EN ESPÍRITU ALMA Y CUERPO
LA MISIÓN DE DIOS PARA NUESTRA VIDA - III PARTE
©
Carlos Padilla, Septiembre 2010
...Y
el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu,
alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor
Jesucristo. 1Tesalonicenses 5:23.
Jesucristo recibió del Padre
Su misión en la tierra, dar Su vida por el mundo: ...Porque de tal manera amó
Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree,
no se pierda, más tenga vida eterna. Juan 3:16. Y hay también otras muchas cosas
que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en
el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir, decía Juan al finalizar
su Evangelio.
Si nuestro Señor es el mejor ejemplo de cumplimiento de una misión personal,
también lo son los apóstoles, los patriarcas, los profetas, la Iglesia y cada
hijo de Dios en particular.
Por lo tanto, en ésta, la
tercera y última parte de este estudio Bíblico sobre nuestra vida espiritual, en
espíritu, alma y cuerpo, y con la fe de ser guardados hasta la venida de nuestro
Señor Jesucristo, lo dedicaremos a establecer el conocimiento de Dios que nos llevará a recibir
del Espíritu Santo la revelación del don de Dios, que nos hará formar parte de
un ministerio del Señor, para desarrollar nuestra misión en Cristo, la de cada uno de
nosotros en particular, para nuestra vida, al tiempo que formamos
parte de la Iglesia sirviendo a Dios y al prójimo.
En búsqueda de nuestro don de Dios para nuestra misión.
Como hemos visto en las dos
partes precedentes, el proceso de la vida del cristiano primeramente comienza
con su conversión. En segundo lugar forma
parte de la Iglesia por la que murió Cristo, creciendo espiritualmente y
contribuyendo en todo aquello en que pueda servir a Dios y al prójimo. Pero es en esta tercera parte,
cuando hemos sido edificados y probados en la fe entre Dios y nosotros mismos, en la que
Dios pondrá en nuestro corazón buscar nuestra misión personal, nuestro
llamamiento, la espera de la recepción de un don o dones de Dios que traerán a
nuestro corazón el anhelo de servirle en
especial en nuestras vidas espirituales en aquello para lo que somos llamados y
aquello para lo que Dios nos preparó en Su proyecto eterno. El proyecto de Dios,
además de la iglesia que ya conocemos, incluye nuevos ministerios que forman
parte de la Iglesia universal e histórica. Un ministerio de Internet, de radio,
de televisión, de misionero, de servicio a los pobres, de evangelismo, etc.
En la vida, y me refiero a la
vida en la sociedad, cada persona tiene un llamado en su corazón por una
profesión intelectual, cultural, medica, pedagógica, deportiva, artística o
musical, entre otras, y no es plenamente feliz hasta que la desarrolla. Del mismo modo en el
ámbito espiritual, una vez conocemos a Dios en Cristo, abrumados por la
magnitud de Su obra, buscamos nuestro llamado personal, lo que se convertirá,
por encima de las anteriores en la misión de nuestra vida, en nuestra prioridad
para amar y servir a Dios. El llamamiento del
cristiano, además, no tiene por qué ser el único a lo largo de su vida espiritual,
sino que puede experimentar varias etapas en las que el Señor llama a diferentes
ministerios, del mismo modo que en la vida social podemos tener distintas etapas
profesionales y personales: niños, adolescentes, adultos, mayores, y en ellas,
hijos, estudiantes, esposos, padres, abuelos, siendo la misma persona. Pero no es hasta que el Señor, que desde antes de la fundación
del mundo nos conoció, sabe que estamos preparados por Él para ello que
podremos desarrollar nuestro llamado personal espiritual.
El Salmo 143, en su versículo
diez dice: ...Enséñame a hacer Tu voluntad, porque Tú eres mi Dios; Tu buen
Espíritu me guíe a tierra de rectitud... A lo cual podemos añadir el
versículo 3 de la primera carta del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses en su
capítulo 4: ...pues la voluntad de Dios es vuestra santificación... Y lo podríamos concluir con
Hebreos 10:36: ...habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa... Porque 1Juan 2:17 sentencia:
...el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre...
Ahora bien, sabemos que la
voluntad de Dios nos guía a una vida santa como característica de la vida del
cristiano, pero ahora estamos tratando la voluntad de Dios con respecto al llamado personal,
nuestra función en Su Iglesia, y el mero hecho de que un cristiano sienta la
necesidad de servir a Dios fervientemente, es prueba de que se encuentra ante la
tercera etapa de su vida espiritual. Son muchos hermanos, a lo largo de los años, los que escriben desde todas partes del mundo,
además de hermanos que conozco personalmente y en la congregación, que me preguntan cómo saber cuál es su función en la Iglesia de Dios, cuál es su
llamado, cuál el don de Dios para ellos. Estoy seguro de
que en la mayoría de los casos, al igual que hacemos nosotros, sus pastores, ancianos, o hermanos en la fe les
han ayudado, orado, con y por ellos, y tratado de buscar juntos el llamado de cada
uno.
Sin embargo esta parte de nuestra vida finalmente nos la ha de revelar Dios
por el Espíritu Santo en nuestro corazón, y será un llamado interior que
sabremos diferenciar del resto, un sentimiento, una intuición, una convicción de
fe, una voz recurrente, o sueño, una constante en nuestra conversación con Dios
cuando oramos, desde lo más profundo de
nuestra alma, seguramente durante gran parte de nuestra vida. La búsqueda es en oración y ayuno durante semanas, meses y años
hasta que se lleve a cabo en la forma y el momento que Dios ha establecido para
ello y hay un progreso espiritual y una serie de experiencias de crecimiento que
Dios ha preparado para nosotros. Esto no quiere decir que el pastor o hermano
anciano en la fe no pueda ver u orientar a otros, pero será Dios quien
confirmará siempre en nuestro corazón Su voluntad. No debemos obsesionarnos con ello, la voluntad
de Dios se hará: ...Padre nuestro... ...hágase Tu voluntad...
La Palabra es de nuevo nuestra
luz y dirección para enseñarnos en cuanto al llamamiento de Dios, como nos muestra
la carta a los Romanos 11:29 ...porque irrevocables son los dones y el
llamamiento de Dios... lo que Pablo llama por el Espíritu, el supremo
llamamiento en Filipenses 3:14. Es el don de Dios el que nos llama a servirle en
particular, el que determinará nuestra misión. Pablo, en principio, hubiera sido ideal
para el apostolado a los Judíos; sin embargo Dios lo envió a los Gentiles porque
estaba capacitado para ello y porque recibió el don del apostolado para abrir la
era cristiana a todas las naciones. Pero al mismo tiempo Pablo, como Pedro o
Juan, teniendo el don particular y la misión específica de Dios, también, como
miembros de la Iglesia de Cristo vivían participando en todas y cada una de las
obras comunes al cristiano en las congregaciones, además de tener su función en
particular. Así pues ahora en las iglesias que forman la Iglesia de Cristo en
el mundo pastoreada por el Espíritu Santo es de la misma forma que entonces.
La respuesta a nuestra
búsqueda se haya en la confianza en Dios, y en la obediencia a Dios, en no hacer
aquello que no es nuestro llamado, porque es para otros hermanos y no debemos
suplantarles, ni entrar en sus labores espirituales, aunque sí podemos ayudarles
si se nos invita a ello. Sí podemos participar y
ayudar en aquellas que el Señor y los demás hermanos que tienen un ministerio
nos consideren útiles para ello, siempre y cuando nosotros lo entendamos así, y
el Señor nos lo confirme. Confiaremos en
Dios y esperaremos pacientemente Su confirmación. Los
apóstoles eran enviados, del mismo modo que nosotros somos enviados a la
predicación, si Dios abre puertas para su eficacia, como dice la Palabra:
...cómo predicarán sino fueren enviados... Romanos 10:15.
LAS HERRAMIENTAS para nuestra misión: dones y ministerios
para la obra de Dios.
El hombre
debería conocer la
Teología, la Filosofía y la Ciencia para desarrollar su ser en espíritu, el alma
y el cuerpo. Haremos un breve repaso a la historia de las ciencias y el
conocimiento que nos servirá para determinar cuan relevante es para nosotros
conocer a Dios en Cristo de forma personal por encima de todo conocimiento.
Aunque la Grecia Clásica ya
enseñaba la mayoría de las llamadas artes liberales, y posteriormente el Imperio
Romano hiciera lo propio, no es hasta el siglo V cuando Martianus Capella las
llamó artes liberales o del hombre y la mujer libre. Estas artes liberales eran
siete: Gramática, Dialéctica, Retórica, Aritmética, Geometría,
Astronomía y Música. A estas siete, aquellos que miraban a la cúspide del
conocimiento, añadieron las dos ciencias principales para presidir y completar
su enseñanza:
la Filosofía y la Teología. En la época de la ilustración, siglo XVIII, y en la
actualidad, las artes liberales se agruparían de distintas formas dando lugar a
las carreras universitarias que hoy conocemos. Pero aunque la enseñanza ha ido
evolucionando, podemos comprender que el hombre en su composición necesita
respuestas para
el espíritu, el alma y la mente. La Teología para el espíritu, la Filosofía para
el alma, y las siete artes liberales y su evolución para la mente.
En el monasterio de El
Escorial, que en su momento fue uno de los máximos exponentes del conocimiento, el techo de la biblioteca presenta frescos de estas siete artes
liberales, presididas por la Teología y la Filosofía. Todo un símbolo, lástima
de la falta de una verdadera reforma teológica basada en la Biblia como hizo la
reforma espiritual protestante, casi aniquilada por la Inquisición española,
pero adoptada por los países que liderarían el mundo
en lugar de la España de iglesia tradicional que quedaría anclada en la
contrarreforma, perdiendo todo el imperio, y en la actualidad puede que pierda el
propio país, a la luz de los acontecimientos políticos de leyes amorales y
ateas, y el anquilosamiento religioso de una
sociedad que sigue sin recibir la Palabra de Dios.
Si de
entre toda esta gama de conocimiento escogemos la verdadera Teología de la
Biblia, una vez conocemos a Dios, en Su Palabra encontramos las
capacidades, las herramientas, los dones y los ministerios que Dios pone en
nuestro corazón por Su Espíritu en nosotros, en Cristo. Veamos las listas de
ellos en 1Corintios 12:
Dones: Palabra de sabiduría; palabra de
ciencia; fe; sanidades; milagros; profecía; discernimiento de espíritus; lenguas; interpretación de lenguas.
Pero todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno
en particular como Él quiere. 1Corintios 12:8-10.
Ministerios: Apóstoles, profetas, maestros,
milagros, sanidad, ayuda, administración, lenguas. 1Corintios 12:28:30. También
disponemos de Romanos 12:6-8 y de Efesios 4:11-16 donde el Señor muestra a Pablo
que aquellos llamados a servir a Dios en la Iglesia con los dones se convierten
ellos mismos en dones para la Iglesia, para servir al Cuerpo de Cristo. El Señor
nos muestra el mayor de todos los dones con el cual podremos completarnos
espiritualmente, el amor de Dios en nosotros.
Amor: El mayor de los dones es
el amor de Dios que nos da el Espíritu Santo, el que hace el décimo en la lista de
1Corintios 12 que ocupa todo el capítulo 13, en el cual, el versículo 13 nos
enseña que ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el
mayor de ellos es el amor. De nuevo vemos cubiertos los tres componentes del ser: la fe hace que la mente crea para salvación del alma,
a la cual le da esperanza en la salvación para vida eterna y diariamente de la
mano de Dios, y el amor del Espíritu de Dios para nuestro espíritu, del cual
emanará a nuestro prójimo y sobre todo a nuestro amado Señor.
La obra de Dios en nuestro espíritu, alma y cuerpo.
El Texto concluyente sobre este estudio en
tres partes se resume en tres versículos de la 1 carta del Apóstol Pablo a los
Corintios, en el capítulo 12, versículos 4,5 y 6: ...Ahora bien, hay
diversidad de dones, pero el Espíritu es el
mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero
el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones
(obras), pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.
Ya hemos visto los dones, los ministerios y
la obra de Dios. Ahora debemos comprender que lo más importante es participar en
la obra de Dios con amor fraternal para la Gran Comisión. Si buscamos servir a
Dios y al prójimo, todo lo que hagamos ha de dejar un legado de bendición a los
demás. El Señor pidió a Pedro, Juan 21:15 que apacentara a la Iglesia, y a los
once apóstoles, Marcos 16 y Mateo 28, les pidió que fueran por todo el mundo
anunciando el Evangelio, bautizando y sanando toda enfermedad. Cumplamos pues,
como discípulos de Cristo, nuestro sacerdocio dejándonos guiar por la unción del
Espíritu Santo quien nos enseñará en todo momento cual es nuestro ministerio,
nuestra misión personal de forma que: ...avives el
fuego del don de Dios que hay en ti... 2Timoteo 1:6 una vez lo hayamos
identificado por el Espíritu Santo.
En la primera parte de este estudio
ESPÍRITU, ALMA Y
CUERPO encontramos como el Espíritu Santo nos cambia el carácter para que
seamos aptos para llevar a cabo nuestra misión personal, y lo vemos en las vidas
de Juan, Pedro y Pablo. Además de estos tres personajes Bíblicos, tres hermanos
en la fe de gran relevancia en nuestras vidas espirituales, serían innumerables
los personajes Bíblicos que podríamos enumerar como Abraham, Moisés, Josué,
David, Isaías, Daniel o Esdras, etc. La estructura de la Biblia desde luego nos
muestra un recorrido de personajes y sus misiones que son para nosotros fuentes
de inspiración y ayuda para encontrar el don de Dios en nuestras vidas, y como
es Palabra de Dios, el Espíritu la utilizará para enseñarnos. Del mismo modo
estos personajes influyeron también a otros hermanos en la fe relevantes en la
historia de la Iglesia como Agustín de Hipona, Lutero, Reina, Valera, Calvino, Spurgeon,
Graham, y tantos otros en la actualidad. Es también en la primera parte del
estudio que puede leer los Textos Bíblicos específicos sobre el espíritu, alma y
cuerpo.
CONCLUSIÓN
Jesucristo nos revela cómo nos acompaña cada
uno de los días de nuestras vidas, hasta el fin del mundo, según Su promesa, y
cómo por el Espíritu Santo nos ha bendecido a la Iglesia en todas la edades en
espíritu, alma y cuerpo. Para que seamos conscientes de este tan relevante
asunto para nuestra permanencia en la fe del Señor tenemos estos tres estudios
sobre el espíritu, alma y cuerpo.
1.-
ESPÍRITU, ALMA Y
CUERPO. Vida espiritual personal con
Dios: los tres componentes y campos de batalla. En espíritu, alma y cuerpo
para mi relación personal con el Señor.
2.-
ESPÍRITU, ALMA Y
CUERPO.
EN LA IGLESIA - II PARTE. Vida en la Iglesia en
el
ministerio general de la Gran Comisión. En espíritu, alma y cuerpo para mi vida en la
Iglesia.
3.-
EN ESPÍRITU ALMA Y CUERPO.
LA MISIÓN DE DIOS PARA NUESTRA VIDA.
Vida desarrollando mi misión, mi don (integrado en la Iglesia) En espíritu, alma
y cuerpo para desarrollar el llamado de Dios en mi vida.
Dios nos capacita en el espíritu por Su
Espíritu en nosotros con un don o dones. Estos dones son las capacidades
espirituales que el Señor nos otorga a cada uno. Con estos dones podemos formar
parte de un determinado ministerio en el cual hay unas operaciones, obras que
Dios ha preparado de antemano para que las llevemos a cabo bajo Su dirección.
Del mismo modo que para el desarrollo profesional cada uno se prepara, estudia y
se capacita con una serie de dones naturales y adquiridos. Una vez que se está
listo puede, por ejemplo, formar parte de un departamento de una empresa, y ese
departamento tiene una función determinada. En una oficina de turismo, el
profesional ha de haber estudiado la profesión, esto es, adquirir los dones que
le capacitan para ello. Además desarrolla su trabajo en un lugar determinado,
una oficina de una empresa con varias sucursales que vendrían a ser su
ministerio, y desarrolla una función determinada de cara a las personas que
necesitan el servicio.
La fe sin obras es muerta en sí misma, nos
recuerda Santiago, siguiendo la enseñanza de su Señor y el nuestro. Así dice
Jesús en Mateo 25:34-46: ...Venid benditos de mi Padre, heredad el Reino
preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me
disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero, y me
recogisteis; estuve desnudo y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la
cárcel, y vinisteis a mi... ...De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a
uno de estos mis hermanos más pequeños, a mi lo hicisteis...
Si confiamos en Dios, Le conocemos y nos
esforzamos en nuestra relación personal con Él en Cristo por el Espíritu; si
habitamos en Su presencia, en oración, ayuno y alabanza el Señor nos trata como
a hijos amados y nos revela Su voluntad para nuestra misión en nuestras vidas.
Seamos pues pacientes y esperemos en Él que conoce nuestro corazón. Por tanto no
nos será muy difícil encontrar nuestra misión si nos renovamos en el espíritu de
nuestra mente, sabiendo que el objetivo de nuestra vida cristiana, además de
permanecer en el Camino de la fe y de la salvación, es llevar a cabo la Gran
Comisión y hacer buenas obras en el amor de Cristo, cosas las cuales Él ha
preparado de antemano para que anduviésemos en ellas y que harán que no caigamos
jamás. Don, ministerio, obra.
Nuestro Padre nos pone a cada uno en nuestra
misión, nos capacita para llevarla a cabo y nos confirma con Su presencia y Su
unción que es Su voluntad. Muchos se hallan ya haciendo la voluntad de Dios,
cumpliendo su misión personal, pero no la reconocen, porque no la estiman lo
suficiente y quieren hacer obras, a su juicio más relevantes, que les llenen
más, pero el vaso de barro no puede decir al alfarero: ...¿por qué me has hecho
así?... Por tanto demos gracias a Dios que podemos servirle y busquemos los
dones mejores. Pongamos de nuestra parte para que el Señor, si lo estima, nos
llame a servirle en aquello que tenemos en nuestros corazones, porque sin lugar
a dudas haremos aquello para lo que el Señor nos llamó. Mas sea todo hecho con
el amor de Dios que es el don más excelente, 1Corintios 13.
...Pero la unción que vosotros recibisteis
de Él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así
como la unción misma os enseña todas las cosas,
y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en El. 1
Juan 2:27. La unción de Dios y Su bendición estén sobre nosotros en nuestra
misión espiritual, en la Iglesia, para la obra de Dios en Cristo Jesús, en
espíritu, alma y cuerpo por el Espíritu Santo. Amén.
|