JESUCRISTO VUELVE

EL ÚLTIMO TIEMPO DE LA IGLESIA

© Carlos Padilla – Mayo 2020

Jesucristo vuelve es un mensaje que en este tiempo que estamos viviendo en medio del coronavirus, desde antes de la Semana Santa de 2020, parece ser más relevante que desde que Jesucristo resucitó y los ángeles advirtieron a los apóstoles: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como Le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:11). Pero la pregunta que muchos cristianos y no creyentes se están haciendo hoy, según el incremento exponencial mostrado por los buscadores de internet y los e-mails que recibimos los que gestionamos páginas web cristianas, es si esta situación se relaciona con el fin del mundo, con la Segunda Venida de Jesús, con la Gran Tribulación, con Armagedón, con el anticristo, y los demás acontecimientos previstos en la Biblia relacionados con el tiempo del fin. Parece que este puede ser el último tiempo de la Iglesia, la última oportunidad para ser los discípulos que Aquel que dio Su vida por nosotros en la cruz se merece antes de regresar para establecer Su Reino. 

Pero el punto que quisiera resaltar es si este es el último tiempo, la última oportunidad para la Iglesia en el mundo, de cumplir con alguna misión final, y ¿hay algún mensaje en la Biblia, algún Texto que lo afirme o la Iglesia ya ha concluido la Gran Comisión, antes de que venga el Señor que se la asignó? Según leemos en (1 Timoteo 4:1, 2; y en 2 Timoteo 3:1-5) habrá tiempos difíciles en los días finales, comenta el Dr. Berkhof (Teología Sistemática). Todos los apóstoles coinciden con los teólogos más eruditos en que debemos esperar una creciente apostasía al final, la cual ya está instaurándose en el mundo laicista y ateo, y con cada vez más iglesias y cristianos apartados de la verdad Bíblica: negación de la Trinidad (1 Juan 2:22,23), negación de la encarnación de Cristo (Ibíd. + 4:3; 2 Juan 7) y la negación de la doctrina del regreso de Cristo (2 Pedro 3:4) (Teología Básica, Dr. Ryrie). Estas características van de la mano en el tiempo que ya se vislumbra de la apostasía, una decadencia moral que lleva al abandono de la fe y la verdadera doctrina, para dejar una iglesia ecuménica más enfocada en el humanismo que en Dios, engañada por la reinventada teología de la liberación, ahora ecologista, que puede cambiarse por aquello que consiga apoyo político, económico y de las modas de las masas. Un estilo de vida previo al coronavirus, que vemos en (2 Timoteo 3:1-5): egoísmo, amor al dinero, un espíritu orgulloso, la blasfemia, los hijos desobedientes a los padres, ingratos, sin santidad, sin afecto natural, enemistad y enfrentamiento entre los hombres, siendo engañados para que no se pongan de acuerdo, y esto en todos los ámbitos, desde una familia al gobierno de cada nación, se calumnian pisoteándose unos a otros, lo vemos en los debates políticos, no tienen dominio propio, son salvajes, aborrecedores de los bueno, traidores, temerarios e imprudentes, altivos, aman las experiencias placenteras y la falsa adoración social. Todo esto llevará al establecimiento de Babilonia, un sistema político mundial con una religión ecuménica mundial y políticamente correcta, atea, de liturgia social, no muy diferente de lo que ya hemos vivido en los últimos tiempos. Por otra parte las profecías Bíblicas finales referentes al hombre de pecado y la apostasía tienen su lugar escatológico en la Gran Tribulación, con el anticristo ejerciendo un poder eclesiástico y político, ese tiempo sobre el cual unos dicen que la Iglesia ya no estará, otros que estará la mitad, y otros que pasará por ella. El apóstol Pablo ya vio parte de ese espíritu en su tiempo y advierte que crecerá al final (2 Tesalonicenses 2:3). La Iglesia verdadera, los que creen en Jesucristo y aman Su Palabra, serán trasladados de la tierra al cielo antes de la destrucción de los cielos y la tierra que existen ahora, y del mundo enemigo de Dios: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos ardiendo pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas… …Pero nosotros esperamos, según Sus promesas cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.” (2 Pedro 3:10-13).

El apóstol Pedro nos advierte sobre el cambio de cielos y tierra, y, por su parte, el apóstol Pablo nos aporta información detallada de lo que ocurrirá a la Iglesia en ese momento que Pedro describe. Según ellos y el cúmulo de características actuales en el mundo, este, parece ser el último tiempo de la Iglesia antes de su arrebatamiento y de la Segunda Venida de Jesucristo. En lo que no todos los eruditos actuales están de acuerdo es en si el acontecimiento será dividido en dos eventos separados por el periodo de juicio de la Gran Tribulación, o si son simultáneos y la Iglesia ya no estará en la tierra cuando ocurra, como indica (1 Tesalonicenses 4:16-18): “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.”

Esta Iglesia es el cuerpo de  Cristo el cual tiene profetizado un tiempo final en la tierra, antes de ser llevada por Él a Su reino. ¿Y cuál es la verdadera Iglesia? Iglesia viene del griego ek kaleo –llamar de fuera (Diccionario Bíblico Ilustrado, Vilá y Escuain)– de donde viene ekklesia (Diccionario Expositivo, Vine), se refiere a los que han recibido el Evangelio por el cual fueron llamados de fuera y acudieron a Jesucristo. El último tiempo de la Iglesia universal se refiere al tiempo final que acabo de describir, en el que la Iglesia estará en la tierra, antes del arrebatamiento del que habla Pablo. Por lo tanto la Iglesia debe esperar que, según las profecías de las Escrituras, el tiempo final antes del arrebatamiento sea un tiempo en el que se vaya vislumbrando el fin del tiempo de los gentiles, y se vaya manifestando el carácter del hombre de pecado que se opone contra los cristianos, como vemos que el mundo ya hace, incluido occidente y las nuevas potencias, y que finalmente lo hará contra toda religión que tenga cualquier recuerdo de Jesucristo, llevando al ateísmo, a una religión ecuménica atea. El erudito Trenchard, en su obra (Bosquejos de Doctrina Fundamental) aporta que el aumento, la frecuencia y el poder destructor de las guerras, la extensión universal de la predicación del Evangelio, el retorno de los judíos a Israel desde 1948 –ya llevan una generación Bíblica de 70 años– ha preservado al pueblo de Israel tras el Holocausto, y es algo que muy pocos habrían creído en la Segunda Guerra Mundial. Por último el federalismo de Europa lleva a muchos a pensar en un renovado Imperio Romano. Estos temas están ya vivos en nuestra sociedad, lo cual nos sitúa ante un estado previo a que el arrebatamiento pueda ser inminente; bajo la interpretación pretribulacionista, libraría a la Iglesia de pasar por la Gran Tribulación, descrita por el Señor como el peor periodo de tiempo que pasará. Pero hay otros cristianos que interpretan las cosas de otra forma. San Agustín, en su obra “La Ciudad de Dios” (Historia del Cristianismo I, Dr. Justo González) sentó un precedente que perdura e identifica a la Iglesia con el Reino, en lugar de Roma y su caída, lo cual es base del posmilenialismo que ve al Reino, no en decadencia sino en un avance por la evangelización, algo difícilmente defendible Biblia en mano. Sea cual sea la interpretación del lector, lo cierto es que el último tiempo de la Iglesia en la tierra tendrá un evento final que es el arrebatamiento y por otra parte, hay señales previas a este evento que nos alertan para que, como dijo el Señor, velemos (Marcos 13:3-37).

La Iglesia se vuelca en buenas obras, que es la petición del Señor y de los apóstoles en sus cartas. ¿Qué es lo que hemos de hacer, junto a llevar el Evangelio, en todo tiempo, pero ahora más?: “…porque tuve hambre y me disteis de comer…” este es el Texto conocido como El Juicio a las Naciones (Mateo 25:31-46). Pero si somos nosotros los que tenemos necesidad, vayamos humildemente a recibir ayuda a las iglesias, los bancos de alimentos, los hermanos, familiares, amigos. Si podemos sobrevivir a esta situación y ayudar, demos tiempo, dinero, consuelo, afecto, oración, amor de Dios. En este último tiempo para la Iglesia solo hay una tercera cosa –además del Evangelio y las Buenas Obras, que hemos de hacer- y la estamos viendo desde que llegó la pandemia: Las iglesias y los cristianos se unen más que antes en la causa común ante una especie de clamor de Dios, un despertar que algunos están viendo un último gran avivamiento, no porque se vaya a convertir a Jesucristo todo el mundo, lo cual es contrario a la profecía del Señor en la Biblia para el último tiempo, sino porque queda trabajo de discípulos que hacer tomando nuestra cruz cada día para seguir al Señor, de modo que cuando venga nos halle haciendo así.

A los héroes que están dando sus vidas por una sociedad que no estaba preparada para lo que ha venido, los que están en primera línea saben que en los cristianos se pueden apoyar, recibir ayuda y oración: enfermeras, médicos, farmacias, funerarias y todos los que nos proveen de comida y recursos, además de las fuerzas del orden. Los cristianos estamos en primera línea con misioneros, ONG cristianas, iglesias con grupos preparados de emergencia, se han montado hospitales de campaña en Italia y en N.Y. se ha apoyado con comidas para el personal médico en Madrid IFEMA, se cuida y atiende a los que lo necesitan, también se ayuda y colabora con ONGs no cristianas. Pero un día ya no estará la Iglesia, habrá sido llevada por el Señor.

El arrebatamiento de los cristianos se refleja cuando Jesús dice que en la casa del Padre hay mucha moradas que iba a preparar para volver a por nosotros (Juan 14:1-3). Que seríamos transformados vivos para recibir al Señor (1 Corintios 15:50-58; 1 Tesalonicenses 4:13-18). No debemos olvidar que en el mismo evento del arrebatamiento, lo que algunos llaman rapto y otros añaden secreto –hay una película con Nicolas Cage: Dejados Atrás, del inglés Left Behind– lo primero que ocurre es la resurrección de los muertos en Cristo, los cuales reciben los nuevos cuerpos celestiales, y los vivos en Cristo son transformados a esos nuevos cuerpos, y los dos grupos juntos son llevados al cielo. Esto es lo que estamos esperando, lo que es inminente en el sentido de que no podemos saber el día ni la hora, pero sí podemos saber, como hemos visto, que las condiciones proféticas Bíblicas que el Señor y los apóstoles anunciaron se han cumplido si nuestro entendimiento es pretribulacionista. Si creemos en el mid o postribulacionismo, todavía faltan los 7 sellos, 7 trompetas y 7 copas, el tiempo de (Apocalipsis, Caps. 6 al 20), terremotos de proporciones globales, asteroides y estrellas que impactan la tierra, cambios cósmicos que incluyen al sol y la luna, acontecimientos de otra escala, si los comparamos con el coronavirus.

Para terminar, decir que este coronavirus Covid 19, cuyo nombre científico es SARS-CoV2 no es el desencadénate de la Segunda Venida de Jesucristo –también hay una película de 2011 que es idéntica a lo que estamos viviendo, hasta unos detalles que hacen sospechar, llamada Contagio, con Matt Damon– ni es una profecía Bíblica, pero si es parte de las señales de un mundo que agoniza, de una humanidad que rechaza a Dios, a su Creador, a su Padre y Salvador, y que como tantas veces, sufre las consecuencias de hacerlo mal, como los hijos que desobedecen a sus padres y pagan las consecuencias, a veces graves, a veces con sus vidas. Dicen los científicos que el virus está mutando y que hay varias cepas, unas más mortíferas que otras y que es la explicación de que en algunos lugares haya causado más muertes que en otros, como en Milán, Madrid, Londres o Nueva York. Por cierto, el que esté mutando quiere decir que está muriendo, ya que según la biología las mutaciones son deterioros, no mejoras; algunos pensamos que al morir solo les queda fuerza para dañar ante su fin, y la energía maligna que les queda solo se centra en hacer daño, al igual que ocurre en el cáncer, por ejemplo, que son células mutadas y por ello son mortales. No obstante, ahora el virus ha pasado a un segundo plano para los que no lo han sufrido de cerca, porque la preocupación mundial de los líderes ya no es tanto el virus, ni las personas, sino una economía destruida, paro, hambre, empresas quebradas, niños sin colegios, abuelos muertos, un mundo caótico con un futuro incierto que puede convertirse en una situación previa a un estado de sitio general perfecto para un líder mundial que engañe a todos y que la Biblia llama hombre de pecado o anticristo.

Conclusión

¡Jesucristo vuelve! “…Pero del día y la hora nadie sabe… Mateo 24:36”. No es posible predecir el día y la hora, la Biblia lo prohíbe. Muchos falsos profetas, sectas e iglesias lo han hecho y ha fallado, quedando en ridículo y descreditados, por desobediencia a Dios. Pero sí sabemos que la Biblia nos advierte de los tiempos finales y el Señor Jesucristo nos advierte de no menospreciar las profecías. Por lo tanto hacemos bien en estudiarlas y evitar el engaño. Muchos están teniendo sueños de la venida del Señor, y se cumplirán, pero no sabemos si será este mes, este año o en pocos años, pero lo cierto es que las profecías ya están cumplidas, pero nuestra esperanza y confianza estén puestas en el Señor y en Su Venida, porque Jesucristo vuelve.

Jesucristo vuelve, Su regreso es inminente y el coronavirus no es la Gran Tribulación, pero sirve de llamamiento al mundo y a la Iglesia para que sea la sal de la tierra y la luz del mundo, porque el Reino de Dios está entre nosotros (Lucas 17:21) y Jesús está con nosotros todos los días, hasta el fin del mundo (Mateo 28:20). ¡Maranatha! ¡Jesucristo vuelve! ¡Amén!