MISIONES
¿Qué es una misión? ¿Cuándo es de Dios?
¿Cuál es nuestra misión?
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Carlos Padilla, Agosto 2013
Nuestra misión en la vida es uno de los temas más importantes
que debemos abordar. Saber que es una misión, cuando es de Dios, y cual es la
nuestra también lo es. Existen dos tipos de misión en nuestra vida: la que se
refiere a la vida como hijos de hombre, y la que se refiere a la vida como hijos
de Dios. La primera engloba personalidad, familia, cultura, tradición,
educación, relaciones, profesión, intelecto, etc. La segunda engloba el alma y
el espíritu; nuestra relación con Dios, nuestra salvación, la vida eterna,
religión, espiritualidad, y una vez conocemos a Dios, nuestra función como
evangelistas, como buenos samaritanos y como miembros de la Iglesia.
Muchas personas identifican el concepto de
misión, o de misionero, solo con aquellas obras o personas que ayudan a los pobres
en países lejanos. Sin embargo la misión, cuando es cristiana,
Bíblicamente hablando, incluye obras que hacen personas en nuestra ciudad, a
nuestro alrededor, personas y obras cercanas. Pero lo más importante a la hora
de definir la misión cristiana es el
Evangelio para la gloria de Dios. La salvación del alma para vida eterna, y la
ayuda aquí en la tierra, nunca deben separarse.
Sería importante reconocer, y hacer ver a muchas
personas, a muchos cristianos en el mundo, que su obra realizada en el nombre
de Dios es una misión de Dios, es Bíblica, y por lo tanto han de ser
considerados misioneros, y han de considerarse a sí mismos misioneros. De hecho,
todo cristiano es un misionero de Dios, un evangelista y un
sacerdote, (1Pedro 2:9-10).
¿QUE ES UNA MISIÓN?
Una misión (del latín "missio" enviar) es
un llamamiento de una autoridad superior, una orden de lo alto que uno
recibe bajo autoridad para llevar a cabo una obra, no un proyecto propio de
nuestra propia mente. Lo que determina que una obra en particular, o un
ministerio cristiano es una misión, en el mundo cristiano es el llamamiento del Espíritu Santo en cada
uno de nosotros. El Espíritu Santo es la autoridad superior, quien nos llama y
pone bajo Su poder. Pero hay más. La misión que recibimos es nuestro timón, el
norte, la fuerza que nos dirige en la vida, la que hace que nuestro corazón
palpite con pasión de Dios. Cada cristiano recibe uno o varios dones del Espíritu que podrá
comprobar en la Biblia si son de Dios. Ese llamamiento es irresistible, pues es
de Dios. La cuestión es si debido a una filosofía de misión inadecuada
consideramos que nuestro llamamiento, nuestra misión es o no relevante para Dios
y para la Iglesia. El hombre sin una misión está perdido, sin rumbo, no sabe
para que vive y se siente fracasado e inútil, no vive, solo sobrevive.
Jesucristo es sin duda alguna la persona de la
historia que ha llevado a cabo la mayor misión jamás cumplida: la salvación para
vida eterna de aquellos que creen en Él como el unigénito hijo de Dios, como
Dios mismo, y quienes Le esperan en Su Reino. Una vez dio Su vida en la Cruz y resucitó, venciendo el poder del
pecado –la muerte– y ganando para nosotros la vida eterna, nos dejó una misión
que cumplir, la cual conocemos como
La Gran Comisión: Mateo 28:16-20.
Cada cristiano tiene, sin embargo un llamado, uno
o varios dones que el Espíritu Santo ha puesto en su vida para llevar a cabo la
misión específica, la cual es parte integrante de la Gran Comisión, que abarca
todo el tiempo y todas las misiones que incluye.
¿CUÁNDO UNA MISIÓN ES DE DIOS?
Una misión es de Dios cuando glorifica a Dios por
medios Bíblicos. Los
valores Bíblicos para una filosofía de misión incluyen el reconocimiento de que
la misión es de Dios, no nuestra, y que es por lo tanto sobrenatural, pues Dios
equipa a los que llama; no dependemos de nosotros mismos. El Señor siempre está
con nosotros hasta el fin del mundo.
La Biblia nos enseña a considerar la misión como
eclesial. Por lo tanto, debe realizar y utilizar todos los ministerios
misioneros conjuntamente por medio del Evangelio, para establecer iglesias
mundialmente, y que estas crezcan. La misión debe mostrar fraternidad real, una
unidad entre cristianos, entre iglesias, entre denominaciones, entre los grupos
ministeriales y extra eclesiásticos de las misiones. Además, la Biblia nos
muestra la misión como personal; somos las
personas individualmente las que formamos las iglesias y las que damos
testimonio con nuestras vidas, que han de ser parte de la misión. Tanto el
cristiano, como la Iglesia en su conjunto, y cada iglesia en particular, han de
considerar su vida un sacrificio vivo como parte de la misión de Dios.
Debido a que la teología de misión enfatiza la inspiración,
autoridad y suficiencia de la Biblia a todo hermano o
receptor del Evangelio, de cualquier cultura, es para la congregación una
garantía mantener clara Su validez. No se puede aceptar ningún otro
planteamiento religioso que distorsione el Evangelio, como teologías de libros de
las
culturas, porque la Biblia es el único libro que es la Palabra de Dios, profética y santa,
demostrado por el cumplimiento de todas las profecías, algo exclusivo de la
Biblia. Dios se comunica con toda cultura por la Biblia,
de ahí apoyar a los que la traducen y llevan a todas las culturas. Este ministerio
de traducción es una misión de Dios, pues da gloria a Dios y llama al hombre a
conocer a Dios. Solo así tendremos una filosofía de misión basada en la Biblia.
Es Dios quien hace esto posible a través de la
Trinidad; esto debemos enseñar. Él escoge y habilita para ello para demostrar,
por la Palabra, que Jesús es el único Señor y Salvador, ante las opciones de a
quienes predicamos, de distintas culturas y religiones, quienes no pueden presentar
una salvación hecha por un salvador, que además sea Dios el creador, y el Hijo
de Dios, sino que traen un mensaje: haz esto, para
obtener lo otro, basado los méritos y justicias propias. Hinduistas, budistas,
musulmanes, chinos, suramericanos, ortodoxos, celtas, etc., no importa cual sea nuestro
origen, todos traemos bagaje religioso, cultural y tradicional que debemos
abandonar y que no es de Dios, sino del hombre. La misión es,
pues, transcultural pues pasa de una cultura a otra, y además es multicultural,
de modo que nosotros como misioneros debemos permear toda cultura, desde la
nuestra, entendiendo la idiosincrasia de las demás, para presentar el Evangelio
de un modo adecuado a tales culturas, sin modificar el contenido del Evangelio.
El Evangelio, en su teología de misión de Dios
nos reta en sacrificio a presentarlo como el único Camino a Dios y a Su Reino,
pues Jesucristo, el único que ha dado Su vida por nosotros y ha resucitado dice:
"...Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre, sino por mí."
(Juan 14:6).
El verdadero cristiano es instrumento de Dios para llevar a cabo Su misión,
proclamar ese Reino a todos, empezando por su vecino y hasta donde cada uno
alcance. Esa misión es de Dios.
¿Cuál
es NUESTRA misión?
Ante todo uno debe conocer y tener una filosofía
de misión, lo cual es sumamente importante porque determina el objetivo personal
y congregacional en la misma. Cada cristiano depende de lo que incluye y cree
que es su misión. Pero la cuestión es si ésta es Bíblica, si se sostiene e
incluye los conceptos Bíblicos como base misional. Además debe integrarse en la
realidad contemporánea, poder aplicar el valor Bíblico de las enseñanzas de
Jesús a los apóstoles, en nuestros días.
Por otra parte ha de ser considerada misión de
Dios, estar dirigida por el Espíritu Santo. Si esta filosofía se
adapta bien al contexto cultural, local, circunstancial, y se usan bien los dones
del Espíritu, y colabora con las organizaciones misioneras y otras iglesias para
conseguirlo, permanecerá en continua reforma, según la cultura y la época a
nuestro alrededor cambie, sin alterar el mensaje del Evangelio. La misión finalmente ha de ser para la gloria de Dios.
Con estos requisitos, el cristiano tiene las
garantías de que saber si la llama misionera que arde en su corazón es de Dios. Primero, porque
lo ha recibido como parte de su llamamiento cuando recibió a Jesucristo.
Segundo, porque es recurrente, no puede vivir sin llevarlo a cabo. Tercero,
porque ha comprobado que es Bíblica. Cuarto, porque tras haber orado y ayunado
dejando la misión en las manos de Dios, ésta sigue siendo un llamamiento, aunque
no disponga hoy de todos los recursos para llevarla acabo, y Dios capacita al
que llama. Quinto, porque ha recibido señales de parte de Dios, la cuales han
sido pedidas en oración. Sexto, porque lo ha compartido con los hermanos de la
iglesia y ha encontrado el apoyo para llevarlo a cabo, y lo han entendido como
de Dios. Y, séptimo, porque su misión es para la
gloria de Dios.
...Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a
los que conforme a su propósito son llamados. 29Porque a los que
antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la
imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. 30Y
a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también
justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó. 31¿Qué,
pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? 32El
que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros,
¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? Romanos 8:28.
...Porque
irrevocables son los dones y el llamamiento de Dios.
Romanos 11:29.
...Por
tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro
Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el
evangelio según el poder de Dios, 9quien nos
salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras,
sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes
de los tiempos de los siglos, 10pero que ahora ha sido manifestada
por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó
a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio, 11del cual yo fui
constituido predicador, apóstol y maestro de los gentiles. 2Timoteo 1:8.
Una vez tenga claro cual es su misión, puede
prepararse para llevarla a cabo a través de las
Disciplinas Espirituales.
CONCLUSIÓN
Jesús nos dice a quienes va a considerar haciendo
la misión de la Iglesia, en Mateo 25:31-46: "...Venid, benditos de mi Padre,
heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque
tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui
forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí..." Si usted ayuda en su iglesia,
limpia el suelo, es técnico, dona fondos, da de comer a los pobres, da un techo
al que no tiene, ropa al desnudo, o visita a los enfermos, ora por los que
necesitan, es parte del ministerio de prisiones, predica, o es pastor, o esposa
de pastor, o hijo/a de pastor, o canta en el coro, etc, etc, etc, y ese es su
llamado, está sirviendo a Dios y dando gloria a Dios; esa es su misión.
Las dos preguntas que nos quedan que hacernos, y
cuyas respuestas nos proveen de la visión del alcance de las misiones, y nos
aclaran si nuestra misión particular es de Dios, son: ¿Es cada una de
estas misiones solo válida si se hace a 10.000kms, o lo es si se hace en nuestra
ciudad? y ¿Es solo una, o son todas las misiones parte de la Gran Comisión? Sin
lugar a dudas, se haga donde se haga, es misión de Dios. Ahora bien, para que
algunas de estas misiones se lleven a cabo, bien donde vivimos, bien en el otro
lado del planeta, hace falta la colaboración entre iglesias y sus ministerios, y
enviar a aquellos que han sido preparados y llamados para ayudar a dejar
establecidas las iglesias de cada país, para que estas a su vez llenen sus
ciudades del Evangelio de Cristo y puedan llegar a ser autosuficientes. Pero la segunda respuesta es que toda misión
incluye todos los ministerios y dones, los cuales son misiones en particular de
las que todos formamos parte como cuerpo de Cristo. Con esta visión de toda la
Iglesia mundial, y con la actuación local en mente y en el corazón podremos dar
la gloria a Dios en todo aquello que hagamos que haya venido de Él. Así,
las
misiones de Mateo 25:31-46 forman parte de Mateo 28:16-20, La Gran Comisión.
La preciosa historia de Nehemías y su colaboración con el sacerdote Esdras es uno
de los pasajes Bíblicos que nos servirán siempre como guía de una misión de
Dios. Identificó la misión y aprovechó su posición. Como líder carismático animó
al pueblo a edificar el muro, con estrategia de defensa y obra al mismo tiempo,
pues los que trabajaban en el muro, en una mano tenían la herramientas y en la
otra la espada, Nehemías 4:17. Usó
los dones de todos en la misión, nombrando dirigentes. Aceptó a extranjeros y
locales que eran fieles al Señor. Mantuvo una buena comunicación con todos en el proyecto.
No estuvo
exento de oposición en su misión por parte de locales y extranjeros enemigos del
Señor, lo cual también sufrimos y sufriremos todos los que queremos glorificar a
Dios, pero el triunfo es de Dios para Su gloria. El objetivo
fue la gloria de Dios, devolviendo a los sacerdotes y levitas a sus funciones, trayendo la Ley
al pueblo y dedicándole el muro a Dios. Lo puede leer en los libros de la
Biblia: Esdras y Nehemías, sobre el 450 a.C.
Al igual que Nehemías y Esdras el discípulo de
Jesucristo sabrá siempre cual es su misión, y que es de Dios, porque la unción
misma que el Espíritu Santo le confirma, le enseña constantemente y reafirma en
lo que hace. Esto es posible en una relación personal con Dios a través de
Jesucristo y por el Espíritu Santo, profunda,
diaria, permanente, en todo momento. Creo que el Texto Bíblico de 1Juan 2:27 es
tan relevante que se ha convertido en fundamento sólido para nuestra fe de
misión, y con él me despido, si Dios quiere hasta el próximo estudio Bíblico:
...Pero la unción que
vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que
nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas,
y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él.
Amen.
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