JESÚS Y LA SALVACIÓN

 

LA SALVACIÓN DEL ALMA  – LA SALVACIÓN DIARIA – LA SALVACIÓN DE LOS MUERTOS

TRADICIÓN VS LA BIBLIA – LA REFORMA CATÓLICA Y PROTESTANTE

© Carlos Padilla – Noviembre 2021

 

¿Qué es la salvación? ¿De qué hay que salvarse? ¿Solo Jesús es el salvador? ¿Podemos interceder por la salvación de nuestros muertos o pedirles su ayuda? Esta y otras preguntas son de tal relevancia para la generación actual, llamada “generación Z”, que si no se aclaran los conceptos, el mensaje del Evangelio que el cristiano estudioso de la Biblia da por sentado, queda sin ningún significado para el oyente Z, haciendo que no se pueda cumplir la Gran Comisión en aquellos que están influenciados por el pensamiento de la sociedad actual. El Espíritu Santo sigue cumpliendo una obra que convence al mundo de pecado a través de la predicación del Evangelio para ofrecer gratuitamente la salvación por gracia, por la fe en la obra redentora de Jesucristo en la cruz del Calvario. ¿Crees que has recibido la salvación; que has nacido de nuevo y que tienes vida eterna?

 

¿QUÉ ES LA SALVACIÓN? ¿DE QUÉ TENGO QUE SALVARME? LA SALVACIÓN DEL ALMA

¿Qué es la salvación? ¿De cuantas cosas nos salva Jesucristo? ¿Solo nos salva de la condenación y del infierno? Hoy en día la palabra infierno se utiliza de forma metafórica para referirse a cualquier situación difícil en la vida, o catastrófica que podamos experimentar. Sin embargo cuando Jesús habla de la condenación y del infierno se está refiriendo al sentido Bíblico de ese lugar en el que una persona no salva, irá tras la resurrección y el juicio, cuando sea declarada culpable de pecado y condenada si no se ha arrepentido y aceptado a Cristo como Salvador. Ese, es un lugar de sufrimiento sin fin de tiempo, lejos de las presencia de Dios. De esto es de lo primero que el Señor nos quiere salvar, y lo hace de tal modo que implicó dar Su propia vida en la Cruz del Calvario como pago por nuestros pecados, siendo el primero de ellos vivir apartados de Dios, sin amar a Dios nuestro Creador y dador de la vida. De eso, es de lo primero que tengo que salvarme, y no lo puedo hacer yo por mis méritos, mi religión, mis obras, sino que tuvo que venir el Hijo de Dios desde el seno del Padre y hacerse hombre para morir por nosotros, como expiación por nuestros pecados, resucitar venciendo a la muerte, y ascender de nuevo al trono de la gloria. Y ahora esperamos Su venida definitiva para poner fin a este mundo y traer ese nuevo mundo, el Reino de Dios para los que Le esperan, Su promesa del Paraíso eterno sin muerte, ni sufrimiento, en paz.

Además de salvarnos del infierno eterno, hay otros infiernos de los que Jesús nos quiere salvar, y están aquí y ahora delante de cada uno de nosotros. Infiernos de depresión, de suicidio, de ruina, de guerra, de alcoholismo, de drogadicción, de abusos y malos tratos, y un largo etcétera de horrores que hay en este mundo lleno de maldad, tanto como de bondad. Dios está al lado de aquellos que Le aman, en toda circunstancia: “El ángel de Yahweh acampa alrededor de los que le temen y los defiende.» Salmo 34:7-8.

Esto no quiere decir que el cristiano vive siempre una vida de color de rosas, pero poder contar con el amor de Dios, Su ayuda y Sus ejércitos celestiales por medio de la oración y presencia, es un verdadero privilegio que ha ganado Jesucristo por nosotros, para salvarnos de las tribulaciones de este mundo, para ayudarnos en medio del sufrimiento, y para sacarnos adelante en medio del “valle de sombra de muerte” Salmo 23. Pero además, lo más grande, es, que Dios quiere que vayamos a Su reino eterno, al lugar que es el Paraíso que Él ha creado para compartirlo con los que le aman.

La salvación es, pues, un milagro, por la fe, una obra del Espíritu Santo que en Su obra, no cambia Su misión: Juan 16:8-11 nos dice en Palabras del Señor Jesucristo que cuando viniese el Espíritu Santo convencería al mundo de tres cosas: de pecado, de justicia y de juicio. Y además explica cada una de ellas:

“Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en mí; 10 de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; 11 y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado. 12 Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar. 13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.»

De igual modo Romanos 5 nos da concentrado el Evangelio y sus bendiciones:

“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado. Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. 11 Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación.»

 

RELATIVISMO Y SALVACIÓN – LA SALVACIÓN DIARIA

Muchos jóvenes, y no tan jóvenes de hoy, responden que no son pecadores y que no tienen que salvarse de nada. Cuando se les predica el Evangelio, siguiendo la obra del Espíritu Santo de convencer al mundo de pecado –algo evidente en toda la humanidad– la respuesta relativista y postmodernista es que todo es relativo, que si uno no hace daño a nadie y ayuda al prójimo, pues esa es la clave, o si cree en el cielo, piensa que ya se lo ha ganado. La verdad es que si nos comparamos con la Ley de Dios de 613 Mandamientos y ordenanzas, no podemos decir que no somos pecadores. Pero el pecado fundamental es no creer en el Hijo de Dios como Salvador, no creer que necesitamos Su obra redentora en la Cruz y pensar que uno puede salvarse despreciando Su muerte por nuestros pecados; ese es el pecado del hombre.

https://www.jesucristo.net/postmodernismo-y-cristianismo/

Si, como promueve el relativismo y el postmodernismo, o el transmodernismo, no hay pecado, todos pueden ser asesinos, violadores, ladrones, y toda clase de mal, sin consecuencias. La conclusión es obvia tan pronto como les toca en persona a los defensores de ese pensamiento. Todos prefieren el bien al mal. El problema es definir la guía ética. Los Mandamientos siguen vigentes hoy, porque Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos; Hebreos 13:8. El mayor de todos los mandamientos es el amor, pero el que ama a Dios ha de guardar Sus Mandamientos; Juan 14:15-31.

“Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.” Juan 3:19.

“Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios.” Romanos 3:23.

 

TRADICIÓN VS LA BIBLIA – REFORMA CATÓLICA Y PROTESTANTE – LA SALVACIÓN DE LOS MUERTOS

La tradición ha dilapidado el verdadero Evangelio. Las iglesias tradicionales que anteponen sus tradiciones de hombres, la historia y su prestigio de siglos, antes que la verdad de la Biblia han vaciado de contenido lo que enseñan, y por lo tanto no tienen ningún impacto en la conversión del alma. La Biblia, en la enseñanza de Jesucristo en el Nuevo Testamento es clara con respecto a la salvación del alma, y no deja lugar a misas por los difuntos, ni a posibles penitencias, indulgencias, sacrificios, ni nada parecido posterior a la muerte. La fe en la obra de Jesús en la cruz como único medio de salvación es el centro del Evangelio, como Jesús mismo dijo al maestro Nicodemo en Juan 3:3-16. Hay que nacer de nuevo, del Espíritu, para ser salvo.

En la celebración del día de todos los santos el 1 de noviembre, donde se recuerda a santos que ya partieron, tanto conocidos como no conocidos, mártires y cristianos sencillos, no solo se les recuerda, sino que en las iglesias tradicionales se llama a rezar a los santos muertos, algo contrario a la doctrina de Jesús que enseña el apóstol Pablo: “Porque hay un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” 1 Timoteo 2:5. Por lo tanto es de justicia recordar a los santos y el ejemplo de sus vidas, pero no buscar su intermediación, aunque sea una tradición, sino orar a Dios en el nombre de Jesucristo. Ese día se celebra también por la tarde noche del 31 de octubre, día en que Lutero clavó sus 95 Tesis. En inglés se le llama All Hallows Eve, que es algo parecido a tarde noche de todos los santos, y que con el tiempo y la costumbre anglosajona de acortar las palabras llegó a ser Halloween. Por su parte el 2 de noviembre, el catolicismo celebra el de los fieles difuntos, donde se dedica el día a rezar “por” los difuntos, en lugar de “a” los santos, para ofrecer por ellos misas y rezos para aliviar sus almas, algo que solo la tradición enseña, no Jesucristo. Aquí se encuentran la Reforma Protestante y el Catolicismo medieval que vendía indulgencias para aliviar el supuesto sufrimiento de las almas del purgatorio. Pero ¿de dónde salen estos conceptos en la Biblia? En la Biblia no están, al menos en el Canon Bíblico. Pero si añadimos libros no inspirados a una Biblia, como hace el catolicismo podemos añadir cualquier doctrina, pero un cristiano Bíblico no puede aceptar doctrina apócrifa. En realidad fueron una desviación del pueblo de Israel que se contaminó religiosamente con los pueblos que los invadieron, trayendo prácticas reflejadas en los libros apócrifos, en particular en este caso en 2 Macabeos 12:46, donde se habla de sacrificios por las almas de los muertos. Si observamos las enseñanzas de Jesucristo, en la Parábola del Rico y Lázaro, precisamente lo que el Señor enseña es que una vez uno muere, los que están vivos nada pueden hacer por los muertos, ni los muertos por los vivos. Lucas 16:19-31.

El purgatorio. Por otro lado el concepto del purgatorio es antagonista con la obra de Cristo por nosotros, pues es la sangre de Cristo la que ha expiado el pecado, pero es nuestra boca la que ha de confesar para salvación por haber creído, Romanos 10:9-10. Por su parte Mateo 25:46 en palabras de Jesús habla de que aquellos irían al castigo eterno, y estos a la vida eterna, por lo tanto no hay una opción intermedia de purgatorio, la Biblia simplemente no lo menciona, Jesucristo no lo menciona, Dios no lo menciona. De nuevo Macabeos, en este caso en primer libro, capítulo 1, que es apócrifo, no dentro del canon, no inspirado, pero sí histórico, lo que está narrando es cómo Israel había adoptado las prácticas paganas de los griegos, tras la muerte de Alejandro, y en tiempos de Antíoco, entre los siglos V y I a.C. lo que se conoce como el silencio profético de 400 años, cuando cae Grecia y se levanta Roma, hasta que vino el Mesías Jesucristo. En ese libro, esos líderes invasores paganos, a los que no aceptaban las costumbres de los griegos, grandemente paganas, eran amenazados con ser degollados, lo que les llevó a la helenización de sus vidas.

Si un muerto de nuestros seres amados, en vida, no aceptó la salvación de Jesús, nada podemos hacer tras su muerte, más que confiar en la misericordia de Dios, si en algún momento que desconocemos entregó su vida a Cristo antes de la muerte, como le pasó a uno de los dos ladrones en la cruz que estaba junto a la de Cristo: “Acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino.” Lucas 23:42-44.

Lutero clavó sus 95 Tesis en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg precisamente para denunciar el engaño del Vaticano por vender indulgencias por orden del Papa León X, para conseguir fondos para la construcción de Basílica de San Pedro. Ya ven que la historia real demuestra que la excusa de mantener los libros apócrifos en las Biblias católicas no fue otro que mantener vivo el lucrativo negocio de la religión, a costa del engaño de millones de creyentes que no podían tener acceso a la Biblia, ni a la teología. Por ello, aquellos que lo iniciaron, y quienes siguen engañando a los creyentes darán cuenta ante el tribunal de Cristo.

Los catecismos han sido un intento de inculcar la doctrina cristiana, con el problema de mezclar tradición y doctrina, lo cual apartó nuestro corazón del Evangelio. La Reforma Protestante fue una vuelta a la Biblia, aunque no tardaría mucho en volver a enredarse con tradiciones y luchas doctrinales que han derivado en las muchas denominaciones. De ahí que el espíritu de la Reforma siga vivo en que es necesario que cada cristiano estudie la Biblia, porque es la Palabra de Dios, y en base al Nuevo Testamento y las Palabras del Maestro Jesucristo, conocer la interpretación correcta para no dejarse enredar en falsas doctrinas. Tras más de 500 años, ese espíritu de la Reforma, sigue reformando a cada cristiano que así sigue estudiando la Biblia con otros hermanos de forma humilde y para enseñar le mensaje de la Salvación a las nuevas generaciones. Para nosotros los hispanohablantes Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera “Biblia Reina-Valera” son el equivalente español de Lutero, que la tradujo al alemán, quienes tradujeron la Biblia de las lenguas originales al español, en el siglo XVI.

La salvación es tan importante para la persona a nivel individual que debe dedicarle tiempo a estudiarla, no dejándose enredar por las tradiciones y las costumbres, sino indagando cuál es la doctrina de Jesucristo, la cual solo se encuentra en La Biblia, en base al Nuevo Testamento, por Su preciosa sangre derramada, como de un Cordero sin mancha, para el pago de nuestros pecados; creer esto nos hace humildes y conocedores de que no tenemos capacidad propia para salvarnos, ni debemos intentarlo, pues nos constituiríamos en anti-Cristo.

 

UN SALVADOR TAN GRANDE

Si tenemos una salvación tan grande, en todos sus aspectos, es porque tenemos un Salvador que la hace tan grande, a Jesús, Yeshua, Yahshua, Emanuel, que es el nombre del Señor Jesucristo, el Hijo de Dios, que significa Salvación de Yahweh, la Salvación de Dios. La misma esencia de Cristo es ser nuestro Salvador. La Biblia nos dice: “Y en ningún otro hay salvación.” Hechos 4:12.

No podemos ni imaginar cómo se sintió el Señor cuando vio que el hombre sería pecador, y cómo tuvo que decidir hacerse hombre y venir al mundo, y en la época en la que vino, a morir en una cruz por nosotros, siendo Dios, estando en Su trono como Creador del universo, de todo lo que existe. Nuestra mente no abarca la magnitud de Su sentir pero ha recibido la bendición de Su gracia en que siendo aun pecadores Cristo dio Su vida por nosotros. Ningún otro personaje de la historia puede compararse a Jesús en ser Dios y hacerse hombre para dar Su vida por nosotros; todos los demás solo exigen cumplir leyes, normas, filosofías, pero no nos salvan. ¿Qué mayor demostración de amor puede darnos nuestro Padre Creador que Cristo haya muerto por nosotros para salvarnos? Los siguientes Textos Bíblicos nos muestran las distintas facetas de la Salvación, tanto del alma para vida eterna en la resurrección, como cada día en nuestras vidas:

 “Y Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Yahweh hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14 Yahweh peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. 15 Entonces Yahweh dijo a Moisés: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen”. Éxodo 14:13-15. La salida de Israel de Egipto.

“Pero la salvación de los justos es de Yahweh, y Él es su fortaleza en el tiempo de la angustia.” Salmo 37:38.

“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.” Zacarías 9:9.

“Y decían a la mujer: Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo.” Juan 4:42.

“Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” Hechos 4:12.

“Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.” Romanos 1:16-17.

“Pedro, apóstol de Jesucristo, a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas. Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos, para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero. En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas. 10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos. 12 A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles.” 1 carta del apóstol Pedro 1.

 

CONCLUSIÓN

La salvación es un milagro, nadie puede salvarse a sí mismo de la condenación y del infierno. La salvación es individual, no colectiva. Cada uno ha de venir a Cristo por Su preciosa sangre. Solo Jesucristo puede salvarnos, pero el milagro es el don de la fe en Su obra. El Salvador es el Nombre de Jesús, Yahshua, Yeshua, es la esencia del propio Jesucristo, Mesías, Salvador, Protector, Redentor, Hijo de Dios, Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz, Isaías 9:6.

El Espíritu Santo sigue haciendo Su obra de convencer al mundo de pecado, a través de cada cristiano que comparte el Evangelio, bien argumentado con base en la Palabra de Dios, y tocando el corazón de cada oyente. Si el hombre no se reconoce pecador, el engañador ha ganado la batalla en esa alma. Esa es la salvación para vida eterna. Pero la salvación es diaria en todas nuestras tribulaciones, donde Jesucristo nos asiste, donde el Espíritu Santo intercede por nosotros cada día, Romanos 8:26. Es por lo tanto nuestra labor la de predicar el verdadero Evangelio para cumplir con la Gran Comisión que trae la salvación al prójimo, que por la fe en la obra de Jesucristo reciban la vida eterna, y en vivir una vida en base al amor al prójimo en buenas obras con la actitud de las Bienaventuranzas, Mateo 5, la cual dará testimonio de nuestra verdadera fe. Cierro con el versículo central de la Biblia, que engloba el mensaje de la Salvación por amor de Dios:

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3.16. ¡Amén! Si crees este versículo, ¿Crees que tienes vida eterna?