EL SIERVO DEL CENTURIÓN
© Carlos Padilla – Octubre 2020
Mi amigo Martin, de Holanda, es un hombre rico, pero ya es mayor. Cuando le conocí recién llegado de Miami traía todas las ideas de lo que se convertiría la Costa, en línea con lo que había vivido allí. Le dije que aquí no queríamos rascacielos. Compró su casa moderna y disfrutó del lugar. De repente un día tuvo un infarto y casi muere. En el hospital compartió habitación con un mendigo, pues en su país la sanidad es mixta. Nadie de su club de ricos le visitó, solo fue a verle el jardinero de la calle donde solía pasear su perro. Ya había hablado con él de Jesús, pero claramente él confiaba en la autoridad y el poder del dinero y el estatus. Al volver, ya recuperado, me contaba con lágrimas su experiencia y cómo se había dado cuenta de que el único que estaba con él era Dios, la gente pobre y su familia.
La experiencia de mi amigo le hizo ver que no comprendía bien cuál era la autoridad del universo, la cual descansa en Jesucristo. Pero hay otro personaje conocido como el centurión, que sí entendió esa autoridad. Veamos el Texto de Lucas 7:1-10:
Después que hubo terminado todas sus palabras al pueblo que le oía, entró en Capernaum. 2 Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. 3 Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. 4 Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; 5 porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. 6 Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; 7 por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero dí la palabra, y mi siervo será sano. 8 Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. 9 Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 10 Y al regresar a casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo.
Comentario al Texto
El Señor ahora entra en Capernaúm, y aquí es recibido por los ancianos de los judíos. Al igual que otros centuriones en el Nuevo Testamento, este tiene buenas relaciones con el pueblo judío. Ellos vienen a interceder para que Jesús sane a su siervo gravemente enfermo y a punto de morir. Le antecede su bondad con ellos al haberles construido una sinagoga. Esto nos pone en un contexto no de opresión y hostilidad entre romanos y judíos, sino que muestra que el imperio permitía cada culto, todavía en aquel tiempo. Luego, la historia muestra que se convertiría en tirano, demandando culto a césar. Sabemos que el relato es mostrado en Lucas 7 y también en Mateo 8:5-13. Mateo nos dice que el centurión mismo vino a Jesús, mientras que Lucas nos dice que primero envío a los ancianos de los judíos. Un estudio de la historia y los cometarios nos aporta que el punto relevante es que el centurión no se sentía importante ante Jesús, y que los ancianos de los judíos no creían en Él, pero la circunstancia del siervo y la demanda del centurión, les obligó a interceder por él. Luego el mismo centurión se acercaría a Jesús y le dijo: “di la palabra y mi siervo sanará”.
La autoridad de Jesús fue entendida por el centurión porque él era hombre bajo autoridad, con soldados bajo su mando. Tanto él obedecía al poder de Roma, como sus soldados le obedecían a él. Jesús se maravilló de esta fe tan grande y que comprendía su fundamento. Del mismo modo Jesús también se maravilló una segunda vez al ver la incredulidad de Israel en (Marcos 6:6). Vemos a otros centuriones en el N.T. como Cornelio, en quien se manifestó el Espíritu Santo, otro al pie de la cruz que exclamó: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:39), y Julio, que escoltó a Pablo a Roma.
Comentario del contexto:
Capernaum, al norte del lago de Galilea, fue donde Jesús hizo muchos milagros, también cerca de Genesaret. Era un campamento base de Jesús. Ahí había un destacamento romano, y es donde estaba la sinagoga que menciona el Texto. Lugar de la multiplicación del pan para 5.000 hombres, donde Jesús llamó a Mateo (Leví) donde ejercía la recaudación de impuestos. A pesar de todo lo que vivieron allí, la ciudad no creyó en Él y Jesús anunció su ruina, la cual llegó (Lucas 10:15).
David Helm, uno de los más reconocidos maestros de predicación expositiva, comenta que nosotros podemos imitar a Agustín de Hipona. Así como él hablaba de los clásicos griegos a su audiencia, usando sus ideas para la sociedad, no lo hacía para impresionar, o para atraer a la audiencia pagana a la iglesia, sino porque era el contexto en el que estaban viviendo.
Hoy en nuestro mundo postmoderno, incluso para muchos postcristiano, la autoridad de Jesús, o simplemente la autoridad en sí, ha sido desafiada por las nuevas generaciones. Hoy, vivimos en medio de un mundo que legaliza la muerte con la eutanasia, el aborto con más muertes que las dos grandes guerras mundiales juntas, y con la desinformación, el engaño y el fraude como bandera de los gobiernos mundiales. Ante este panorama ¿Cómo vemos la autoridad?, ¿Dónde encontramos esa fe del centurión que comprende que Jesús está por encima de todo este caos que nos rodea?
Jesús tiene toda la autoridad y el poder en todas las dimensiones, ¿por qué no confiamos en Jesús con la fe del centurión en las circunstancias de la vida? ¿Cuántas veces dudáis de la autoridad de Jesús? O si no dudáis de Su autoridad, ¿dudáis de que Él se vaya a involucrar en vuestras vidas? Pero hay otra autoridad mayor de Jesús que la de sanar enfermos, y la veremos al final.
Según este Texto, la fe del centurión era tan clara sobre la autoridad, que aunque él no se consideraba digno de que Jesús entrara bajo su techo, él sabía que si Jesús decía la palabra su siervo sanaría. Es más, el centurión no estaba pidiendo nada para él, además pidió la intervención de los ancianos judíos que sabía que darían buen testimonio de él por haberles construido la sinagoga, lo cual muestra hasta qué punto se preocupaba por la vida de su siervo. La clave del entendimiento del centurión sobre su comprensión de la autoridad de Jesús sobre la enfermedad era similar a dar una orden para un militar “di la palabra” la orden, y se cumplirá.
Jesús es el jefe del estado del universo, el creador, el militar de más alto rango en toda dimensión, sea física o espiritual, y de algún modo el centurión percibió que Jesús dominaba sobre dimensiones que el hombre no puede alcanzar, como la enfermedad, la muerte, la materia, pero también principados y potestades en las regiones celestes, como nos dice el apóstol Pablo a los Efesios 6:12. Y, como Jesús es el creador (Juan 1). Su autoridad sobre el universo se ve claramente, porque al igual que el centurión Le pedía que dijera la palabra y el siervo sanaría, también Jesús dijo la palabra “hágase la luz” y fue la luz, y así el resto de la creación (Génesis 1 y 2).
Me fascina el grado de entendimiento de la fe del centurión en Jesús, sobre la base de cómo funciona la autoridad en el ejército. Realmente nos iría mejor si obedeciéramos a Jesús sin cuestionar, como hacen los militares, pero el Señor nos trata mejor siendo Sus soldados, porque además nos explica Su Palabra y nos hace partícipes de Su reino.
Para concluir con la estructura de mando y la autoridad en el ejército, me gustaría compararlo con los ejércitos celestiales de Apocalipsis. No sabemos su número, pero la Biblia habla de millones de millones. También menciona a algunos de forma específica, como a Gabriel, o al arcángel Miguel, a querubines, serafines y ángeles, principados y potestades, y ángeles caídos, y su jefe un querubín caído, el diablo, y cómo Jesús está sobre todos ellos. Esto encontré según los libros de teología dentro del apartado de angelología, sobre las estructuras del ejército celestial. Charles Ryrie en su libro Teología Básica, o el diccionario Bíblico Vilá Escuain, nos proveen mucha información sobre los ángeles y cómo funciona su autoridad. El centurión comprendió este panorama del ejército del cielo, y por eso vino a Jesús, aunque lo intentó antes con mandos intermedios, los ancianos de los judíos, que serían, a sus ojos como los centuriones aquí en la tierra. Del mismo modo que en el ejército, hay grados, y están sujetos a mandos superiores, y aunque haya algunos que hayan desertado al bando enemigo, su guerra de usurpación ya ha sido vencida por el Rey, Jesucristo y Sus ejércitos, y Su reino no tendrá fin.
El centurión es un cargo militar de rango semejante a un oficial, quizá un comandante, y había distintos tipos de centuriones, pero su autoridad era sobre cien soldados, una centuria, palabras ambas del latín. Centurión, autoridad sobre 100 soldados, una centuria, palabras del latín centum. Los centuriones en el Nuevo Testamento tienen buenas relaciones con el pueblo judío. Cornelio – tocado por el Espíritu Santo. Otro: Al pie de la cruz “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos. 15:39), y Julio, quien escoltó al apóstol Pablo a Roma.
Como hemos visto, sabemos que Jesús es el Creador, pero ¿sabría esto el Centurión o simplemente su fe era clara sobre qué el tipo tan elevado de autoridad que Jesús tenía sobre la muerte y las enfermedades? No lo sabemos. Quizá el hecho de ser amigo de los judíos y de haberles construido una sinagoga pudo haberle acercado a la fe Bíblica de los ancianos de los judíos sobre el Mesías y Su ser.
Conclusión
¡La fe mueve montañas! En realidad este es un dicho popular que viene de las palabras de Jesús en Mateo 17: ¡Si tuviereis fe como un grano de mostaza, diríais a este monte: pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible! ¿Cuántas montañas has movido en tu vida? Si no has tenido la oportunidad de tener en tu mano un grano de mostaza, sugiero que lo hagas, porque es una experiencia que no olvidarás en relación a las Palabras del Maestro. Cuando compruebes lo pequeño que es, y lo compares con el tamaño que alcanza, como un árbol, y que las aves del cielo anidan en él, comprenderás mejor la fe del centurión, y cómo es importante comprender la Palabra de Jesús.
Presenta una carencia de entendimiento de muchos creyentes por falta de conocimiento de la Biblia, y de cómo funciona el Reino de Dios. Del mismo modo que mi amigo Martin, que confió en la autoridad de su posición y su dinero, lo cual a la hora de la verdad no le sirvió de nada, sino que verse al filo de la muerte le acercó a Jesús. Todos nosotros debemos tener una fe como la del centurión, comprendiendo que el Señor es la máxima autoridad del universo y que se preocupa por nosotros, que responde nuestras oraciones, que está con nosotros si venimos a Él.
¿Crees que la fe que buscaba Jesús en el centurión era que creyese que podía sanar a su siervo, o a otros enfermos, o resucitar muertos? ¿No te parece que este era un paso más para llevar al centurión, a los judíos y a toda Capernaum a creer en Su salvación, en el poder de Su muerte en la cruz, y en la resurrección para vida eterna? ¿No es esto lo más importante? Del mismo modo en la parábola del “Rico y Lázaro” (Lucas 16:20-25), el rico rogaba que alguien de entre los muertos se levantara y avisara a sus hermanos para que no muriesen condenados. Del mismo modo los habitantes de Capernaum y otras ciudades no recibieron al Mesías que había hecho delante de ellos todos aquellos milagros. Capernaum puede simbolizar nuestra ciudad o nuestro tiempo ¿creerían si aquí si se hicieran milagros? Jesús tiene autoridad sobre la pandemia ¿creemos que nos librará? Por lo tanto es nuestra responsabilidad predicar el Evangelio porque es poder de Dios para salvación (Romanos 1:16).
Por tanto el desafío que nos presenta la fe del centurión es tal, que realmente nos debe hacer reflexionar hasta qué punto confiamos en Jesús, a quien conocemos de forma personal en el Espíritu, de quien sabemos que resucitó de los muertos, que sanó enfermos, cojos, mancos, mudos, ciegos, limpió leprosos, echó fuera los demonios, y restauró a todo el que creía en Él. ¿Cómo no creeremos que cuidará de nosotros en la adversidad, y nos hará dar frutos del Espíritu si se lo pedimos? Pero el desafío del centurión no es suficiente, el gran desafío es que nos centremos en el Evangelio de la Salvación, porque esa es la herramienta que el Señor nos da, que creamos que el Evangelio salva, y que por lo tanto lo prediquemos.
¿Le diremos nosotros a Jesús: ¡di la palabra! y esto o aquello en mi vida lo pongo en Tus manos? Nuestra fe depende de la oración y del conocimiento de Su Palabra. Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo, pero di la palabra y mi siervo será sano. ¡Qué maravilla! expresó Jesús. Señor, di la palabra para que tenga fe en el Evangelio de la Salvación y lo predique. ¿Se salvó el centurión? ¡Yo creo que sí!
Te invito a orar más y a estudiar más la Biblia a partir de este día y que compruebes como tu fe comprenderá cómo funciona la autoridad de Jesús, y cómo te dará seguridad en que el Señor está en control de todo, igual que el centurión, y así Jesús podrá maravillarse con nuestra fe; pero sobre todo nos preparará para predicar. Al orar Le diremos: ¡Señor, confío en Ti, tuya es la autoridad, tuyo es el reino, el poder y la gloria; finalmente Le diremos: di la palabra y…!