
PENTECOSTÉS
© Carlos Padilla – Mayo – Pentecostés 2007
Tras la Pascua «Pesach» el día 14 de Nisán o Abib, el día 15 comieron panes sin levadura y se convirtió en Shabbat. Ese día salieron de Egipto, y a los dos días, el 17 cruzaron el mar rojo. Este es el día en que resucitó Jesucristo, el día de las primicias, porque el Señor Jesucristo es las primicias del fruto de la resurrección, la salida de la esclavitud del pecado a la libertad de la gracia y la promesa de la resurrección. La Iglesia es las primicias de la fe en el Mesías, el Hijo de Dios. Este año 5767 será como siempre el 6 de Siván o 23 de Mayo de 2007, martes de la semana, pero Día Santo de Reposo o Sábado de Pentecostés.
A los cincuenta días de cruzar el Mar Rojo, y según la tradición, el Señor dio la Ley a Moisés en el Sinaí, el mismo día del mes fue cuando el Espíritu Santo vendría sobre los Apóstoles y otros creyentes, ciento veinte en número, el día llamado Pentecostés, -narrado en Hechos de los Apóstoles- que significa «día cincuenta, o quincuagésimo» en Hebreo: “Shavuot”.
Este fue el primer Pentecostés tras la resurrección de Cristo. Los dones del Espíritu son desde entonces dados a los que recibimos por la fe en el Evangelio al Hijo de Dios como Salvador en el bautismo del Espíritu Santo, que viene al alma de los que creen de corazón y cambian su mente recibiendo la mente de Cristo por el llamado arrepentimiento, del griego «metanoia cambio de mente». Esto produce el nuevo nacimiento del hombre, como dijo Jesús el Maestro, a Nicodemo: “…De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios… …El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios…” (Juan 3).
Es precisamente Pentecostés la confirmación al creyente de que está edificado en Cristo por el Espíritu, la señal de que su conversión es definitiva, no hay vuelta atrás. El hombre pasa de la muerte a la vida, nace de nuevo de lo Alto. A los Apóstoles les fue cumplida, como no pudría ser de otro modo, la profecía del Señor Jesucristo: “…He aquí yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto…” (Lucas 24:49).
Un periodo de siete semanas, 7×7=49 días, comienza el día 50 en el creyente, el Pentecostés del creyente, que ahora pasa a denominarse discípulo de Jesucristo. En una de las discusiones entre Jesús y los sacerdotes. Una de las cosas que Le reprochaban era que aun no tenía 50 años y decía conocer a Abraham; claro que sí, pero ellos no entendían, porque Abraham ya vio a Cristo como el Cordero de Dios, el día en que se le perdonó la vida a Isaac en el monte Moria, la zona donde estaría el Templo y el Gólgota. Los cincuenta años se refieren a la madurez del hombre, los 50 años es cuando se considera que una persona ha llegado a su madurez de pensamiento, conocimiento y experiencia en la vida, lo cual representa el Pentecostés de la persona, cuando recoge su cosecha, ya que se celebra cincuenta días después de haber mecido la gavilla en la semana de los panes sin levadura que comienzan con la Pascua. Espiritualmente son los tres pasos principales del creyente representados en las fiestas del Señor: La Pascua, que es recibir al Mesías como salvador personal, esto es, al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Acto seguido debemos celebrar los Panes Sin Levadura, meciendo la gavilla: que no comamos para nuestro espíritu otra cosa que al Hijo de Dios, esto es, el Espíritu Santo y la Biblia viva, interpretada por la mente de Cristo, sin levadura humana, para que tras siete semanas celebremos Pentecostés.
En contra de lo que algunas sectas cristianas predican, este es el paso normal de un creyente, no una élite elegida por ellos, ni mucho menos, sino que del mismo modo que la casa de Cornelio, el centurión, fue bautizada por el Espíritu Santo por la predicación de Pedro, (Hechos 10), en especial los vs. 44 al 48, así todo creyente que lo es de corazón y que se convierte a Cristo, es bautizado por Él con el Espíritu Santo por el oír con fe, por recibir a Jesucristo como salvador de su alma, en cuyo nombre, Yahshua – Jesucristo, ha de ser bautizado como confirmación de su fe. Aquí vemos el orden: primero cayó el Espíritu Santo y después fueron bautizados en agua. Sin imposición de manos de nadie, sin ritos, tan solo por abrir el corazón a Dios de forma verdadera y definitiva.
Pentecostés, como vemos, es una fiesta santa que forma parte activa con la siembra y la siega de la cosecha. Si nos damos cuenta todo comienza tras la Pascua, que es el primer paso en la obediencia al Señor, lo cual como ya sabemos simboliza la aceptación de la salvación de Dios, Yahshua en nuestras vidas, que se prefiguró con la sangre en los postes y el dintel en las casas de Egipto, (Éxodo 12), como símbolo de salvación y protección divina para el pueblo de Dios. A continuación con la mecida de la gavilla, buscamos la bendición de Dios para la cosecha, nuestro trabajo en Cristo, para, tras siete semanas, en Pentecostés, recoger las primicias del trigo, ofreciendo panes hechos con el primer grano del trigo. Cristo es las primicias de la resurrección, y nosotros el resto de la siega.
La siega del trigo que se hace en Pentecostés es las primicias de lo que se sembró, con lo que se hace el pan, esto simboliza el entendimiento del estudio de la Palabra de Dios tras un periodo de siete semanas, o escalones de crecimiento espiritual en el conocimiento del Señor. Se completa con la Fiesta de los Tabernáculos, donde se celebra, además de la vida nómada por el desierto de la vida, esta vida temporal hasta que venga el Señor; la vendimia de la vid, con la que el vino es la sangre de Cristo que nos ha hecho limpios ante Dios, revestidos de la vida de Su Hijo. Y con esto ya tenemos completada, en símbolos, la Santa Cena, el Cordero de la Pascua que es Cristo, el pan de la cosecha, y el vino de la vendimia.
TEXTOS BÍBLICOS SOBRE LA OBRA DE LA SIEMBRA Y LA SIEGA
SALMO 126
“…5 Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán”.
JUAN 4
“…34Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. 35¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega. 36Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega. 37Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega. 38Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”.
Este es el pasaje que el Señor nos enseña para que nadie piense en la Iglesia que la obra es de ellos, sino de Dios, y que miren como participan en la obra, no considerándola suya, sino mirando el fruto, que son las vidas de las personas, que, bien sembramos, o bien labramos, o bien segamos, pero debemos gozarnos juntamente porque estas labores son de Dios. Todos somos labranza de Dios, así que esforcémonos en servir a los hermanos.
1 CORINTIOS 15
“…35Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? 36Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. 37Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; 38pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. 39No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. 40Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. 41Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. 42Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. 43Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 44Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual”.
La sangre y la carne no heredarán el Reino de Dios, por eso hemos sido sembrados en un cuerpo temporal que con la semilla de la fe en Cristo, muere para nacer de nuevo, y recibir el nuevo cuerpo espiritual y eterno.
2 CORINTIOS 9
“…6Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. 7Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. 8Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; 9como está escrito: Repartió, dio a los pobres; Su justicia permanece para siempre. 10Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, 11para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios”.
Procuremos pues sembrar abundantemente la semilla del Espíritu para que seguemos abundantemente el fruto del Espíritu, tanto en nosotros mismos, como en nuestro prójimo, y ese fruto es en amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Esto nos enseña Pablo en Gálatas 5:22.
GÁLATAS 6
“…7No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará. 8Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida eterna. 9No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. 10Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe”.
Esto hagamos, y prediquemos y ayudemos a todos, porque ya nos lo dice la Palabra en este versículo, lo que sembremos eso también segaremos.
TEXTOS BÍBLICOS SOBRE LA FIESTA DE PENTECOSTÉS Y SU RELACIÓN CON LAS 7 FIESTAS DEL MESÍAS
LAS SIETE FIESTAS DEL SEÑOR
ÉXODO 23
“…14Tres veces en el año me celebraréis fiesta. 15La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Abib, porque en él saliste de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías. 16También la fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el campo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido los frutos de tus labores del campo. 17Tres veces en el año se presentará todo varón delante de Yahweh el Señor. 18No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni la grosura de mi víctima quedará de la noche hasta la mañana. 19Las primicias de los primeros frutos de tu tierra traerás a la casa de Yahweh tu Dios”.
LEVÍTICO 23
“…15Y contaréis desde el día que sigue al día de reposo, desde el día en que ofrecisteis la gavilla de la ofrenda mecida; siete semanas cumplidas serán. 16Hasta el día siguiente del séptimo día de reposo contaréis cincuenta días; entonces ofreceréis el nuevo grano a Yahweh. 17De vuestras habitaciones traeréis dos panes para ofrenda mecida, que serán de dos décimas de efa de flor de harina, cocidos con levadura, como primicias para Yahweh”.
Las fiestas del Señor son siete, que es el número perfecto, pero se celebran en tres periodos de tiempo, tal y como aparece en el texto anterior de Éxodo 23. Tres es símbolo del testimonio completo, «porque tres son los que dan testimonio, el Espíritu, el Agua, y la Sangre y estos tres concuerdan. 1 Juan 5» y en este caso, tres dan testimonio del cumplimiento de las Fiestas en el Señor Jesucristo. En el primer mes, la Pascua, que da comienzo a los Panes Sin Levadura y la presentación de la gavilla además de las primicias, símbolo del testimonio del Espíritu. En el tercer mes Pentecostés, la Fiesta de las Semanas, símbolo del testimonio del Agua, que es la bendición imprescindible para que haya cosecha que recoger. Y en el séptimo mes, las Trompetas, la Expiación y Tabernáculos, símbolo del testimonio de la Sangre en la vendimia. 1, 3 y 7 todos números especiales del Señor. Dios es Uno, la Trinidad de Dios y los Siete Espíritus de Dios. Las Siete Fiestas son presentadas en Levítico 23:
14 de Abib ó Nisán, La Pascua «Pesach» que es Cristo.
15 de Abib ó Nisán, Panes sin levadura, «Hag HaMatzah» esta Fiesta y Pascua están directamente unidas, de hecho esta comienza con Pascua. Esto es comer la Palabra de Dios no adulterada, sin levadura humana.
16 de Abib ó Nisán, la Gavilla de las Primicias «Bikkurim» de la cosecha de cebada. Empezamos a recibir entendimiento de Dios por Su Palabra.
6 de Siván, Fiesta de las Semanas o Pentecostés «Shavuot» que prefigura, tras siete sábados, la resurrección, la promulgación de la Ley en Sinaí y el cambio a la Ley de Cristo. Las Primicias de la cosecha del trigo. Cristo, las primicias. Derramamiento o unción del Espíritu Santo, bautismo del Espíritu Santo en la madurez de la fe, no depende de tiempo sino del corazón, es independiente y se recibe por la fe como hemos leído en Hechos 10.
1 de Tisri, día de Las Trompetas «Rosh HaShanah». Las Trompetas anuncian la victoria del Señor en Su proyecto y en nuestras vidas. Recordemos la toma de Jericó cuando fue derribada tocando las trompetas hechas con cuernos de carnero y se usaban en celebraciones y en guerras, las siete trompetas de los juicios de Apocalipsis, la última antes del arrebatamiento de la Iglesia, en la resurrección. Símbolo de la profecía y voz de arcángel y trompeta de Dios.
10 de Tisri, día de la Expiación «Yom Kippur» que representa el día en que Israel acepte al Mesías Yahshua y también el recordatorio a los discípulos de que Cristo nos limpió de pecado por Su gracia, no por nuestras obras, para que seamos humildes y nos aflijamos por su Cruz.
15 de Tisri, Fiesta de Los Tabernáculos, «Sukkot» fin de la Cosecha y de la Vendimia que nos proporciona el vino para la Santa Cena.
Hace años encontré una coincidencia interpretativa de los estudios Mesiánicos sobre las Fiestas del Señor, con los que presenta Eddie Chumney.
DEUTERONOMIO 16
“…9Siete semanas contarás; desde que comenzare a meterse la hoz en las mieses comenzarás a contar las siete semanas. 10Y harás la fiesta solemne de las semanas a Yahweh tu Dios; de la abundancia voluntaria de tu mano será lo que dieres, según Yahweh tu Dios te hubiere bendecido. 11Y te alegrarás delante de Yahweh tu Dios, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que habitare en tus ciudades, y el extranjero, el huérfano y la viuda que estuvieren en medio de ti, en el lugar que Yahweh tu Dios hubiere escogido para poner allí su nombre. 12Y acuérdate de que fuiste siervo en Egipto; por tanto, guardarás y cumplirás estos estatutos. 13La fiesta solemne de los tabernáculos harás por siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar. 14Y te alegrarás en tus fiestas solemnes, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, y el levita, el extranjero, el huérfano y la viuda que viven en tus poblaciones. 15Siete días celebrarás fiesta solemne a Yahweh tu Dios en el lugar que Yahweh escogiere; porque te habrá bendecido Yahweh tu Dios en todos tus frutos, y en toda la obra de tus manos, y estarás verdaderamente alegre. 16Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de Yahweh tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Yahweh con las manos vacías; 17cada uno con la ofrenda de su mano, conforme a la bendición que Yahweh tu Dios te hubiere dado”.
En la mentalidad religiosa Bíblica, la Pascua culmina con Pentecostés, lo cual se relaciona directamente con su simbología espiritual, pues refleja la conversión y los frutos espirituales de un hijo de Dios. Su conversión, sus frutos, su permanencia tras las pruebas y persecuciones, y su confianza en Dios de manera incondicional, lo cual se refleja en la unción del Espíritu Santo, esto es, el Pentecostés del alma. Y como vemos el Señor nos reclama que estemos alegres, verdaderamente alegres.
Tras el Antiguo Testamento, Lucas nos narra, en Hechos, los acontecimientos ocurridos a la Iglesia, al principio:
HECHOS 1
“…1En el primer tratado, oh Teófilo, hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó a hacer y a enseñar, 2hasta el día en que fue recibido arriba, después de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles que había escogido; 3a quienes también, después de haber padecido, se presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. 4Y estando juntos, les mandó que no se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre, la cual, les dijo, oísteis de mí. 5Porque Juan ciertamente bautizó con agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días.
LA ASCENSIÓN Y LA PREGUNTA SOBRE EL ESTABLECIMIENTO DEL REINO
…6Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? 7Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; 8pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. 9Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. 10Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”.
Si bien los Apóstoles seguían al Maestro, todavía no habían discernido que el Reino del que hablaba Yahshua era el espiritual, lo cual queda patente en la pregunta sobre si Él restauraría el Reino a Israel en aquel tiempo. La respuesta del Señor conlleva varias connotaciones: una, que no les es dado conocer los tiempos que el Padre puso en Su sola potestad, porque aunque el Reino de Dios se establecerá al final, también Israel se entregará a Dios al final, por lo tanto son dos cosas que van de la mano, pero ellos solo veían la segunda, y la querían ya, como todos los otros Judíos de la época que políticamente buscaban su independencia de Roma. Y el principal enfoque que Jesucristo les da es que esperasen a ser investidos de poder cuando viniese sobre ellos el Espíritu Santo, pero esta nueva experiencia y cambio de mente que recibirían, no les daría como respuesta el establecimiento del Reino, entonces, sino que les haría testigos del Mesías en toda la tierra, precisamente para anunciar la venida del Reino de Dios antes del fin del tiempo, a todas las personas, Judíos y Gentiles.
HECHOS 2
LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO, CUMPLIMIENTO DE LA PROFECÍA
“…1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”.
CONCLUSIÓN
La clave de Pentecostés, así como de las otras dos Santas Convocaciones a las que había que acudir cada año era, las Primicias de la cebada en LA PASCUA «Pesach» con los Panes Sin Levadura, del trigo en PENTECOSTÉS, y de la Vendimia en la Fiesta de los TABERNÁCULOS «Sukkot».
Las Primicias de la Cebada representan la aceptación del Evangelio por nuestra parte, el pan que nos da el Señor.
Las Primicias del Trigo representan a los hijos del Reino que ya se han convertido en buena semilla que ha recibido la lluvia del Espíritu Santo y se ha hecho buen grano, en oposición a la cizaña, los del diablo.
Las Primicias del Vino representan a los que han sido lavados con la sangre de Cristo y esperan en el tabernáculo de sus almas, la llegada del tabernáculo del cielo.
Cristo es las Primicias de los hombres en que Él ha sido el primero en resucitar. Por lo tanto, como Él es las Primicias, nosotros somos los que seguimos, esto es, el resto del grano o fruto de Su obra para llenar el granero de Dios. Con las primicias de este grano, el Padre nos dio a comer Pan del Cielo, a Su Hijo, el Pan Vivo que descendió del Cielo, el maná; así como lo es la Palabra de Dios viva por la interpretación del Espíritu Santo, una vez la persona ha sido bautizada por Jesucristo en el Espíritu Santo, o sumergida en la esencia de Dios; pues el que obtuvo la promesa del Espíritu de Su Padre fue Jesucristo, quien nos bautiza, como ya hemos dicho, con Su Espíritu, tal y como lo profetizó Juan Bautista.
Así que, somos las primicias del fruto de Pentecostés, por la madurez espiritual que simbolizan los 50 días de nuestra vida espiritual, que también simbolizan los 50 años de edad, como ancianidad en la vida, que son también espirituales en cuanto al crecimiento en Cristo, pues muchos discípulos maduran pronto en la fe, como Pedro o Pablo y los demás Apóstoles del Señor, así como hermanos hoy día.
Pentecostés culminó con el derramamiento del Espíritu Santo, «Hechos 2» sobre 120 discípulos que hablaron repentinamente en las lenguas de todas las naciones que allí estaban reunidas en la Fiesta de las Semanas de aquel año, como era costumbre. Estas Fiestas eran comunes en aquella época para muchos temerosos de Dios aunque no fuesen Judíos, por eso se distingue a Pentecostés de Tabernáculos, que se le llama específicamente la Fiesta de los Judíos, (Juan 7).
Desde este Pentecostés, el Espíritu Santo es otorgado por Jesucristo en un bautismo por la fe a todos los que abren su corazón a Dios para seguirle por donde quiera que vaya. Ahora somos Iglesia del Señor por este bautismo, y somos llamados a ser llenos de Él, porque Él es Quien crea y mantiene el vínculo de unión entre los distintos hermanos en la Iglesia, que es Su cuerpo.
Por tanto vivamos compartiendo las primicias con los hermanos y con los que no conocen al Señor para que comiencen por la Pascua su andadura en las santas celebraciones del Señor, sean traídos por los hermanos a Pentecostés, se conviertan en primicias bautizadas en el Espíritu Santo, y culminen habitando en Tabernáculos, dependiendo del Señor en sus vidas, sin morada fija espiritual, esperando la manifestación gloriosa de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, el verdadero Dios y la vida eterna, quien por Su sangre nos ha abierto el nuevo tabernáculo en los Cielos, y quien por el Espíritu de nuestro Pentecostés nos mantiene firmes en la fe que nos regaló en Su Pascua. Esperemos pues con paciencia la lluvia temprana y la tardía que el Señor hace llover sobre Su labranza, Su iglesia, para que el que siembra, goce juntamente con el que siega, porque el crecimiento y la vida espiritual las da Dios.
Celebremos pues Pentecostés en la congregación de los santos y no nos durmamos, porque pronto viene la siega. Convirtamos nuestras espadas en azadones, porque la siega es el fin del siglo y los segadores son los ángeles. Así que acordémonos de la Parábola del Sembrador de Mateo 13, porque cuando venga la siega, esto es, la última Fiesta de los Panes Sin Levadura de cebada, el último Pentecostés de la siega del trigo, y la última Fiesta de los Tabernáculos, los ángeles segarán, y recogerán la cizaña que plantó el diablo y la atarán en manojos que serán quemados en el fuego eterno del infierno, pero recogerán el trigo que sembró el Señor con nosotros y lo llevarán a Su granero, Su Tabernáculo, por la eternidad. Hasta entonces permanezcamos en la labranza del Señor. ¡Amén!