
MARÍA MAGDALENA
EL ALMA ARREPENTIDA
© Carlos Padilla – 1997
María Magdalena simboliza nuestra alma pecadora que se arrepiente ante el gran amor de nuestro Señor Jesucristo, que ha llegado hasta dar Su vida en la cruz del Calvario para pagar por nuestros pecados, y quien por Su gracia nos mira con compasión y misericordia. La famosa mujer que siguió a Jesús y que Leonardo Da Vinci pareció pintar junto al Señor, según algunas interpretaciones. La primera persona que vio a Jesús resucitado, había sido sanada por Jesús, estuvo junto a la Cruz, presenció el sepelio de Jesús, fue María Magdalena. De la ciudad de Magdala, a la orilla del Mar de Galilea, o Lago de Genesaret, o Lago de Tiberíades, de donde provenía esta discípula de Jesucristo. Los arqueólogos han encontrado la Piedra de Magdala.
La mujer que por las circunstancias de su vida cayo en prostitución. En Lucas 7:39, el relato habla de la mujer que parece ser esta María, y la compara con una mujer pecadora, en sentido de prostitución. Desde luego su alma no estaba llena de alegría con lo que había conseguido, se sentía fracasada y se conocía pecadora. Había errado en su vida. Veamos este relato de la Sagrada Escritura en el sentido espiritual y como lo podemos aplicar a cada uno de nosotros.
Todos en nuestra vida podemos sufrir graves problemas, y muchos, por sus circunstancias han caído en depresión, vicios y drogas de las que ya no saben salir. Pero, cuando encuentran al Señor -porque Él siempre se acerca a nosotros- al verle y conocer como es Él, caen llorando a sus pies, porque el Señor nos ha amado estando nosotros en nuestros pecados, en soledad, a veces en inmundicia. Así, nuestra alma, como la de María Magdalena, al ver al Señor que nos dice que nos ama, aunque estemos en el fango del pecado -porque todos somos pecadores, y aquel que se justifique es anti-Cristo- “…pues todos pecaron y son destituidos de la gloria de Dios… Romanos 3:23” caemos a Sus pies llorando por tanto amor, como para haber dado la vida en la cruz para salvarnos de la soledad eterna, y cambiar nuestras vidas en la Tierra y para vida eterna.
¡Qué amor tan grande tienes Padre! que has querido venir en carne, en Tu Hijo Jesucristo para morir por mí, para dar Tu vida por mí, si yo no Te merezco, y Tú me has vencido a mirarme. Bendito seas Señor, mi Señor. Cómo no me voy a entregar a ti si Tú me enseñas que ame a mis enemigos, como cuando yo era Tu enemigo y me amaste. Enséñame a amar con ese amor con el que Tu amas!
Claro, cuando María Magdalena vio al Señor y cómo perdonaba a los que se arrepentían, tuvo fe, y vino a los pies de Cristo. He aquí nuestra alma a los pies de Cristo llena de pecados, pero llorando porque Él nos da la vida, y nos hace limpios ante Él por Su Sangre, y conocemos el arrepentimiento, el cambio de mente y de manera de vivir. Como dijo a la adultera: “…ve y no peques más… Juan 8:11” ¿Cómo voy a querer pecar más? ya lucharé yo orando a Ti para que me des fuerzas para no pecar, porque ya no quiero añadir más dolor a tu Cruz, Señor.
Cristo echó a siete espíritus fuera del alma de María Magdalena, que simbolizan todos los espíritus malignos que hay en cada uno de nosotros antes de conocer a Cristo. Cuando Él nos mira y Le percibimos, si nos entregamos a Él, Él entra en nosotros y echa fuera a todo espíritu del mal, al entrar Él con el Espíritu Santo. “…He aquí, Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono… Apocalipsis 3:20”. No trates de limpiarte tu primero para que luego entre Cristo, porque el único que puede luchar contra Satanás y vencer es Cristo, y nuestra alma es el Templo de Dios, es Su tierra prometida, y es Él quien la tiene que conquistar y reinar en ella.
Si tomamos como ejemplo la jerarquía de un ejército, podremos comprender como funciona el diablo y sus ejércitos. Cristo es el Rey, todos están bajo Su poder y al liberar Él nuestra alma, le ordena a todo el ejército de Satanás que salga de aquella tierra donde ahora, una vez se lo hayamos pedido, reina el Rey de Reyes, quién tiene poder sobre todo el ejército enemigo, con Su poder y mayor ejército de ángeles.
Los siete espíritus que el Señor saca del alma del creyente que viene a Él arrepentido, son todos esos principados y potestades de los aires que dominan a una persona, su alma, a base de encargarse de minarla con vicios y pecados, tales como el adulterio, la fornicación, el alcohol, las drogas, el tabaco, la idolatría, la homosexualidad, la prostitución, donde nuestra querida hermana cayó, que sea bendita ella porque al Señor le agradó que ella fuera recordada y además nos sirva de ayuda para comprender por parábola la situación del alma de cada uno de nosotros.
Sírvanos también esta porción del Evangelio, para comprender que la prostitución espiritual es usar nuestra alma para otros espíritus que no sean el de Dios, que para eso fuimos creados, porque somos templo del Espíritu Santo. Igualmente, todo aquel que quiera usar algún intermediario que no sea el Esposo, el Hijo de Dios, el esposo de nuestra alma, y vaya a los muertos, las vírgenes, santos, o cualquier otro camino para comunicar con el mundo espiritual, rituales de sectas o religiones, también será considerada su alma una ramera espiritual y por lo tanto enemiga del Esposo.
Deja que Cristo entre en ti con el Espíritu Santo y reine en tu alma, y Él sacará a todo espíritu que mora en ti hoy, Él los echa fuera. Tuyo es, Señor, el Reino, y el Poder, y la Gloria, por los siglos de los siglos, Amén.