LA ORACIÓN
CUANDO EL HOMBRE COMENZÓ A HABLAR CON DIOS
COMO ENCONTRAR EL CAMINO A DIOS
¿QUÉ OCURRE EN LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL CUANDO ORAS?
TIPOS DE ORACIÓN
© Carlos Padilla
Un día, cuando el hombre, el primer grupo de hombres que recibieron la facultad y el don de un corazón y una mente que podían ser a la semejanza de las de Dios, cuando Adán, esa primera generación de Génesis 5:2 comenzaba a percibir la grandeza de lo que le rodeaba y a preguntarse cómo era posible que la naturaleza, el cuerpo humano, el cosmos y todo lo que poco a poco podían percibir funcionase, y se sustentase día tras día, en ese día, el hombre comenzó su búsqueda de Dios, de ese Ser que todos presentimos que está y que sin Él no sería posible la perfección de la llamada creación, lo que somos y lo que nos rodea, ese día el hombre comenzó a orar a Dios. Si bien sabemos que el primer Adán, y Eva, perdieron su relación preciosa con Dios en Edén, por la caída, la humanidad tiene la necesidad de conocer a Dios.
La oración nació en el corazón del hombre, y hoy está en la mente de todos los que se hacen un alto en el tren de alta velocidad que es nuestra vida, en el afán diario por hacer todo lo que «hay que hacer». Y es, en este alto en el camino que el hombre, al igual que la primera generación de la humanidad, que mira a su alrededor y sale de la aglomeración de nuestra propia creación para buscar una mayor, y sale a la naturaleza y observa el cosmos, y es entonces cuando se cuestiona su soledad rodeado de miles de personas; comienza la búsqueda de la dimensión espiritual. En realidad no es necesario salir a ninguna parte, solo detenerse y hablar con Dios, pero la soledad para hacerlo es una necesidad, algo que el propio Señor Jesucristo hacía.
Al reflexionar, vienen a nuestra mente los recuerdos de la educación de la religión que nuestros padres, o la sociedad en la que nos criamos practicaban, e intentamos por ella llegar a ése Ser, para llenar el vacío que el mundo y la gente no pueden llenar, el vacío del alma espiritualmente. Poco tarda el hombre en darse cuenta que tras los ritos y la parafernalia no se halla más que liturgia.
Sin embargo la «lógica» de nuestra racionalidad, que se queda en la mirada de lo material como el animal, tiene miedo de dar el paso al abismo que supone negarse a lo conocido y emprender el camino a Dios, a quien no vemos con los ojos de la carne, cara a cara, aunque sí Su huella por el diseño de lo creado y por los milagros diarios inexplicables a nuestro alrededor. Este es el gran paso de la humanidad y donde el hombre realmente alcanza el nivel de hombre, al buscar a Dios con su corazón, su espíritu, al usar la capacidad de su mente en su alma para percibir el mundo de Dios, el mundo del Espíritu y no quedarse solo con lo que ve, o le han enseñado.
El hombre es más que el análisis científico, es más que la comparación, es más que la simple racionalidad, el hombre está hecho a la imagen de Dios en lo Espiritual. Dios nos ha capacitado para vivir con Él, porque de Él proviene nuestro espíritu, nuestra mente, y nuestra alma; eso en lo que no cree la evidencia de la creencia de la limitación de lo que se ve. Pero, sin embargo oramos buscando y hablando con Dios.
El hombre ha sido dotado del espíritu y de la mente para percibir y conocer a Dios. El resto de uso que demos al corazón y a la mente es temporal, pues todo es vanidad como dice Eclesiastés 1:2, excepto el conocimiento del Eterno.
CUANDO EL HOMBRE COMENZÓ A HABLAR CON DIOS
La oración, del latín oratio, orationis, se asemeja a la retórica griega, o rezar, también del latín recitare, ambas palabras hallan su significado en la acción de hablar o recitar, sea o no en voz alta. El Antiguo Testamento usa tefilah mayormente en Salmos. El Nuevo Testamento usa las palabras griegas proseújomai y eujé Lucas 11:1 o Hechos 6.6. Orar, es, pues, hablar con Dios. Es abrir nuestro espíritu, nuestro canal espiritual del alma del hombre, para que primero ésta se llene de la vida espiritual que no tenía, por el Espíritu de Dios, y segundo para que pueda transmitir a Dios el sentimiento de su espíritu, de su vida entera, que acumula las sensaciones y experiencias de las alegrías y las tristezas que vivimos en nuestro peregrinaje por el mundo.
Además de hablar con Dios, el hombre, al conocer a Dios comienza una relación personal que ya no dejará, porque su espíritu encuentra respuesta y amor de Dios, consuelo y alegría para su vida y para las vidas de otros, porque Dios, que nos escucha y es el progenitor de la misericordia, nos pondrá en la esencia de la intercesión, la cual procede de Él, esto es, que cuando pedimos en oración que nos acepte como hijos suyos, como sus amigos y que nos guíe y proteja, o cuando pedimos por otros, cuando intercedemos para que conozcan a Dios o para las necesidades de sus vidas, es porque Dios nos ha puesto a nosotros como transmisores de la oración, para que seamos partícipes de Su misericordia.
Pero ¿cómo es que el hombre, cualquier hombre de cualquier raza, etnia, y época podrá venir a Dios si en su cultura le han condicionado a usar intermediarios, espíritus, ídolos, santos, muertos, prácticas y todo tipo de condicionamientos? Si bien Dios conoce el corazón y la intención de cada uno de nosotros, la persona que busque. encontrará que primero el camino es incierto y que la puerta parece cerrada.
Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Juan 6:65.
“…Sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia.” Hechos 10:35.
“Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos.” Romanos 8:27.
Cuando Dios pesa el corazón de una persona que clama, lo primero que hace es revelarse a esta persona. Dependiendo de la época, antes o después de Cristo, le llevará a un hijo de Dios que conozca el Camino y la Puerta, le dará fe en la profecía o le presentará directamente, como hoy en día, al Mesías para que Le conozca por Su palabra y Ésta palabra le abrirá la Puerta y le ensañará el Camino, la Verdad y la Vida, Juan 14:6. Ese camino es Cristo.
COMO ENCONTRAR EL CAMINO A DIOS
Quiero llevar al lector en este apartado a la situación de hace miles de años, en un país lejano donde no se conoce la Biblia. La persona que busca a Dios y no conoce a Cristo, morirá teniendo fe y esperanza en la salvación por la misericordia de Dios. Mas hoy, Ud. y yo con los medios que tenemos y con el Evangelio a nuestro alcance, no tenemos excusa para no venir a Dios. Se nos ha predicado el único Mediador, la Puerta, el Camino y la Vida, el Hijo de Dios, el Salvador, Dios hecho hombre. (Isaías 9:6.). Jesucristo nos enseña que: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14:6.
Jesucristo ha muerto por todas las almas. Ahora bien, es la intención del corazón, lo que busca Dios. Si la persona ha vivido sin conocer a Cristo, ha quedado guardada para conocerle. El hombre necesita conocer a su salvador. El hombre no ora o habla con Dios libre de su enemistad originaria contra Dios hasta que confía su causa en la salvación que Dios provea y se reconoce pecador y busca en Dios el arrepentimiento, el perdón de Dios y Su amor y salvación. En el día del juicio, los que no Le conocieron conocerán que esa salvación es Dios mismo en su Hijo Unigénito, que vino al mundo para vencer una batalla que nosotros no podemos vencer, la muerte por el pecado. Cuando el hombre comprende su situación y se arrepiente, se bautiza para simbolizar su limpieza espiritual. Si ese hombre, o mujer, no ha conocido el Evangelio, queda guardado para conocer su bautismo en Cristo.
En nuestra época, cuando el hombre comprende que su limpieza por la Sangre de Cristo, derramada en la cruz del Calvario, el Espíritu Santo le revela que ésta sangre, en la región espiritual, es, en el Espíritu de Dios la que ha limpiado nuestro espíritu. Es entonces cuando deseamos dejar nuestra parte carnal y apartada de Dios, para elevarnos a un plano superior, a la dimensión espiritual donde está Dios, donde Dios quiere que vivamos en nuestra mente cada día, como templos del Espíritu Santo. Y siendo ya templos del Espíritu Santo, la oración está en el corazón mismo de Dios, quien nos habita por Su Espíritu, si hemos nacido de nuevo, Juan 3:3. Si el hombre practica ésta relación con Dios, y ora en el nombre de Jesucristo, del Ungido, este hombre ha nacido de nuevo, ha nacido en su mente y alma para vivir con Dios, como estaba proyectado en la mente de Dios antes de la creación del mundo, cuando dice: “A los que antes conoció…” Romanos 8:29. Estos son guardados para vida en la resurrección de los muertos, porque todas las personas resucitarán, pero solo estarán con Dios los que han vivido en la esperanza de la misericordia de Dios, por lo que al resucitar encuentran a Cristo y el Evangelio para ser inscritos en el árbol de la vida, único requisito que nos da acceso a la vida eterna junto a Dios, y esa inscripción es por la fe en Su sangre, por un corazón de humildad hacia Dios. Apocalipsis 20:15.
*Los niños que mueren y todos los paralíticos cerebrales tienen su parte con Dios ya que Dios solo necesita conocer el corazón que simboliza nuestro espíritu. Que el cerebro físico esté limitado no condiciona la mente, ya que la mente y el alma se van con Dios y es parte del nuevo cuerpo que resucita. La personalidad está en el espíritu del hombre.
Para los que no conocieron a Dios en su paso por la tierra, pero se arrepintieron, Dios ya ha provisto la salvación para que reciban a Jesucristo, como vemos en Mateo 12:40. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. Los hombres de Nínive (a los que predicó Jonás el arrepentimiento de su pecado) se levantarán con esta generación en el día del juicio y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar. La reina del Sur se levantará en el día del juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón, y hay más que Salomón en este lugar.
Quiere decir esto que hoy predicamos el Evangelio, abrimos y enseñamos el Camino a Dios por Jesucristo, todo claro y sin encubrir nada, toda la Biblia, y son muchos los que rechazan Su mensaje, estos serán condenados por los Ninivitas y por la reina del Sur, que representan las almas de los que quisieron conocer el Evangelio de Dios, el Camino como lo tenemos hoy y solo pudieron tener parte de él, pero dieron gloria a Dios y vivieron en la fe y la esperanza de la vida eterna y de la justicia por el Creador de todos los hombres.
“…también fue y predicó a los espíritus encarcelados.” 1 Pedro 3:19
“Conoce el Señor a los que son suyos.” 2 Tito 2:19.
“Conoceré como fui conocido.” 1 Corintios 13.12.
¿QUÉ OCURRE EN LA DIMENSIÓN ESPIRITUAL CUANDO ORAS?
Como hemos visto a lo largo de este capítulo de la oración, cuando el hombre ora, comunica su ser con Dios, usa la mente para transmitir y recibir el sentimiento, la vida espiritual, la guía de su vida, abre su corazón a Dios, y algo especial ocurre en esa dimensión donde está Dios porque la vida del que ora cambia para mejor siempre.
Cristo nos enseña que en los cielos hay ángeles, y que hay una batalla espiritual por las almas de los hombres, que hay guerra mientras no se acaben los tiempos cuando Él regrese en Su Reino. En Apocalipsis 5:8 y 8:3 encontramos que el incienso es asemejado y añadido a las oraciones de los santos (los vivos que hablan con Dios), es por esto que la oración hace que el que ora se una a una corriente de poder que da Dios, es como un río de aguas del Espíritu al que añadir agua de nuestras almas para aumentar la corriente y tener más fuerza al llegar al mar, el mundo, para que estas aguas vivas que llegan desde la montaña (donde vive Dios, simbólicamente hablando), traigan con fuerza el agua de la doctrina del Evangelio vivo. Los ángeles de Dios pueden ver los que son de Dios y luchar con ellos, así como los ángeles del enemigo huirán de los que oran porque temen ante la presencia del Espíritu de Dios en el que ora.
Al mismo tiempo que esto ocurre en el mundo espiritual, el alma de la persona que ora se llena del Espíritu de Dios que le da la fuerza para vivir de Su mano, y al corazón de Dios llega amor y gloria de aquellos que Él tanto ama. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Romanos 8:26.
Grandes hombres y mujeres de Dios han orado y cambiado el mundo con el poder de la oración porque Jesús nos dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Mateo 7:7. Y “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos…” Efesios 6:18.
La historia de Moisés en Éxodo 15:24-25 cuando endulzó las aguas con un árbol. La historia de Gedeón 6:39, cuando pidió la señal a Dios para atacar, contestada varias veces sin dejar a dudas. La historia de Ana que pidió un hijo y Dios se lo dio, en 1 Samuel 1:27. La historia del profeta Elías contra los 450 profetas de Baal, cuando oró para que Dios mandara fuego del cielo y consumiera el holocausto, y todo el pueblo reconoció que Yahweh es Dios, en 1 Reyes 18:37-38, o cuando oró a Dios y no llovió por tres años y seis meses, hasta que volvió a orar, Santiago 5:17. Las oraciones de Pedro o Pablo, o los apóstoles sanando enfermos, Hechos 3:1-10, resucitando muertos, siguiendo el ejemplo del Maestro, como en la resurrección de Lázaro, Juan 11:38-44, todos vencieron por la fe y por la oración. ¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdonados. Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. Santiago 5:13-16. El Señor Jesús oraba noches enteras, iba a Getsemaní y otros lugares apartados para orar. Si Dios hecho hombre oraba ¿Cuánto más nosotros que somos sus discípulos tendremos necesidad de orar?
Dios nos ha enseñado a orar en Jesucristo con Su ejemplo de oración durante noches enteras, y también con el famoso “Padre nuestro, que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad como en el cielo así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.” Mateo 6:9.
TIPOS DE ORACIÓN
Para leer sobre los distintos tipos de oración, ofrezco otro estudio Bíblico en este enlace:
https://www.jesucristo.net/tipos-de-oracion/
CONCLUSIÓN
¿Cuándo fue la última vez que miró su Smartphone, hace unos segundos? ¿Cuándo fue la última vez que sintonizó la emisora de Dios, o Le mandó un mensaje? Dios no tiene problemas de cobertura, siempre está disponible en el nombre de Cristo. Si en la vida diaria todos hablamos con los demás, queremos conectar con nuestra radio, TV., Internet, red social, para estar conectados con el mundo e informados, cuánto más nuestro espíritu necesitará estar conectado con Dios. Cuánto más nuestra mente ha de ser la mente de Cristo (1 Corintios 2:16). Y estos son los dos pilares de la vida del hombre que ama a Dios: el amor y la oración, y ahora tenemos un tercero, leer la Palabra de Dios.
No olvides luchar contra tu carne cada día y reservar varios momentos para orar. Cambiará tu vida para siempre. La oración del justo puede mucho, Santiago 5:16. Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 1 Tesalonicenses 5:16-18. ¡Amén!
Oración final: Padre, en nombre de Jesucristo, bendícenos con Tu paz, la cual reine en nuestros corazones y que Tú, que eres nuestro Dios nos unjas con espíritu de oración para que estemos contigo siempre, dándote gracias por darnos la vida, y por habernos dado la fe para creer en Ti y en tu Hijo Jesucristo, fe que quisiera pedirte para los que están viviendo en el vacío de sus mentes, para que Tú les envíes a Jesucristo para que Él les lleve a Ti y Te conozcan y sean salvos. Gracias por escucharme a mí y a los que se unan a esta oración. Gracias por enseñarnos Tus preciosos tesoros. Amén.