HAMARTIOLOGÍA
¿QUE ES EL PECADO?
© Carlos Padilla, Marzo 2020
La Hamartiología o estudio del pecado es una parte de la doctrina cristiana fundamental por estar fuertemente vinculada a otras doctrinas básicas del cristianismo. El concepto que se tenga del pecado, de su origen, de sus consecuencias y de lo que Cristo dice sobre dicha temática, cambia la mente del hombre. Una vez estudiamos el concepto a la luz de La Biblia, la variedad de términos, tanto en el Antiguo Testamento, donde encontramos ocho términos, como en el Nuevo, donde encontramos doce, da una perspectiva completa desde todos los ángulos de la vida del hombre y bajo la mirada de Dios Creador nuestro. La Biblia enseña además de los conceptos, los tipos específicos de pecado que existen, las distintas fuentes del mismo, y por supuesto las consecuencias desastrosas, no solo para la vida personal, sino para la colectiva y para la histórica de la humanidad. La buena noticia es que hay una solución para el pecado, esa situación en la que el hombre vive apartado de Dios, y es la gracia divina, y una obra redentora de la culpa, la de la Cruz de Cristo y Su sangre derramada para remisión del pecado. La herencia del pecado a toda la humanidad nos ha dejado en una situación que necesitaba del rescate de nuestro amoroso Padre y de Su Hijo Jesucristo, quien antes de la fundación del mundo ya decidió ofrecernos el perdón de pecados. Pero el hombre ha de creer que está en pecado. Aunque sea evidente, muchos cierran su corazón a esta realidad, hoy llamada corrupción; ese mal extendido a todas las instancias de poder a nivel mundial. El hombre ha sido imputado de pecado, hallado culpable y sentenciado a muerte, y esta eternamente separado de Dios. Para convencer al hombre de pecado, el propio Cristo enseña que cuando viniera el Espíritu Santo convencería al mundo de pecado, de justicia y de juicio, como leemos en el Evangelio del Apóstol Juan (16:8-9), pero hay esperanza.
Hamartiología
La hamartiología es la parte de la teología dedicada al estudio, origen y naturaleza del pecado. Como parte fundamental de la Teología Sistemática presenta la situación el que está el hombre tras la aparición del pecado, su naturaleza, su causa, origen y fuente, para presentar cuál es el plan de Dios para que el hombre salga de esta situación de caída de su esencia original que lleva impresa la imagen y semejanza de Dios creador. El mal en el mundo es un tema que ya los filósofos trataban de comprender llegando a distintas respuestas desde la razón limitada del hombre, como que era parte de las cosas, pero otros comprendieron que había una causa voluntaria en el hombre y su libre elección,[1] lo cual es una postura más cercana a lo expuesto en la Biblia. Ya Ireneo de Lion[2] en su doctrina comprende que incluso el pecado está dentro de los planes de Dios para la historia de la humanidad, no como el origen del mismo sino como quien provee para aquellos que Le aman un plan de salvación, incluso si pecan contra Él.
El Concepto de Pecado
El concepto del término pecado procede de varios términos que hallamos en la Biblia, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento. El más conocido es el término griego hamartanó[3] que significa desviarse de un curso recto. Se ha usado la idea del arquero que falla a la diana. Pero el concepto va más allá de errar el tiro; se trata de hacerlo adrede. Ese es el concepto de pecado que la Biblia atribuye al hombre, quien, cuando voluntariamente se aparta de Dios para vivir su vida en desobediencia de Él. Es por ello que se imputa el pecado y se castiga. En el hebreo del Antiguo Testamento el concepto sería chata’. Otros conceptos del A.T. son ma’al en referncia a traición, aplicable a la desobediencia de Adán. Ra, romper o arruinar; pasha, rebelarse; awon, iniquidad o transgresión; shagag, errar; asham, culpabilidad del hombre, intencionada o no, pero sí expiada ante el sacrificio del tabernáculo; rasha, es lo malo, y taah se refiere a extraviado. En el Nuevo Testamento, además de hamartia[4] –que da nombre al concepto del que toma la disciplina que estudia el pecado– hallamos otros términos,[5] como kakos como mal físico o enfermedad; poneros como mal moral (Mt. 12:39); asebes como impío (1 P. 4:18); enochos como culpable y merecedor de muerte (Mt. 5:21); adikia como mala conducta; anomos como sin ley o inicuo; parabates como transgresor de la ley; agnoein como la adoración ignorante de otro que no sea Dios verdadero (Ro. 2:4) como podría ser la idolatría católica o indígena que ignora la Biblia; planao, extravío culpable; paraptoma es ofensa, e hypocrisis hace referencia a la falsa interpretación o pretendido oráculo (Gá. 2:11). Es necesario distinguir entre pecado, y pecados, además de la transgresión. El primero acabamos de describirlo como la actitud del hombre. El segundo, es cuántas veces el hombre ha fallado en su vida ante la Ley de Dios, ante Sus Mandamientos, y serán parte del juicio contra él. Lo último se inicia en Adán cuando desobedece a Dios en un Mandamiento específico y que conoce. Se pueden resumir los conceptos del A.T. y N.T. en el orden que propone Ryrie[6] para pecado: errar el blanco, maldad, rebelión, iniquidad, extravío, perversidad, andar errante, impiedad, crimen, andar fuera de la ley, transgresión, ofensa o ignorancia.
El Origen del Pecado
El origen del pecado debe abordarse desde dos puntos de vista, uno sobre su origen en el universo, y otro sobre su origen en la humanidad, pero en ambos casos no fue en el hombre, sino en el diablo, quien, como dice la Biblia “peca desde el principio” (1 Jn. 3:8). En el jardín del Edén (Gn. 3) engaña al hombre al conseguir que éste peque, a través de Eva, cuando le ofrece comer del fruto del árbol prohibido, diciéndole que adquiriría la sabiduría, y que no moriría, siendo igual a Dios. El hombre fue seducido por lo que obtendría pero no valoró su desobediencia a Dios y las consecuencias. En (1 Jn. 3:18) vemos el argumento en las Escrituras sobre el origen del pecado que Juan expone.
Podemos concluir que la fuente y la causa del pecado no es Dios. Que el origen es Satanás y que el hombre, en su caída lo perpetúa en el mundo y lo hereda la raza humana. Es, pues nuestra responsabilidad escoger no pecar, orar y amar a Dios, y es el hombre el que tiene esa capacidad de elección, y cuenta con una promesa de Dios que nos da una fuerza especial a los que la piden. Por lo tanto el origen del pecado no fue en éste mundo, el cual es la causa, no fue en el Edén, sino en la esfera angelical[7] por la rebelión de Satanás de su propia posición, quien luego reclutó a otros ángeles para su batalla contra Dios y contra el hombre.
El Pecado Original – La Caída de Adán
El pecado original[8] es un concepto, un término teológico en hamartiología que se utiliza para explicar que todos los seres humanos han heredado la naturaleza caída de Adán, quien cometió el primer pecado al cometer la transgresión contra Dios y perder la relación privilegiada que tenía con Él (Gn. 3).
Naturaleza del Pecado
La naturaleza del pecado es de carácter hereditario[9] y universal por ser adámica o del pecado original, esto es, del viejo hombre. Todo lo anterior, nos lleva al deterioro de la primera naturaleza de Adán, pues él fue creado sin pecado y decidió cometerlo, pero nosotros ya hemos nacido con una naturaleza pecadora heredada. Por otro lado, se trata de una naturaleza mortal, tanto en el plano espiritual que separa el alma y el espíritu de Dios; como la muerte física que separa el alma y el espíritu del cuerpo: primera muerte y segunda muerte. Ahí se transmite la naturaleza pecaminosa al quedar el hombre inclinado al mal desde la muerte primera, desde donde el cristiano es rescatado para recibir vida (Ef. 2:1-3). En esa transmisión de la naturaleza se incluye la culpa y la depravación total del hombre, lo cual enfrenta en doctrina a arminianos y a calvinistas.[10] El hecho de la naturaleza caída del pecado proceda de la rebelión contra Dios, ya sea del tentador como del que cayó en la tentación, implica esa culpa y su justa condenación eterna, de la cual ha de ser rescatado el hombre, salvado de esa naturaleza caída que refleja (Ga. 5:17-21).
Las Tres Fuentes del Pecado: El Mundo – La Carne – El Diablo
Es importante conocer y tener claro cuáles son las fuentes del pecado, si es que se quiere luchar contra él, prevenir sus ataques y conocer nuestras vulnerabilidades y la ayuda del plan de Dios. Si bien distintos autores mencionan una o varias fuentes del pecado, la naturaleza del mismo tiene la misma base, la enemistad contra Dios: una en el caso de Erickson,[11] y tres en el caso de Chafer. Se ha hecho referencia a la naturaleza animal del hombre, caso de Tennant, quien habla de la naturaleza animal interpretando que el hombre es una evolución animal[12] como decía Darwin, que va mejorando y se acerca a su perfección; nada más lejos de la realidad como vemos en la corrupción social y política en todos sus estamentos. En Amós (5:11-12) leemos: “Por tanto, puesto que humilláis al pobre y recibís de él carga de trigo, no habitaréis las casas de piedra labrada que edificasteis ni beberéis del vino de las hermosas viñas…”.[13] O la ansiedad por la finitud, caso de Niebuhr, quien se basa en el concepto de angustia de Kierkergaard quien concluye que el pecado original es lo que hace que el hombre descubra su existencia, su individualidad desde la cual llegar a ser cristiano;[14] o Tillich quien muestra su teoría en la separación existencial. Los teólogos de la liberación por su parte hablan del problema económico, y Elliot de individualismo y competitividad. Pero a mi parecer la base Bíblica está mejor explicada en las tres fuentes del pecado como lo expone Chafer: el mundo, la carne y el diablo. Aunque Chafer trata las tres fuentes del pecado[15] en relación al pecado del cristiano, también hace referencia a su influencia en el hombre no convertido. Luego, el concepto de mundo se traduce de muchas formas, en el griego Bíblico kosmos está enfocado al concepto de campo de batalla. Vivimos en un campo de batalla espiritual que también significa orden, sistema, leyes, lo cual nos muestra un sistema contrario a Dios en el que el hombre y el cristiano viven. Mientras el hombre no convertido vive en un sistema que le ofrece diversión de la carne, ideales egocéntricos, al cristiano le son tentaciones que puede desechar en la medida de su madurez y relación con Dios en el Espíritu. Si bien el cristiano no es del mundo, vive en el mundo, de ahí la oración de nuestro Señor y Salvador Jesucristo (Jn. 17) “…no son del mundo, como yo no soy del mundo…”. Es ahí donde el cristiano tiene la mayor lucha, al establecer la línea roja entre los dos mundos en los que vive. Cristo no nos saca del mundo, sino que precisamente nos envía a ese mundo para ser Sus testigos (Jn. 17:18).[16] Pero el Señor provee un plan de victoria que Juan nos muestra en su primera carta 5:4 “…y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe.” Tenemos esa fe en pretérito perfecto, una fe viva y que confía en Dios y que sabe que vence solo en Cristo.
La carne, a su vez también es vista desde los dos prisas, el del hombre no creyente y el del cristiano. La carne no es solo el cuerpo humano, la parte animal con sus instintos, sino que es la parte inmaterial del hombre, la parte moral,[17] la cual de nuevo se sujeta a Dios en el cristiano y a sí mismo o a los valores del momento en el no creyente, que es zarandeado de acá para allá por su propia carnalidad y mundanalidad de lo cual surgen los malos pensamientos, las malas acciones, los malos deseos. Ya Pablo lo deja claro en (Ro. 7:18) “Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien.” Y también “Andada en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne” (Ga. 5:16). El no creyente está perdido y esclavo de la carne, mientras el cristiano cuenta con el poder superior del Espíritu Santo que mora en él.
El diablo es la tercera y última fuente del pecado que consideramos en éste estudio. Los no regenerados son alimentados y reciben la energía de él (Ef. 2:2) pero el cristiano está en medio de una batalla, una guerra a muerte que Cristo ha vencido en la Cruz. Si bien es enemigo del cristiano, su fuerza está limitada y el cristiano puede vencer en la fe y el poder del Espíritu, mientras el no regenerado vive cegado en el plan que el dios del cosmos ha establecido y al cual lo ha sujetado con ataduras de la carne. El diablo procura hacer caer en la trampa al cristiano con seducciones carnales del mundo, con todo tipo de tentaciones, y el cristiano está llamado a vivir en alerta constante, en oración y confiando en el poder de la fuerza de Dios, para lo cual toda la armadura de Dios nos es dada (Ef. 6:10). La Escritura dice en (1 Jn. 4:4) que es mayor El que mora en nosotros que el que mora en el mundo. “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Stg. 4:7). Y Pedro concluye: “…al cual resistid firmes en la fe” (1 P. 5:9). Para el cristiano hay una triple provisión: La Palabra de Dios, la intercesión de Cristo y el Espíritu Santo que mora en el creyente.
Consecuencias del Pecado en el Hombre
En el apartado anterior vimos las tres fuentes del pecado pero ahora veremos las consecuencias, las cuales también afectan a la naturaleza del hombre en sus tres partes: espíritu, alma y cuerpo. Un breve apunte sobre la escatología del pecado es necesario como parte de las consecuencias que afectan a la historia (Mt. 24), pues el pecado ha sido y será la causa de grandes guerras, hace que las personas se odien y finalmente será la identidad del anticristo en el tiempo de la Tribulación.
Volviendo al pecado en el hombre tiene una serie de consecuencias que afectan, no solo a la vida del primer hombre que pecó, Adán, sino que es heredado por el resto de la humanidad, lo que denominamos como universalidad del pecado.[18] Desde la caída, el mal entró en el hombre hasta llevarle a muerte, y no solo a la física, sino a la espiritual, pues perdió su relación íntima con Dios. La evidente naturaleza errada del hombre se ve por su comportamiento heredado en toda la raza humana, pues todos pecaron (Ro. 3:23), a excepción de uno, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Otra de las consecuencias del pecado es que produce en el hombre maldad, un estado mental de desprecio hacia la verdad y la justicia, y ello parte del corazón. El hombre puede confesar sus pecados y salir de éste atolladero de pecado pero para ello ha de abandonar su egoísmo y humillarse ante Dios. El pecado original se basa en (Ro. 5:12-19), pero el Texto se interpreta en el sentido de que en Adán todos pecaron, y el pecado fue heredado universalmente, no en que somos culpables porqué pecamos, y cada uno ha pecado. Esto es la consecuencia del pecado original, no la de nuestros actos, los cuales, sin embargo son la confirmación de lo primero. De igual forma en Cristo somos vivificados. Pablo enseña que el primer Adán, el hombre peca, pero en el postrer Adán “Cristo” recibimos la salvación, por Su Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). Varios estudiosos exponen distintos puntos de vista, de quienes toman nombre los conceptos que han enseñado. El pelagianismo –de Pelagio–[19] se basó en el libre albedrío y le produjo un conflicto con las enseñanzas de Agustín. Para él la visión del hombre caído era deprimente pues evitaba su esfuerzo en vivir una vida buena, y Adán no afectaría al alma humana. Éste concepto se da de bruces con la necesaria gracia de Dios que cambia el corazón, y no puede, al contrario de lo que decía Pelagio cumplir los Mandamientos de Dios sin pecar. Luego Arminio, un reformado holandés, enseñó la herencia corrupta de Adán pero, por creía que por la obra de Cristo el hombre está libre de culpa original, aunque luego peca. Calvino, por su parte estudió el tema en mayor profundidad que los demás. Basándose en (Ro. 5:12-19) el pecado, dice, entro en el mundo por Adán y la muerte por ese pecado a toda la humanidad de todo tiempo, y todos pecaron. Hasta aquí el pecado individual. Hay pecado de dimensión social, y es el que se comete en partencia a un grupo que peca, y que afecta a aquellos que consienten. Cuando el hombre ignora la enseñanza del pecado que encontramos en la Revelación de Dios, la consecuencia y a lo más que llega es que se trata de algún tipo de ilusión o teoría sobre el bien y el mal en el mundo, pero al probar éste punto de vista de forma empírica vemos que yerra, porque niega la existencia de Dios quien ha entregado a la humanidad unos principios morales inamovibles. Por otra parte se ha llegado a asociar el pecado al algo relacionado con lo físico o con la materia,[20] como se enseña en los conceptos de la filosofía oriental o en el gnosticismo griego, lo cual fue base para el ascetismo que trata de negar los deseos del cuerpo o en su punto opuesto, el epicureísmo en su indulgencia negando que sea pecado. Concluimos que el pecado es egoísmo, la final consecuencia del pecado, el quedar apartado de Dios por rebelión y endurecimiento.
La Culpabilidad
La culpabilidad del hombre es algo de lo que la Biblia no nos deja lugar a dudas como vemos en el uno de los Textos clave del apóstol Pablo revela la culpabilidad del hombre (Ro. 1:18-32). En realidad el hombre se condena porque es un ser responsable que ama más las tinieblas que la luz.[21] De esta situación de caída del hombre ante Dios proceden la culpa y el castigo. Algunos argumentan en contra de la culpabilidad por la imputación del pecado de Adán, aunque su argumento no tiene base Bíblica sino racional. Sin embargo, la Biblia también tiene una respuesta para ellos en Ezequiel 18 [22] “El alma que pecare, esta morirá.” Y sabemos que todas las personas pecan ante Dios porque no pueden cumplir ni acercarse a la santidad al nivel de perfección de Dios, ni a cumplir la Ley de Moisés; el hombre no está a la altura moral de Dios por sí mismo.
La Imputación del Pecado de Adán a la Humanidad
Habiendo entendido el paralelismo que hace el apóstol Pablo entre Adán y Cristo, donde el pecado de Adán es imputado a toda la raza humana, cabría esperar que la obra de Cristo en la Cruz también se imputase para salvación a todos, ya que en el primer caso nosotros no estábamos en Edén, ni tampoco en el Calvario cabría preguntarse ¿Por qué la doctrina dice que sí a lo primero, pero no a todos en lo segundo? Y aun hay otra pregunta relevante ¿Son los niños culpables de nacimiento si el pecado de Adán se imputa a toda la raza humana? A esta pregunta encuentro la respuesta en el propio Jesús[23] cuando pone a los niños como ejemplo de aquellos que heredarán en el Reino de Dios (Mt. 18:3; 19:14) lo mismo que el rey David tenía esperanza de ver a su hijo muerto (2 S. 12:23), e (Is. 7) nos habla de los niños hasta que sepan desechar lo bueno y dejar lo malo. Pero éste argumento, que a mi juicio es correcto y Bíblico, no implica que aunque un niño muera fuera del pecado de Adán, no haya heredado la naturaleza corrupta si llega a vivir lo suficiente. La respuesta a la primera pregunta es que todos heredamos el pecado de Adán pero los que creen en Cristo heredan Su salvación por la fe, sin mérito alguno por nuestra parte. Éste debate llamado “fe inconsciente vs pecado inconsciente” es un de los grandes debates teológicos en hermenéutica. No hay condena para los niños hasta alcanzar la edad de responsabilidad y no hay imputación de la gracia de Cristo hasta que haya una acción consciente del que ahora cree en Su obra, y para ello es necesario tener la madurez y el conocimiento moral suficiente para tomar una decisión siendo conscientes de que nuestra naturaleza nos inclina al pecado, rechazándola o no, en cuyo caso podemos aborrecer el pecado, o si nos sometemos a él estamos aceptando el mismo pecado de Adán aunque no lo hayamos cometido.
La Condenación Eterna
Consecuentemente a todo lo anterior llegamos a la condenación fruto del pecado. La terrible consecuencia llevará a todo hombre y mujer al día del juicio ante Dios. Si bien Dios ha provisto la solución que el hombre podrá creer y recibir para nacer de nuevo y ser salvo de la condenación eterna, Dios es el Juez justo, el único que puede por Su omnisciencia y justicia eternas aplicar o no la condenación eterna a cada persona.[24] La Biblia establece que “…el alma que pecare, esa morirá.” (Ez. 18:20). La condenación aunque está establecida en la Biblia, es algo de que siendo Dios además de Juez justo también el amoroso Padre de toda la raza humana, nos busca a cada uno para que seamos salvos de la misma (Ro. 8). Para evitar la condenación estableció que Su gracia pudiera llegar a alcanzar a todos los que viendo su bajeza moral en el pecado, y siendo que les pesa, se arrepienten y reciben la fe en la obra redentora del Hijo de Dios, una experiencia que de gran sufrimiento para Dios y para Cristo, pero que trae salvación de condenación.
Consecuencias del Pecado en el Cristiano
Ahora nos centraremos en las consecuencias del pecado en el cristiano, algo que a muchos sorprende por lo poco que se enseña sobre éste aspecto tan importante de la vida del cristiano, y por consiguiente de la Iglesia. Ahora bien, si bien sabemos que, como ya hemos visto antes en el apartado de las tres fuentes del pecado, el mundo, la carne y el diablo, y podemos recordar la triple provisión que procede del propio Dios en Su Palabra, en la intercesión de Cristo por nosotros, y en el Espíritu Santo que mora en nuestro interior.[25] Además no solo afecta al cristiano y a la Iglesia, sino que afecta a Dios, a cada una de las tres Personas de la Trinidad. Al Padre, por ver sufrir a un hijo suyo, por verlo caer y tener que disciplinarlo. A Jesús quien intercede por nosotros cada día como Sumo Sacerdote y que ve como nuestra carne nos vuelve a hacer tropezar, aunque Su amor nos levanta. Y al Espíritu Santo porque habita en nuestro interior y ha de luchar por nosotros “…con gemidos indecibles” (Ro. 8:26).[26] Ahora debemos resaltar que existe un doble efecto del pecado en el cristiano. El primero es el efecto sobre sí mismo, sobre su relación con el Padre en modo familiar como hijo, en el plano espiritual sobre todo, lo que va a llevar al cristiano al castigo y a la disciplina. El segundo efecto es sobre Dios mismo y resulta en una separación de su íntima relación, como en el hijo pródigo (Lc. 15:11-32).
La Disciplina y el Castigo
Cuando el cristiano peca no pierde su salvación, pero es necesario que confiese su pecado a Dios de inmediato. Dios ama al cristiano, al que considera Su hijo, y Dios “…al que ama, disciplina” (He. 12:6-7). Aquí, el apóstol Juan, en su primera carta nos muestra siete consecuencias del pecado en el cristiano que se tornan en disciplina y castigo. En primer lugar pierde la luz de Dios, lo que ilumina su mente de cara a Dios, que es cuando tiene todas las bendiciones, y ahora las pierde.[27] Lo segundo es la pérdida del gozo. Lo tercero es perder la comunión con el Padre y con Cristo. Lo cuarto es perder el sentir el amor divino, lo más elevado que tiene el cristiano. Lo quinto es perder la paz interior y el remordimiento de la conciencia. Lo sexto es perder la confianza en Dios, y por último y en séptimo lugar algunos pierden la confianza en la segunda venida de Cristo o se sienten avergonzados ante el evento. Pero el cristiano puede arrepentirse, auto-disciplina y confesar su pecado para restaurar su relación con Dios en Cristo por el Espíritu, porque su relación se basa en el nuevo pacto de la sangre de Cristo, y abogado tenemos para con el Padre en Cristo. También Dios va a pedir que nuestro comportamiento sea del mismo modo que el Suyo para con nosotros en que seamos perdonadores de nuestro prójimo que peque contra nosotros, sobre todo si son hermanos, pues estamos en la familia de Dios. En Efesios (4:32) leemos “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.”
La Separación de Dios
Lo segundo, como ya indiqué antes, es el efecto del pecado del cristiano en el propio Dios.[28] Cuando el cristiano peca, pierde la comunión con el Espíritu Santo, la cercanía de Jesús y queda separado de Dios. Esto no significa que Dios abandone al cristiano pecador sino que ha de hacerle ver cual abominable es para Él ver a un hijo amado víctima del pecado. Dios conoce bien la vida de cada cristiano y podrá determinar en cada caso cómo hacer ver hasta qué punto la disciplina y el castigo, son necesarios y hasta qué punto la separación de la comunión, la bendición, dirección, luz y Su presencia le serán retirados y por cuánto tiempo. Ahora bien, según el apóstol Juan, en su primera carta, ahora en el capítulo 2 nos habla del remedio para el propio Dios, quien sufre por el pecado de sus hijos, pues Dios puede resolver Sus propios problemas. El pasaje solo está dirigido a los nacidos de nuevo que han pecado, exhortando al cristiano a no vivir pecando, y que los “hijitos” en caso de caer acudan al abogado, Cristo, el parákletos que se usa tanto para Cristo como abogado como para el Espíritu Santo (Jn. 16:7), actúa ante el acusador y fiscal, quien nos acusa ante el Juez, pero que presenta el indulto de Su propia sangre por nosotros condenados. Por tanto el castigo del cristiano es en la medida justa de un Padre amoroso que no quiere que suframos, pero tampoco que seamos dejados bastardos; Él nos trata como a hijos.
Enseñanza de Jesucristo sobre el Pecado y la Salvación
La enseñanza de Jesucristo sobre el pecado es la más completa de todas las que podamos enseñar, al fin y al cabo Él es el Maestro. Incluye los conceptos aportados en el apartado del concepto. Jesús nos amplía e ilustra al respecto en Sus enseñanzas al hablar de sacrilegio, al denunciar a los cambistas, cuando limpió el Templo (Mr. 11:15). De hipocresía de los fariseos, saduceos y escribas porque no hacían lo que enseñaban (Mt. 23:1-36). De avaricia (Lc. 12:15), de blasfemia (Mt. 12:22-37), así como de transgresión de la Ley (Mt.15:3-6) porque no honraban a sus padres al no ayudarles en necesidades, pero sí al Templo, de donde negociaban con dinero. De orgullo, de ser piedra de tropiezo, de deslealtad, de inmoralidad, de infructuosidad al no llevar frutos de Cristo (Jn. 15:16). De enojo y de pecados del habla u ostentación. De falta de fe por ansiedad (Mt. 6:25) por las necesidades de la vida sabiendo que Dios cuida de nosotros, o de no orar (Lc. 18:1-8) pues siempre hemos de orar a Dios en todo tiempo.[29] Jesús nos enseña que el Espíritu Santo hace una gran labor en nosotros, desde la gracia de Dios. Se trata de la convicción de pecado (Jn. 16:8). Si el hombre no está convencido de su pecado y se arrepiente, aceptando el plan divino de salvación, no tiene solución. Esta convicción de pecado le lleva a recibir el Evangelio de la Salvación, y si esto hace, recibe el perdón de su y de sus pecados para vida eterna, por la fe en la obra en la Cruz de Cristo, quien se hizo pecado, siendo santo, para librarnos de la culpa y llevar los nuestros, librándonos de ellos, para cumplir la justicia de la ejecución del castigo del pecado y de los pecados, en nuestro lugar. Jesús nos ha dejado toda la enseñanza de Su obra para el perdón de los pecados,[30] que han quedado perdonados por Cristo para todo aquel que acepte Su persona y obra de sacrificio en el Calvario. El Cordero de Dios ha quitado el pecado del mundo (Jn. 1:29). Su sangre nos limpia de pecado, nos purifica y La Santa Cena es nuestra celebración del nuevo pacto entre Cristo y nosotros por la fe en Él, quien nos guarda, hasta Su venida.
Conclusión
Hemos comprobado que la Hamartiología es imprescindible en la Teología de forma Sistemática. El estudio del pecado y su origen, así como sus consecuencias, no solo en la condenación del hombre que es separado de Dios, sino la situación del hombre cristiano, es imprescindible para comprender el Evangelio. Mi fe sobre la enseñanza del pecado es en base a todos estos conceptos bíblicos de la enseñanza de Cristo, de los apóstoles y profetas, de modo que mi opinión dejó paso a lo que la Biblia dice categóricamente, que el hombre es pecador, pero que Dios nos ama:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16”
En definitiva, todo pecado –con una sola excepción– es perdonado a aquellos que reciben la gracia de Dios, recibiendo el poder del Espíritu Santo para apartarse y cambiar sus vidas. El pecado que no tiene perdón es consciente y se trata de la blasfemia contra el Espíritu Santo, Mateo 12:31. Toda sustitución de Dios por otra persona, cosa o idea es pecado; la vida sin Dios es pecado. Sea por egoísmo o por la influencia de principados y potestades, como ocurrió en Edén con el engaño del diablo, el hombre siempre tendrá la posibilidad de ser perdonado y regenerado, si se arrepiente. Cristo llama a nuestra puerta, el que abre la puerta de su corazón y de su mente recibe a Cristo y Él cenará con quienes Le aman. Así la misericordia y el amor de Dios nos salvan y nos mantienen salvos por Su poder, por ello el Texto Bíblico definitivo es: Romanos 8. A Dios sea la gloria en Cristo. Amén.
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[1] Louis Berkhof, Teología Sistemática (Grand Rapids, Michigan, EE.UU.: Libros Desafío, 2009), 260.
[2] Justo González, Historia del Cristianismo (Miami, EE.UU.: Unilit, 1994), I: 106.
[3] Millard Erickson, Teología Sistemática (Viladecavalls, España: Editorial CLIE, 2008), 582.
[4] W.E. Vine, Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento, Exhaustivo (Nashville, TN: Editorial Caribe, 1999), 132.
[5] Samuel Vila Ventura y Santiago Escuain, Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado (Terrasa, Barcelona, España: Editorial CLIE, 1985), 898.
[6] Charles C. Ryrie, Teología Básica (Miami, FL: Editorial Unilit, 1993), 241.
[7] Berkhof, 262.
[8] Justo L. González, Diccionario Manual Teológico (Viladecavalls, Barcelona, España: Editorial CLIE, 2008), 216
[9] Lewis Sperry Chafer, Teología Sistemática (Terrasa, España: Editorial CLIE, 2009), I: 711.
[10] Ibíd., 715.
[11] Erickson, 595.
[12] Modelos Científico de los Orígenes (acceso 18 febrero 2020), https://www.creacionismo.net
[13] Erickson, 606.
[14] Alfonso Ropero, Introducción a la Filosofía (Colección Pensamiento Cristiano. Terrasa, Barcelona. España: Editorial Clie, 1999), 507.
[15] Chafer, Teología Sistemática, I: 763.
[16] La Santa Biblia, Reina y Valera revisión 1960 (Sociedades Bíblicas Unidas, 1993), Juan.
[17] Chafer, Teología Sistemática, I: 764.
[18] Lewis Sperry Chafer y John F. Walvoord (Grandes Temas Bíblicos: 52 doctrinas clave de la Biblia, sintetizadas y explicadas, Grand Rapids: Editorial Portavoz, 1976), 203.
[19] Berkhof, 280.
[20] Ibíd.
[21] Ernesto Trenchard, Bosquejos de Doctrina Fundamental (Grand Rapids, Michigan, EE.UU.: Editorial Portavoz, 1972), 32.
[22] La Santa Biblia, Ezequiel.
[23] Erickson, 652.
[24] Trenchard, 32.
[25] Chafer, Teología Sistemática, I: 767.
[26] La Santa Biblia, Romanos.
[27] Chafer, Teología Sistemática, I: 768.
[28] Ibíd., 777.
[29] Ryrie, 243.
[30] Vila y Escuain, 899.