RESUCITÓ DE LOS MUERTOS
SEMANA SANTA - LA PUERTA A LA VIDA
©
Carlos Padilla, Semana Santa, Marzo 2013
La Semana Santa, cada año que la
celebramos hasta la venida de Jesucristo en Su Reino, se ve
envuelta principalmente por la Pasión de Cristo, Su muerte
expiatoria para el perdón de nuestros pecados, por cuya fe
recibimos la salvación para vida eterna. La resurrección de los
muertos, o la transformación de los creyentes vivos -primero
cuando se nace de nuevo, y segundo el día en
que venga el Señor- es fruto de Su obra en la Cruz del Calvario.
Pero esta Semana Santa mi enfoque estará centrado en la
resurrección de Jesucristo y su efecto en nuestra vidas, ahora,
y en la eternidad, pues la muerte es el principio, no el fin.
Hay dos vidas que vivir pues, el aquí y ahora, y
la eternidad. Ambas comienzan en Semana Santa. La Semana Santa
de Cristo es nuestra puerta a la vida. Lamentablemente muchos
piensan que la Semana Santa, y el fruto del Evangelio y la
salvación, solo tienen efecto tras la muerte. Sin embargo esa es
la segunda parte del Evangelio. El verdadero mensaje del
Evangelio incluye la vida presente, la salvación de nuestras
vidas aquí y ahora, en nuestro vivir diario, en nuestras
relaciones, matrimonios, hijos, padres, trabajos o profesiones,
y nuestra vida como cristianos y parte de la Iglesia, y de la
iglesia local.
Los efectos eternos de Su
resurrección y el impacto sobre nosotros, no solo en nuestra
vida terrenal, sino en nuestra vida eterna, tienen su origen en
aquella promesa que conocemos como el Pacto Eterno, y la vida
dada por Dios a Su Hijo unigénito, como profecía, que al tercer
día resucitaría. Hoy está vivo y sentado a la diestra del Padre,
habiendo ganado por Su obra en la Cruz, no solo nuestra
salvación, sino todo poder en el Cielo y en la tierra. Pero
consecuentemente todo el que en Él cree en su corazón que Cristo
está vivo y vendrá a establecer el Reino de Dios por la
eternidad, recibe también poder para llevar el Evangelio en Su
nombre.
LOS INCRÉDULOS DE LA RESURRECCIÓN
¿De verdad cree Ud. en la
resurrección?. Hubo apóstoles y seguidores de Jesús que dudaban,
otros no creían. No hay más que leer los evangelios en sus
últimos capítulos, donde se habla de la resurrección para darnos
cuenta de lo que costaba a los apóstoles y discípulos de Cristo
creer que hubiese resucitado. Esto nos sirve de ayuda para ser
pacientes con la gente cuando les cuesta creer, además de
nuestra propia conversión hasta que creímos.
Pero la cuestión de la resurrección no era algo nuevo
para la cultura judía. Ya
el Sanedrín, el consejo de sacerdotes y doctores de la Ley,
o Torah, se hallaba dividido en la cuestión de la resurrección.
Así leemos en Hechos 23:6, cuando Pablo ante el concilio ve que
una parte era de saduceos y otra de fariseos -los primeros no
creen en la resurrección, ni en ángel, ni en espíritu, pero los
segundos sí- usa esa diferencia para convencerlos de que Cristo
resucitó ya de entre los muertos y vive, y que de lo que le
acusaban era de su fe en esa resurrección, la del Mesías de
ellos y la de
la humanidad, como era la esperanza de Israel. De entre ellos también
era Nicodemo,
otro fariseo discípulo de Jesús y parte del Sanedrín, el mismo
que aparece ante Pilato para pedir el cuerpo de Jesús para
sepultarlo. El mismo que preguntaba a Jesús como nacer de nuevo,
sin duda sería uno de los que más se gozarían en la resurrección
del Maestro.
Pero sin duda el más famoso incrédulo fue Tomás,
a quien Jesucristo reprochó su incredulidad, pues
bienaventurados los que no vieron y creyeron.
...Pero Tomás, uno de los doce, llamado
Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 25Le
dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El
les dijo: Si no viere en sus manos la
señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los
clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
26Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos
dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas
cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. 27Luego
dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira
mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas
incrédulo, sino creyente. 28Entonces Tomás
respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios
mío! 29Jesús le dijo: Porque me has visto,
Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.
Juan 20:24. Estamos pidiendo a quienes nos oyen predicar el
Evangelio que crean sin ver, pues esta es la premisa de la fe.
Ahora podemos hablar en este
reducto del tiempo sobre otra resurrección. Me refiero a la de
Ud. o a la mía. De si Ud. cree que resucitará y adonde
cree que irá. Esta es la cuestión final. Y aquí no tengo más
remedio que encomendarle al Espíritu Santo. Sé que escribo para
cristianos, no cristianos y buscadores de la Verdad, y es por
esto que confronto al lector con la realidad de su propia fe
para que en su soledad, en su intimidad con Cristo, se haga esta
pregunta, ¿de verdad creo Señor Jesucristo que has resucitado y estás vivo?.
¿De verdad creo que voy a resucitar, y sé adonde pasaré la
eternidad?. De lo que Ud. crea en su
corazón dependerá toda su vida y su fe en el Evangelio. Este es el
mensaje concluyente de Semana Santa, la resurrección de Cristo y
la nuestra. Vayamos y prediquémoslo.
RESUCITÓ DE LOS MUERTOS CON PODER
Ese poder del cristiano para predicar el
Evangelio, es
sobrenatural, en el sentido de que las victorias que se
consiguen evangelizando y tratando al prójimo con el amor de
Dios, no es algo que emana del hombre natural, sino que forma
parte de la Gran Co-Misión, la misión de la Iglesia, y de cada
cristiano en particular, pues es sacrificio de alabanza, fruto
de labios que confiesan Su nombre, Hebreos 13:15.
Este poder que recibimos de lo
Alto, no es un poder que se concentra solamente en milagros,
resurrección de muertos, sanidad de enfermos, o trasladar un
monte de un lugar a otro, cosas que los apóstoles bien pudieron
hacer. Hay un poder espiritual
para la guerra de las almas, una batalla que se gana por la fe,
a través de cumplir el mandamiento de dar testimonio de Cristo,
predicar el Evangelio, pues es por la fe que se puede llevar a
cabo, no solo para ganar a las personas para la eternidad, sino
para alimentar a la Iglesia hasta la venida de Jesucristo, el
Rey que estuvo muerto y resucitó, al tercer día. Por ello en el
mundo muchos hoy, en el siglo XXI, sufren persecución, oremos
por ellos y hagamos lo que esté a nuestro alcance para ayudarles
y a sus familias.
Sin duda que Jesucristo bien pudo bajar de la
Cruz, pues ya había demostrado poder sobre la muerte al
resucitar a su amigo Lázaro. También había demostrado Su poder
al calmar la tempestad, al convertir el agua en vino de gran
reserva, o al dar de comer a la multitud multiplicando los panes
y los peces. Sin olvidar cuando dio vista a los ciegos, sanidad
a los cojos y mancos, etc. Pero no, decidió morir por nosotros
llevando nuestra culpa hasta la muerte, y muerte de cruz, y
cumplir así el Pacto Eterno con el Padre. Y cuando parecía que la muerte había vencido, según las
profecías Bíblicas, resucitó de los muertos, Juan 20. Luego
apareció a María Magdalena y a los doce apóstoles. Finalmente
les encomendó la misión de evangelizar el mundo entero, a ellos
y a las generaciones de cristianos siguientes, no solo a los
judíos sino a los gentiles, para formar la Iglesia. Y
dijo categóricamente y para todo creyente, antes, hoy y mañana:
...He aquí que estoy con vosotros todos los días hasta el fin
del mundo... Mateo 28:18.
LA RESURRECCIÓN, PARTE DEL
EVANGELIO
Aunque el
Evangelio comienza con en el famoso arrepentíos, del
griego "metanoia", que se traduce como
cambio de mente, para el
perdón de los pecados por la obra de Jesucristo en la Cruz, la
consecuencia es la resurrección para vida eterna anunciando el
Reino de Dios al que somos llamados, y a una nueva vida aquí y
ahora con Cristo. Este es el mensaje que
hemos de enfatizar a nuestro alrededor. El Domingo de
Resurrección conocido por la cristiandad, es la culminación de
la celebración, tras la pascua y la pasión, pero no se enfatiza
lo suficiente. La gente debe escuchar hablar sobre la
resurrección porque es algo fuera del pensamiento racional de la
sociedad relativista, laicista, atea y muerta en la que vivimos,
para que resucite, pues no nos avergoncemos del Evangelio, pues
es poder de Dios. También porque es
la mayor esperanza al hombre, que no importa la muerte, pues
ésta no tiene ya poder sobre nosotros, y el aparente poder que
tiene cuando vemos a la gente morir, es temporal, porque viene
el día de la resurrección de los muertos.
La clave de la resurrección no es
el hecho de que vamos a resucitar, sino a donde va cada uno tras
resucitar. Jesucristo enseña claramente que cuando Él venga en
Su gloria, apartará a unos de los otros. Los que son Suyos irán
a resurrección de vida, pero los enemigos de la fe en Cristo,
irán a resurrección de condenación. Este punto tan relevante es
relativizado frecuentemente, incluso en círculos cristianos, me
refiero a la eternidad de la vida tras la muerte, sea en el
paraíso de Dios, o en el infierno. La Biblia es clara en su
doctrina sobre la eternidad de los nuevos cielos y la nueva
tierra, el Paraíso, como del lugar de tormento llamado
infierno, es por eso que Dios en su infinita misericordia quiso,
junto con Su Hijo, y dentro del seno de la Trinidad, evitar que vayamos a ese lugar terrible por la
eternidad. Solo nos hace falta recordar cualquier situación
horrible en nuestra vida y pensar que no hubiese tenido fin,
para hacernos una vaga idea del infierno. Cristo hizo el Pacto Eterno con el
Padre por amor a nosotros para que fuésemos a otro lugar precioso
y eterno, el Paraíso, donde dice Jesucristo que el Padre tiene
moradas espirituales para nosotros. No nos pase como a los
discípulos al principio: ...Porque
aún no habían entendido la Escritura, que era necesario que él
resucitase de los muertos. Juan 20:9.
PORQUE ÉL RESUCITÓ,
TAMBIÉN NOSOTROS RESUCITAREMOS DE LOS MUERTOS
La Semana Santa, como resalté al
principio, suele estar centrada más en la muerte que en la vida.
Pero la muerte de la Pasión de Cristo tiene como objetivo la vida, la del
Señor y la nuestra, pues para eso Dios hizo la creación e hizo
al hombre y a la mujer a Su imagen y semejanza, Génesis 1:27. Es
para nosotros, la Iglesia -todas las personas que en la historia
han amado a Dios antes, y a Cristo ahora, si han conocido el Evangelio- esa
resurrección, pues viviremos de nuevo y para la
eternidad en una nueva tierra, Apocalipsis 21. Mas los que estén
vivos cuando venga el Señor Jesucristo, y todo ojo le vea, serán
arrebatados al cielo, 1Tesalonicenses 4:17.
Jesús nos enseñó que la cuestión es adonde vamos
cuando resucitemos, no si hay o no resurrección, pues la hay
porque Él demostró ser la resurrección, tanto al resucitar Él,
como al resucitar muertos, como Lázaro. Por lo tanto leemos a
Jesús en Juan 5:24-28: ...De
cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que
me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación,
mas ha pasado de muerte a vida.
25De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es,
cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la
oyeren vivirán. 26Porque como el Padre tiene vida en
sí mismo, así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo;
27y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto
es el Hijo del Hombre. 28No os maravilléis de esto;
porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros
oirán su voz; 29y los que hicieron lo bueno, saldrán
a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a
resurrección de condenación.
Y no hablamos solo de resucitar tras la muerte,
sino de estar ya resucitados espiritualmente, de haber muerto al
pecado y haber nacido de nuevo por la fe, según enseña Jesús en
el versículo 24 del Texto anterior, y según enseña también el
apóstol Pablo a los Colosenses 2:12 y 3:1: ...sepultados
con él en el bautismo, en el cual
fuisteis también resucitados con él, mediante la fe
en el poder de Dios que le levantó de los muertos. -
...Si, pues, habéis resucitado con Cristo,
buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la
diestra de Dios. 2Poned la mira en las cosas de
arriba, no en las de la tierra. 3Porque
habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.
4Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces
vosotros también seréis manifestados con él en gloria.
Y RESUCITÓ DE LOS MUERTOS EN
SEMANA SANTA
La Semana Santa es, pues, el
comienzo de una nueva etapa en la misión de Dios por la
humanidad, una misión que acordaron el Padre y el Hijo en el
Pacto Eterno, y que Dios cumple en la promesa del pacto con
Abraham, de quienes todos los creyentes en el Mesías somos hijos
en la fe. Es, pues, esta dispensación la que tenemos por
delante, la que nos abre la puerta a la evangelización, porque
es Dios quien la hace posible, no nosotros con nuestros propios
esfuerzos, ni a nuestras expensas, ni por nuestra propia
misericordia, sino por la de Dios, por Su poder, por Su
capacitación y por hacerla Él en nosotros por Su Espíritu.
Recordemos a
Simón de Cirene que no escogió llevar la Cruz de Cristo
hasta el Calvario durante una parte del camino, le fue dado.
Nosotros igualmente llevamos ahora la cruz del Evangelio al
mundo.
Toda obra que hacemos es para la gloria de Dios,
en el nombre de Jesucristo, por medio del Espíritu Santo. El
Dios Trino siempre está dirigiendo y haciendo la obra de la
salvación, y la Iglesia somos el instrumento por el cual la
lleva a cabo, una vez vino a la tierra el Hijo para cumplir toda
justicia y dar Su vida por nosotros en la Cruz. Y resucitó de
los muertos en Semana Santa. Desde entonces el Domingo de
Resurrección, el fin de aquel
Shabbat, sería el
comienzo de una nueva vida para todo aquel que cree a Dios, pues
Jesucristo es la resurrección y la vida.
Jesús hace la pregunta, y
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la
resurrección, en el día postrero. 25Le dijo Jesús:
Yo soy la resurrección y la vida; el que
cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. 26Y
todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees
esto? 27Le dijo: Sí, Señor; yo he creído
que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.
Juan 11:25.
CONCLUSIÓN
La pregunta es a nosotros como Jesús a Marta: ¿De verdad cree
Ud. en la resurrección?, no solo en la resurrección tras la
muerte sino en la vida de nacido de nuevo. Si Ud. es hermano en
la fe y conoce a Jesús personalmente, si ora y habla con Él
diariamente y comparte su vida con Él, ya sabe a lo que me
refiero, porque comprende la primera parte de la resurrección,
porque ha muerto a su antigua vida y nacido a una nueva en
Cristo.
Solo queda ahora la fe en la resurrección tras
la muerte. Si creemos que Cristo resucitó, subió a la diestra
del Padre, si hablamos con Él cada día, creemos esto. Si creemos
esto, sabemos que Jesús es la vida y que Él nos dice la verdad,
que nos resucitará para vida eterna cuando venga en Su Reino en
el día final. Con esta esperanza en nuestro corazón por la fe,
debemos, para Su gloria primero y por amor al prójimo después,
anunciar el Evangelio a quienes amamos y a toda persona que
tengamos la oportunidad, porque así Dios es glorificado y ellos
también podrán vivir la eternidad en el Reino de Dios, en los
nuevos cielos y la nueva tierra, anunciada en Apocalipsis 21.
Ésta es nuestra misión para con el prójimo, esta es la misión de
Dios a la que nos envía, que la salvación de las vidas de la
gente, ahora y para siempre llegue a todo el mundo.
...No me
avergüenzo del evangelio, porque es
poder de Dios para salvación de todo aquel que cree,
del judío primeramente y también del griego, 17pues
en el evangelio, la justicia de Dios se revela por fe y para fe,
como está escrito: Mas el justo por la
fe vivirá. Romanos 1:16 y 17.
Así que, hermanos, la gente
necesita oír hablar de resurrección y del nuevo nacimiento por
la fe en Jesucristo. Ya oyen hablar de
muerte todos los días en las noticias, en las películas, en los
hospitales, en la vida diaria, y en Semana Santa. Hablemos pues de vida, de
resurrección y de la victoria de Cristo sobre la muerte, de vida
eterna, de la de Jesucristo y de la nuestra, y de una nueva vida
aquí y ahora en la tierra por el poder de Dios en nosotros, por
Su Espíritu en nosotros. ¡Cristo
vive, y vive en mi! esté en nuestras bocas para con todos,
anunciémoslo esta Semana Santa y siempre. Amén.
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