BETANIA
Y EL MONTE DE LOS OLIVOS
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Carlos Padilla. Septiembre 2016
Betania y el
Monte de los Olivos esconden una cantidad de eventos profundos y espirituales de
nuestro Señor Jesucristo que merecen nuestra profunda dedicación. Esta pequeña
aldea, en realidad era parte de la zona conocida como Monte de los Olivos, en
cuya ladera occidental se encontraba un lugar especial conocido como Getsemaní o
huerto de los olivos. En la ladera oriental estaba la aldea conocida como la
casa de los hermanos Lázaro, Marta y María, donde Jesús estuvo con sus
discípulos. También allí, en casa de Simón, el leproso, fue ungido el Señor por
María con una libra de perfume de nardo puro de mucho precio, Juan 12:3. Cerca
de Betania, en un lugar del Monte de los Olivos se produjo la Ascensión de
Cristo, pero también será en un lugar de este monte donde en el tiempo del fin
se producirá la venida de Jesucristo, Zacarías 14:4, como el mismo Señor reveló
a Juan en Apocalipsis 1:7 estando en la
Isla de Patmos.
A medida que la
vida de nuestro Señor se iba acercando a su momento culminante, en Su ministerio
de unos tres años, el Monte de los Olivos, y sus lugares emblemáticos se
convertirían en columna vertebral en Su peregrinación, desde el comienzo y tras
resucitar a Lázaro en Betania, hasta beber la Copa del Nuevo Pacto en Getsemaní,
hasta la Ascensión de Jesucristo en la parte alta del Monte de los Olivos. Y es
que este monte no es muy grande y estos lugares se pueden recorrer en minutos,
unos de otros. Estos cuatro eventos en estos cuatro lugares forman cuatro puntos
cardinales del Camino de Su ministerio, que junto con los ocurridos en
Jerusalén, Belén y Galilea tienen un significado espiritual para nuestras vidas.
BETANIA. LA CASA DE LÁZARO, MARTA Y MARÍA
Según el
Diccionario Bíblico Ilustrado, CLIE, Betania significa “casa de dátiles o de
higos” nada mal para un lugar de reposo y restauración en el camino. Si lo
miramos espiritualmente hallamos dos alimentos fundamentales. Los dátiles son el
alimento del desierto, pequeños, pero muy nutritivos, como un versículo de la
Palabra de Dios, que nos puede alimentar en el camino de la vida. Los higos son
el fruto que Jesucristo no halló cuando llegó a Jerusalén, pero sin embargo sí
lo hallaría en sus amigos de la aldea y en los discípulos, en aquellos que creen
en Él y Le reciben como Señor y Salvador, el alimento rico, dulce y abundante
del amor fraternal en Espíritu Santo.
En la casa de
sus amigos tenía lugar la predicación y el ejemplo entre Marta y María,
resaltando cómo recibir la Palabra es más importante que afanarse con los
quehaceres de la vida. Tiene lugar un milagro sobrecogedor. Cuatro días después
de la muerte de Lázaro, Jesús mandó abrir el sepulcro y llamó al muerto
resucitándolo, mostrando así que Él es la Vida. Todo el sistema religioso y de
fe de Su tiempo era sobrecogido y Su fama ya conocida por todos.
Finalmente, en
casa de Simón, el leproso, Jesús fue ungido por María, con una libra de perfume
de nardo puro, de mucho precio, que según el mismo Jesús dijo fue la preparación
para Su sepultura. Esto ocurrió seis días antes de la Pascua en la que el Señor
daría Su vida en la Cruz por nosotros.
Jesús conocía a
la familia de Lázaro, Marta y María antes del acontecimiento de la unción.
“Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le
recibió en su casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual,
sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con
muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana
me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiéndole Jesús, le dijo:
Marta, Marta, afanada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y
tu hermana ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada.” Lucas
10:38.42.
GETSEMANÍ – LA COPA DEL NUEVO PACTO
Getsemaní es
el huerto donde Jesús bebió la copa del pecado del
mundo. El lugar espiritual donde nos
entregamos a Cristo en nuestra intimidad para recibirle como Sacerdote Eterno y
Salvador, porque allí, en Getsemaní, cada
día en nuestra oración, todo aquel que recibe a Cristo por el Evangelio se
encuentra con el Hijo de Dios que ha bebido la copa del pecado, intercediendo
por nosotros de una vez para siempre,
y cada día, estando ya en nosotros intercede por nosotros por el Espíritu Santo
del que nacemos de nuevo.
El nombre de
este huerto significa prensa de aceite. Cuando Cristo bebió la copa de nuestro
pecado su alma fue “machacada” como
la aceituna que destila
el aceite, símbolo de la unción que alumbra nuestras lámparas, nuestras almas y
que nos da el derramamiento del Espíritu Santo. Por Su
sufrimiento, nosotros tenemos la unción. Un ángel del cielo Le
apareció para fortalecerle. Mateo 26:36, Lucas 22:39.
...y puesto
de rodillas oró, 42diciendo:
Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la
tuya. 43Y se le
apareció un ángel del cielo para fortalecerle. 44Y
estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de
sangre que caían hasta la tierra. Lucas 22:41.
EL MONTE DE LOS OLIVOS – LA ASCENSIÓN
Este monte es
realmente significativo a nivel del espíritu, y la experiencia de Jesucristo y
lo puede ser de la nuestra, si comprendemos el significado de los eventos que
allí ocurren, como los que acontecieron en Betania. Como Jesús, nosotros hemos
de convivir con nuestros amigos en Cristo, como Él hizo con Lázaro, Marta y
María, pues es con ellos que el Señor se manifestará, nos dará vida y
recibiremos la luz para comprender las señales de la Biblia, los milagros y las
profecías, además de disfrutar del afecto fraternal entre hermanos, algo vital
para todos nosotros. Pero el punto central para que vayamos en espíritu, en
nuestras oraciones al lugar donde Jesucristo fue glorificado y
ascendido para
sentarse a la diestra del Padre. Es decir, que cuando estamos en el lugar de la
ascensión tenemos doble esperanza, la de saber que Jesús resucitó venciendo al
pecado y a la muerte, y que nosotros también resucitaremos. Esta afirmación es
sencilla de escribir, porque además es bíblica, pero ha de hacerse uno en
nosotros en nuestro corazón y en nuestra mente por la fe. Sólo de este modo
tendremos una relación espiritual verdadera con nuestro Señor y Salvador
Jesucristo, nuestro Amigo Jesús, en Quien confiamos y a Quien servimos. ¿Cree
usted esto?
Lucas 24:50-51 “…Y los sacó fuera hasta Betania, y
alzando sus manos, los bendijo. Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de
ellos, y fue llevado arriba al cielo.”
EL RETORNO DE JESUCRISTO
Finalmente y
del mismo modo que hemos de cree en la Ascensión, tras la resurrección de
Jesucristo, también debemos consecuentemente creer y esperar Su venida para
establecer Su reino. La Biblia nos revela que Jesucristo regresará al Monte de
los Olivos, Zacarías 14:4, Texto que muestra parte de la visión que el profeta
recibió sobre el retorno de Cristo en el Monte de los Olivos: “…Y se
afirmarán sus pies en aquel día sobre el Monte de los Olivos, que está en frente
de Jerusalén, al oriente;…” Este evento está relacionado con el
arrebatamiento de la Iglesia en 1Tesalonicenses 4:13. El cristiano que ora con
esta fe en mente, experimenta una relación con Jesucristo sin precedentes. No se
puede tener una relación profunda con Jesucristo si se duda de Su resurrección,
Su ascensión y Su retorno. Pero teniendo fe y confianza en estos eventos −los
primeros como ocurridos, y el último como por venir y el que aguardar, tanto
para Jesucristo como para nosotros, siendo salvados por Él− nuestra fe es sana y
verdadera aguardando la
venida de
Cristo, quien viene a por Su Iglesia
que Le esperamos.
CONCLUSIÓN
Cuando oramos
debemos vivir la experiencia de Betania y de Getsemaní, y del Monte de los
Olivos. Debemos orar como Jesús oraba, recordando Su gran amor al tomar la Copa
del Nuevo Pacto en Su sangre por nosotros. Debemos orar recordando a Jesús
estando entre sus amigos y hermanos en la fe con Lázaro, Marta y María, y como
fue ungido con perfume en la casa de Simón el leproso, porque esto cambia
nuestra perspectiva de trato con los demás y nuestra visión del Señor. Oremos
con la fe de que Jesús estaba en el Monte de los Olivos ante los hermanos,
siendo ascendido a la diestra del Padre, pero también con la convicción de que
está por venir, y ya no falta mucho para el acontecimiento que pone fin a este
mundo, para dar comienzo al venidero, al Reino de Dios por la eternidad. Y los
ángeles que estaban con los discípulos cuando Jesús fue llevado arriba, les
dijeron: “…Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo
Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como lo habéis visto
ir al cielo.” Hechos 1:11. ¡Amén!
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