discípulo.
Los ricos en dinero, y en espíritu, los que
creen que no necesitan nada de Dios ni de sus hermanos, ni familiares, se apacientan a
sí mismos. Los que están saciados en su propia obra, vida, logros, lean la
historia de Job, porque tendrán hambre y sed de Dios, y sin humildad no se ve a
Dios, sin un corazón limpio no se Le ve. Los que ríen disfrutando de las
bendiciones sin considerar a los que no tienen, lamentarán y llorarán. Pero el problema es que
éstos, como el rico de la parábola del Rico y Lázaro,
nunca más saldrán de allí, donde es el lloro y crujir de dientes, el infierno,
Lucas 16:19-31 y Mateo 25:31-46 porque no tuvieron misericordia de los que
tenían hambre, sed, desnudez, enfermedad o prisión.
Los que solo buscan que hablen bien de ellos en lo políticamente y
religiosamente correcto, porque ellos reciben la falsa enseñanza que les lleva a
la muerte espiritual de sus religiones sociales, muertas al Espíritu. Y esta es
la enseñanza del Maestro en Sus Bienaventuranzas.
CONCLUSIÓN
Las Bienaventuranzas nos dan un soporte y una
llamada de atención para no dormirnos en nuestra vida espiritual. Jesús oraba
con Pedro y los apóstoles. Éstos se durmieron. Nosotros tenemos los recursos de
la enseñanza del Maestro bueno, la buena y viva enseñanza del
fuego del Espíritu, de la
que forman parte las Bienaventuranzas. Si en nuestra oración diaria, cada vez
que buscamos ver a Dios, rogamos que nos sea concedido el don de hacer nuestras
estas enseñanzas, así como otras, que son
virtud para nosotros en nuestra
vida diaria, no nos dejarán ni dormirnos, ni estar sin fruto en cuanto al Reino
de Dios, ni nos dejarán caer jamás de la fe. Es en las
Disciplinas Espirituales
y en el trato a nuestros hermanos y al prójimo que andaremos por el Camino recto
hasta la venida del Reino de los Cielos, donde nuestro galardón es grande.
En amor de Dios, el afecto fraternal, el Gran
Mandamiento, la Regla de Oro,
y la Gran Comisión son nuestra misión y nuestra vida, son el
oro, el incienso y la
mirra para nuestro Salvador y Señor. Cuando venga el Esposo a buscar a las vírgenes,
esas almas que Le esperan con aceite producido en nuestro particular Getsemaní
de la oración diaria y de la vida de esfuerzo en la fe, nos hallará esperándole
en buenas obras,
y nos dirá: ¡Venid benditos de mi Padre, porque... Mateo 25:31-46! También
confirmado en Apocalipsis 7:16-17 ...Ya no tendrán hambre ni sed... ...porque el
Cordero que está en medio del Trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de
aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. Así pues gocémonos y
alegrémonos en el gozo del Señor, y entremos en Su reposo, en el nombre de
Jesucristo. Amén.