JESUCRISTO   LA RESURRECCIÓN VIENE. HE AQUÍ QUE VIENE CON LAS NUBES Y TODO OJO LE VERÁ, Y LOS QUE LE TRASPASARON. Apocalipsis 1:7.

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EN ESPÍRITU ALMA Y CUERPO

EN LA IGLESIA - II PARTE

 © Carlos Padilla, Agosto 2010

...Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1Tesalonicenses 5:23.

Jesucristo nos salvó en espíritu, alma y cuerpo. Una vez conocemos y hemos recibido la salvación vienen varias preguntas a la mente del cristiano. ¿Es Ud. una persona cristiana comprometida con Dios y con la Iglesia que quiere servir a Dios en la Gran Comisión?, ¿Sabe Ud. cual es su función en la Iglesia?, ¿Siente el llamado de Dios para servirle pero no sabe de qué manera específica?. Solamente una vez haya encontrado las respuestas a estas preguntas, podrá llegar a encontrar la respuesta a otra que llenará su vida: ¿Cuál es la misión de su vida para la cual Dios le ha diseñado? pero ese será el tema de la tercera y última entrega de: En Espíritu, Alma y Cuerpo.

En esta segunda parte, pues, de las tres de las que se compone este estudio sobre nuestro ser, como dice el Texto Bíblico del Apóstol Pablo a los Tesalonicenses, en Espíritu, Alma y Cuerpo, aprenderemos a desarrollar nuestros dones en la Iglesia, tanto las capacidades que tenemos naturalmente como las que no tenemos y nos son otorgadas sobrenaturalmente por Dios cuando nacemos de nuevo. Para asimilar bien nuestra función dentro de la Iglesia de Dios debemos haber dado el primer paso de la fe, nacer de nuevo del Espíritu y sentido el llamamiento de Dios para servirle, teniendo la certeza de que estamos preparados y comprometidos con Él. Si no ha leído la primera parte del estudio, puede hacerlo en: En Espíritu, Alma y Cuerpo.

En la Iglesia de Jesucristo, que es universal y que está compuesta por todas las iglesias Bíblicas a las que cada uno pertenecemos, formamos parte del cuerpo de Cristo, vivimos una nueva vida en el Reino de Dios temporal de la tierra hasta que venga el estado eterno, y nos congregamos para alabar a Dios y darle culto porque Le amamos a Él en primer lugar y Le dedicamos un día especial a la semana de adoración. La segunda causa por la que formamos iglesia es para cumplir la segunda parte del principal y más grande Mandamiento: amar al prójimo. Para ello el Señor Jesucristo nos encomienda la Gran Comisión, que está compuesta de muchos ministerios, y tenemos por delante el reto de usar nuestros dones y descubrir nuestra misión personal. Dentro de la Gran Comisión hemos de encontrar nuestra coyuntura en el Cuerpo de Cristo de forma fraternal y unánime dentro de la iglesia a la que pertenezcamos, la cual, no debemos olvidar, es parte de la Iglesia universal de Dios, para que una vez hayamos encontrado nuestro lugar, aportemos nuestra coyuntura al cuerpo de Cristo y desarrollemos nuestra vida en espíritu, alma y cuerpo. Veamos pues los tres campos de batalla del cristiano.

 

ANDANDO EL CAMINO DEL ESPÍRITU. LA GRAN COMISIÓN A LA IGLESIA.

...Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén. Mateo 28.

Una vez estamos comprometidos como cristianos y a que parte de nuestra vida esté dedicada a la Gran Comisión, la Palabra de Dios nos advierte de una de las estrategias que usa el diablo para impedir que los hombres se reconcilien con Dios, y es el engaño. El diablo es maestro de mentira. Desde Edén, cuando engañó a Eva - principal símbolo de nuestra mente - y ésta deseosa insaciable de conocimiento, no tuvo en cuenta la Palabra de Dios ni tampoco preguntó a Adán, la serpiente la engañó diciéndole que no moriría, consiguiendo así que comiera del árbol que rompía la relación directa con Dios, la verdadera muerte espiritual que fue inmediata y fulminante; la muerte física también vencería sobre el hombre años más tarde.

Desde entonces el hombre, la generación humana llamada Adán (Génesis 5), vive bajo su propia ley, moral, o código de vida, cuya culminación fue la torre de Babel. Al igual que los habitantes de Pérgamo, centro cultural de su tiempo, a los que Juan dirige una de las cartas de las siete iglesias en Apocalipsis, comían el alimento intelectual de la biblioteca que tenían sobre el conocimiento griego del mundo en su época, hoy el hombre come de la biblioteca del conocimiento humano, pero no come de la Palabra de Dios, el alimento sólido del Espíritu. Una vez se ha comenzado el Camino cristiano habiendo recibido la Salvación, el nuevo hijo de Dios debe comer el alimento sólido del conocimiento de Dios y Su sabiduría: la mente de Cristo, desarrollada en la Biblia e interpretada en la mayor parte del Nuevo Testamento por el Espíritu Santo. Solo de esta forma y con oración se evita el engaño, del cual nos libra el Espíritu Santo cuando nacemos de nuevo por la fe, el gran don de Dios que nos concede recibir la Salvación por los méritos de Su Hijo en la Cruz, la cual nos otorga la resurrección y nos lleva a andar el verdadero camino cristiano, el que se anda de la mano de Dios.

Cuando la persona a la que predicamos reacciona y quiere volver a Dios, halla que ni la ley que sigue, o trata de seguir, aunque sea la de Dios, (la cual no es capaz de cumplir, ni su propia moral tampoco), le llevan a una relación personal y de plenitud con Dios. Ninguna forma hay de limpiar nuestras conciencias ante Dios, todas ellas inútiles. 1Pedro 3:21. Es entonces cuando el hombre accede a buscar el Camino a Dios en Jesucristo y en Su Palabra. Ya se habrá cansado de las religiones, de las tradiciones, de las mitologías de todas las naciones, todas fórmulas manidas y ajenas a la verdadera situación existencial del hombre, y es la hora de recibir el Evangelio, la historia de nuestra propia vida ante Dios y ante la gran verdad: que Dios tiene un plan de salvación diseñado por Él, a sabiendas de nuestra incapacidad, y ese plan es la muerte expiatoria de Su Hijo Jesucristo que ha derramado Su sangre para el perdón de los pecados. El hombre sólo puede volver al Paraíso, a su relación personal con el Padre, a través del único Camino que existe, el cual nos es dado por Dios: la fe en Su Hijo Jesucristo ...Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16.

Este es el primer paso que da Dios al llamar al hombre mediante la predicación del Evangelio de la Cruz de Cristo. El Evangelio tiene dos funciones. La principal es que nos salvemos para la eternidad y podamos comenzar inmediatamente, por la fe, a vivir la nueva vida llena del Espíritu de Dios en la paz de Cristo. Pero la segunda es que una vez hemos creído, y por consiguiente nacido de nuevo, nos convertimos en evangelizadores. Sí, cualquier persona que se reconoce pecador ante Dios, que le entrega su alma a Dios en la obra de Cristo en la Cruz, recibe la presencia del Espíritu Santo y se convierte inmediatamente en testimonio vivo de la obra redentora del Salvador, del Mesías, y lo puede transmitir a su alrededor. Nadie podrá parar el Evangelio hasta el último día cuando venga Jesús desde el cielo y todo esté cumplido. La conversión nos hace reyes y sacerdotes para Dios Su Padre, partícipes de la Gran Comisión y miembros de la Iglesia, la esposa del Hijo de Dios. Si duda de esta afirmación léalo en la Biblia en 1Pedro 2:9.

Ahora bien, para hacer un discípulo hay que enseñar al cristiano hasta donde quiere Dios que crezca espiritualmente en la libertad de Cristo y en el compromiso de lo que demanda Dios de nuestras vidas. Muchos porque no quieren, o porque no se lo enseñan sus maestros de doctrina, no pasan de un primer estado de conversión. No nos debe sorprender, pues, cuando predicamos encontrar a muchos cristianos que ya conocen a Dios, pero que están viviendo estancados en el primer estado de conversión, en el egocéntrico, en el Yo y en su salvación, no en el Ellos, la Iglesia, y el prójimo.

No nos debe sorprender tampoco que muchos de los que aún no conocen al Señor y rechazan la predicación, y por lo tanto no van a la iglesia, se escuden en que no quieren dejar una rutina de vida a la que se han acomodado por el mero hecho de conocerla, aunque sea una vida de muerte espiritual, pero que les confiere una falsa libertad, siendo esclavos de la carne, viviendo en la vanidad de su mente. Ante ellos Jesús dice que sacudamos el polvo de nuestras sandalias y les advirtamos que se acercó a ellos el Reino de Dios y ellos lo rechazaron escogiendo quedar bajo la ira de Dios, una vida de disciplina por amor de ellos para salvación. Estos no quieren aprender de nuevo a vivir, en este caso una vida de bendición como enseña la Biblia para una nueva vida, una vida de plenitud del Espíritu mediante una relación personal con Dios en Jesucristo. Ellos son precisamente a quienes debemos llevar el Evangelio del Reino de Dios al que son llamados, como también lo fuimos nosotros para que sus vidas sean bendecidas por  Dios y llenas de significado y propósito, unas vidas de esperanza y felicidad, abundantes en fe y de amor de Dios el cual emanará de sus corazones sabiéndose salvados para la eternidad, la vida eterna en el Reino de Dios, en el Paraíso de Dios.

Por tanto, como cristianos de fe, creyendo plenamente que somos salvados por la Gracia de Dios en Cristo, no vivamos centrados en nosotros mismos sino preparémonos y sigamos creciendo espiritualmente como cristianos y como iglesia para la permanente Gran Comisión, la cual llevamos a cabo buscando la dirección de Dios en oración y en congregación, el tiempo de Dios, la forma en que Dios nos muestra como realizarla de forma más efectiva, los medios que usaremos y que Dios nos da, las personas con las que trabajamos y los objetivos que estamos conquistando en Cristo en quien todo lo puede el cristiano y la Iglesia, porque ...todo lo puedo en Cristo que me fortalece... Filipenses 4:13.

Somos como aquel siervo anciano de Abraham encomendado por su señor, salimos a buscar esposa para su hijo Isaac, y hallando a Rebeca, aquellas almas escogidas, la traemos para desposarla con el hijo amado, el Hijo unigénito del Padre. ¿No es un privilegio buscar almas para Cristo?, vayamos pues con nuestros hermanos y con los camellos cargados de regalos - los dones de Dios que llevan los ángeles - para los que reciben el Evangelio de Jesucristo.

Si estamos comprometidos y nuestra iglesia también, el Señor envía sus ejércitos celestiales con nosotros. Cuando estamos comprometidos para trabajar en la Gran Comisión en espíritu, la unción de Dios está con nosotros para la predicación del Evangelio y para hacer las buenas obras que sintamos en nuestra alma. Por el privilegio de servir a Dios y al pueblo que ha adquirido con Su sangre, somos bendecidos al participar en el culto de adoración a Dios y la alabanza porque amamos a nuestro Padre con todo nuestro corazón - símbolo del espíritu - y con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, habiendo el Espíritu Santo transformado nuestra alma y nuestro corazón para que también amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, porque Dios nos amó antes cuando no Le conocíamos. Marcos 12:30 y 31.

 

EL ALMA DEL CRISTIANO EN LA IGLESIA. LAS BUENAS OBRAS.

...Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. 41Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. 42Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; 43fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. 44Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 45Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. 46E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. Mateo 25.

Si Ud. siente, además de la necesidad de predicar el Evangelio del Reino de Dios, una gran carga en su corazón por la necesidad y el sufrimiento que hay a su alrededor en el mundo que le rodea y quiere hacer buenas obras, entonces los sentimientos de su alma hallarán plena satisfacción en la obra de la Iglesia de Jesucristo, porque somos hechura Suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2:10. De esta forma seguimos dando testimonio de la misericordia, la piedad y la compasión de Cristo después de casi dos mil años de Gran Comisión, que durará hasta Su venida para establecer Su reino, donde ya no habrá más sufrimiento, ni enfermedad, ni muerte, ni hambre, ni guerras, sino felicidad, paz y el amor de Dios en Su presencia y entre todas las personas que aman a Dios y que han sido salvas.

El alma, cuando tiene a Cristo dentro de sí, es un remanso de paz en intimidad con Dios en espíritu, donde nuestros sentimientos encuentran el bálsamo del equilibrio espiritual de Dios, y donde sentimos lo que producen nuestros sueños de parte de Dios, nuestras relaciones con nuestros seres queridos y con los extraños en un esfuerzo de tratar al prójimo como queremos que nos traten a nosotros, y nuestras experiencias vividas junto a Dios. Pero sobre todo, y volviendo al primer punto, es nuestro remanso de la paz de Dios, esa paz que solo puede dar Jesucristo: ...La paz os dejo, mi paz os doy; Yo no la doy como el mundo la da... Juan 14:27. Una paz y un gozo que, en medio de un mundo enemigo y contrario a Dios, fluye al alabarle, al adorarle, al orar, al cantar cánticos espirituales, al congregarnos y al leer la Biblia cada día y al estudiarla.

En la vida espiritual del cristiano puede haber esa paz en el alma porque es el Espíritu Santo quien pone el orden por habérselo otorgado nosotros voluntariamente, por haberle cedido el trono de nuestras vidas. Pero el alma de aquellos que no tienen a Cristo no tiene la paz existencial, eterna y espiritual que da Dios, y por ello sufren la falta de orden espiritual, emocional, de relaciones, muchas veces rotas, de malas experiencias y de falta de moral de Dios en una conciencia inconstante que produce un tierra áspera, seca, falta de agua donde no hay vida. Es precisamente en esta tierra muerta al Espíritu eterno donde Jesucristo planta la semilla del Evangelio por nuestra predicación, una vez ha sido arada por una vida de sufrimiento, soledad y de falta de propósito, donde Él regará con el agua de Su Espíritu y donde será alimentada con la Palabra de Dios para que dé crecimiento y frutos de vida, y vida eterna.

Este lugar es aquel de donde procedemos todos, y de donde nos rescata Jesucristo con el amor de Dios, dando Su vida por nosotros, ...porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él crea, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16. De igual modo que ocurre en nuestras almas ocurre en el mundo y en la sociedad. La Iglesia es la comunidad de hermanos fraternales, y el mundo una lucha egoísta, egocéntrica. Dios ama al débil y le ayuda y fortalece, el mundo lo aísla y lo aniquila destruyéndolo en espíritu, alma y cuerpo. Jesucristo es la única esperanza.

Es por haber experimentado el amor de Dios y por haber estado allí donde otros están ahora que sentimos la necesidad de dar a conocer lo que ahora vivimos, para que el prójimo también lo pueda experimentar. Es por haber experimentado el amor de Dios que sentimos la necesidad de hacer buenas obras. En Mateo 6 el Señor llama nuestra justicia a dar limosna en secreto. Somos encaminados a que nuestra izquierda no sepa qué hace la derecha al dar limosna, que no hagamos tocar trompeta delante de nosotros, es decir, que no nos gloriemos públicamente de nuestras buenas obras, pues Dios ve desde lo alto nuestro corazón cristiano y la intención de hacer lo que debíamos, porque somos piadosos y compasivos. Son pues las buenas obras uno de los frutos que produce el amor de Dios en la misericordia, y sin ellas el que diga que tiene fe pero no tiene obras está en la cuerda floja de la salvación, como nos muestra el Señor en Sus Palabras al principio de este apartado.

Los cristianos predicamos y damos testimonio con nuestras vidas. Pero hemos de darnos cuenta también que nuestros sueños, nuestras pasiones que hemos recibido de Dios para nuestra vida junto a Él son también un modo de tocar otras vidas. De igual modo la profesión de cada uno es una herramienta dada por Dios que ponemos a Su servicio y al de la Iglesia. Servimos pues en la ayuda a los pobres, en la ayuda a los enfermos, en la ayuda profesional de nuestro gremio. Si es Ud. abogado y su hermano no puede pagar uno, préstele sus servicios. Si es médico de igual manera. Sirva a su comunidad sin ánimo de lucro para aquellos que no pueden pagar y necesitan ayuda. Allí donde podemos ayudar a los que no pueden pagarnos Dios nos lo recompensa con creces. Todos los que hacemos esto en nuestras vidas damos testimonio de ello como experiencia vivida una y otra vez. Además servimos a las necesidades de la propia iglesia en nuestra congregación, en su organización, edificio, estructura, administración, limosnas, diezmos, relaciones con las autoridades, con otras iglesias, en la evangelización, en el servicio a los mayores, en ser de un mismo sentir y en esforzarnos para estar sujetos unos a otros fraternalmente junto con los ancianos y pastores, a la obediencia a Dios.

Seamos conscientes de que el Espíritu Santo ha puesto en nuestra alma, como Iglesia, y en cada miembro en particular, la necesidad de llevar a cabo las virtudes del amor de Dios, lo que es símbolo del alma de la Iglesia. Como miembros de la Iglesia compartimos los sentimientos del Espíritu de Dios y encontramos en nuestro corazón las preguntas a las que hemos de buscar respuesta y desarrollo como conjunto, y de manera individual, las cuales son: Qué, cómo, dónde y cuándo sirvo a Dios.

Qué: Nuestro objetivo: La Gran Comisión, el Evangelio. A qué tipo de audiencia, etnia, etc. confrontando la misión con la capacidad del propio ministerio y de nosotros mismos.

Cómo: Por la fe. Con el equipo de hermanos que Dios nos ha puesto. El Señor nombró a 12 de entre los muchos que le seguían. Podemos encontrar en la Biblia la Iglesia, los dones, los ministerios, las obras, los eventos, el culto, la oración, la sanidad, las visitas de unos hermanos a otros en necesidad, a los pobres, a los presos, cuidando de los propios miembros, niños, jóvenes, solteros, matrimonios, ancianos. Preparando y/o aprendiendo el establecimiento de ancianos, el gobierno de la iglesia local, la unción del pastor, el estudio de la doctrina y la declaración de fe. Utilizando los medios como la Web, la TV, la radio, la prensa, las campañas o cruzadas de evangelismo, etc. Trabajando en nuestra iglesia y con otras iglesias para el fin común.

Dónde: En nuestra ciudad, en el lugar de residencia y comunidad, vecindario, familia, lugar de trabajo, colegio, universidad, hospitales, lugares que frecuentamos, en nuestra región, país, en misiones al extranjero o apoyándolas, etc.

Cuándo: Urgente, ya, siguiendo la orden del Señor, pero no se puede comenzar sin estar preparado, como dice la Escritura: ...¿...qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Lucas 14:31. ¿Está Ud. preparado espiritualmente y tiene la confirmación del Señor, de hermanos ancianos en la fe?, ¿Está preparada la iglesia a la que pertenece para desarrollar el llamado que ha recibido Ud.?.

Tenemos que distinguir entre la misión básica y obligatoria del cristiano y de la Iglesia, y la diferencia de ministerios que tiene cada una y nuestra propia misión en la vida de parte de Dios. Idealmente todas las iglesias deberían ser iguales y tener los mismos dones y ministerios donde todo cristiano pueda desarrollar su llamado de Dios. En Su misericordia, Dios ha permitido una diversidad de estilos de iglesia distintos (siempre que sean Bíblicos), según la edad, nación y educación de sus miembros. Cada ministerio personal tiene un llamado que hay que buscar y que está escrito en el alma de cada uno, y en cada congregación para la misión que Dios ha levantado cada ministerio. Si no puede desarrollarlo donde está, busque esa congregación a la que pertenece. Cuando la encuentre trabaje en el Reino de Dios, nada le dará mayor sentimiento de satisfacción y de utilidad en la vida, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, porque Cristo dice que está trabajando ahora, porque el Padre, hasta ahora trabaja, Juan 5:17. Todo esto emana el alma en la Iglesia y de la iglesia a donde pertenecemos porque está escrito por el Espíritu en nuestra propia alma.

 

SOMOS CUERPO DE CRISTO. EL BUEN CRISTIANO Y LA BUENA IGLESIA.

...Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el Señor, y os amonestan; 13y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros. 14También os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. 15Mirad que ninguno pague a otro mal por mal; antes seguid siempre lo bueno unos para con otros, y para con todos. 16Estad siempre gozosos. 17Orad sin cesar. 18Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. 19No apaguéis al Espíritu. 20No menospreciéis las profecías. 21Examinadlo todo; retened lo bueno. 22Absteneos de toda especie de mal. 23Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 24Fiel es el que os llama, el cual también lo hará. 1Tesalonicenses 5:12.

Si bien el Espíritu de la Iglesia se plasma en el plan de Salvación de Dios por la fe en el Evangelio, y recibimos de Dios la misión universal de la Gran Comisión y las buenas obras por amor al prójimo, y el alma de la iglesia se simboliza en el sentimiento fraternal de todos sus miembros de estar sirviendo espiritualmente a Dios, ganando almas para el Reino de Dios, dando culto al Señor y desarrollando una vida fructífera en el Espíritu, ayudando a los pobres, necesitados, ancianos, enfermos, presos, y marginados, no podemos desarrollar completamente nuestra misión personal si no contamos con el Cuerpo de Cristo. Nuestra alma está ligada al alma de Dios por lo cual Él ha escrito con Su Espíritu los anhelos que sentimos y nos une en yugo con aquellos hermanos con los que llevaremos a cabo la obra, y esta obra es de Dios. Por lo tanto asegurémonos de que estamos trabajando con aquellos hermanos con los que el Señor nos ha puesto y a esforzarnos de nuestra parte en tratarnos con el afecto fraternal y el amor de Dios con que Él nos ha unido bajo Su yugo y entre Su Cuerpo.

Ya hemos llegado a la fase final para poder desarrollarnos como Iglesia de Dios tras la fase de formación personal de nuestro ser cristiano - y no es esta una fase transitoria o que se olvide, pues tendremos que trabajar en nuestro espíritu, alma y cuerpo el resto de nuestras vidas - una vez que nos hemos comprendido a nosotros mismos, podemos comprender a nuestro prójimo y compartir fraternalmente y en el amor de Cristo la misión de la Gran Comisión en su plenitud como Iglesia universal. No es hasta que hemos tenido pleno entendimiento de las limitaciones con las que contamos, tanto a nivel personal como colectivo, y en el trato con otros cristianos que podremos ser conscientes del grado de humildad con el que hemos de tratarnos unos a otros, de respeto y de amor de Dios, sabiéndonos dependientes del Señor y confiando en Él como director de la obra, seamos pastores, ancianos o miembros de la iglesia.

Una persona joven que busca su primer trabajo, después de haberse preparado para ello, ha de pasar por entrevistas, períodos de prueba, puestos inferiores para ir ascendiendo, e incluso renunciar a condiciones cuando la situación económica no es boyante. Si es empresario ha de pagar las nóminas, muchas veces de su bolsillo, del pan de su familia aunque no haya beneficios, ha de soportar la competencia, al empleado que no rinde o que está de baja, luchar y salir adelante tratando de convertir su empresa en competente y que genere beneficios para que todos, su familia y sus empleados tengan cubiertas sus necesidades y puedan seguir mejorando y siendo competitivos. Todo un ejemplo nos lo da Pablo en 1Timoteo 5. En ninguno de estos casos  uno abandona, a no ser por causas forzadas, un despido o una quiebra. ¿Cuántas veces nos planteamos los cristianos ser efectivos, rendir cuentas a Cristo y analizar la estrategia, haciendo días de oración, ayuno y estudio en comunidad para ganar almas para el Reino de Dios?. Sirva esta llamada no solo para el cristiano miembro, sino para ancianos o diáconos y para pastores. El objetivo son las almas para salvación, y una vez en el Camino, que sus vidas sean vidas fructíferas y llenas de afecto fraternal y de amor de Dios.

En el ejército, los militares se preparan a conciencia para la guerra, practican las maniobras, las órdenes, las estrategias, hacen guardias, se entrenan, y todo ello durante meses y años. En la mayoría de los casos no entran en combate (gracias a Dios) aunque muchos lo anhelan, la guerra es dura y la muerte es real, no un ensayo ni un videojuego. Pero si hay que entrar en combate, el ejército está listo para cumplir con su labor de defensa o ataque. Del mismo modo el cristiano debe esperar, preparándose, estudiando, orando, ayunando, ayudando, y aprendiendo de su maestro y pastor, para que cuando esté formado salga a la batalla de las almas. Al contrario que el militar de un país, el soldado de Cristo a su tiempo siempre sale a la guerra, en otra dimensión, la espiritual, en una sociedad enemiga de Dios, a dar testimonio de Jesucristo en su vida, a predicar el Evangelio del Reino de Dios para salvación de las almas y haciendo buenas obras por amor al prójimo, sirviendo al Señor.

De igual modo, la Iglesia es comparada en la Biblia con un ejército, con un rebaño, o con una nación. En nuestros días la podemos comparar con una empresa, con una organización humanitaria o con una fundación sin animo de lucro. Pero la mejor definición de la Iglesia es la esposa del Hijo de Dios. Nuestra alma como tal forma parte de la esposa que, ahora como novia del Príncipe que será Rey de reyes, espera a las bodas del Cordero como aquellas cinco vírgenes que esperaban al Esposo con sus lámparas llenas del aceite de la unción de Dios para encender el fuego del Espíritu en sus almas.

Es por este privilegio de pertenecer a la familia de Dios que tiene un objetivo que cumplir en la vida, que hallamos en la Biblia el gobierno de la Iglesia, la doctrina que predicamos, la misión de la Gran Comisión, las buenas obras en la ayuda a los pobres y marginados en el amor al prójimo. Es en la Palabra que nos guiamos para preparar pastores y maestros, ancianos en Cristo. Los Diáconos en las guías de Romanos 12:8 son mostrados en dos cargos en la Iglesia, los que distribuyen las limosnas y los que sirven y cuidan a los pobres y enfermos. Esto último también se lo encargaban a las viudas, 1Timoteo 5:9-10 o Hechos 6:3. Practicamos de este modo la doctrina de los apóstoles de Jesús. Es en la Palabra que buscamos y usamos los dones del Espíritu que Dios otorga a cada iglesia para la edificación de los discípulos y nuestro crecimiento espiritual para honrar a Dios y ganar a los de afuera.

Si seguimos esta guía a modo de manual, estas enseñanzas de la Palabra de Dios, estamos construyendo sobre el cimiento de la fe en Cristo una iglesia útil y santa. No menospreciemos las profecías de los profetas del Señor. Así como la Biblia se refiere a los ministerios en Romanos 12, en 1Corintios 12 se está refiriendo a los diferentes dones del Espíritu. A estas dos citas Bíblicas se refiere Calvino en su obra maestra: Institución de la Religión Cristiana. Y por último el cristiano ha de buscar su llamamiento personal o vocación que tiene origen en Dios, y la confirmación al ministerio que muchas veces hemos visto que nuestros antepasados cristianos en la Biblia confirmaban por la imposición de manos en las iglesias.

Este es el proyecto de una iglesia viva en la que todos sus miembros encuentran a sus amigos en Cristo. El pueblo de Israel vivía, y aún viven muchos Judíos hoy en torno a la sinagoga. Una comunidad que se congrega, no solo el Shabbat, y las Fiestas del Señor, sino para todas las cuestiones de la vida. La buena iglesia local en la que compartiremos nuestras vidas con nuestros hermanos es el campamento base del cristiano. En ella se comparten los dones espirituales, pero también las capacidades de cada cristiano.

La cantidad de actividades y servicios de que dispongamos cambiará la vida de los miembros de la congregación. Los padres que quieren participar en la iglesia quieren que sus hijos tengan un lugar de ambiente sano espiritualmente donde reunirse con sus otros amigos de la iglesia en sus diferentes edades. El programa de ayuda a los ancianos y necesitados de ayuda sanitaria es otro punto fundamental por el que trabajar. La educación de nuestros hijos, la búsqueda de trabajo para quien no tiene usando la red de comunicación de la iglesia, o iglesias de la zona, la planificación familiar, el consejo, la ayuda cultural, psicológica y médica o nutricional y deportiva. El asesoramiento profesional de nuestros jóvenes. El desarrollo de actividades extraescolares. Actividades para los mayores, para los matrimonios para que puedan dejar a sus hijos y salir juntos para cuidar su relación de pareja. Las actividades de diversión de los jóvenes en un ambiente sano para que no vayan por caminos de drogas, alcohol y depresión, y sí de planificación de vida, deporte, profesión, aventura y diversión sana, etc.

Todo este proyecto que muchos anhelan forma parte de una iglesia comprometida con su comunidad, y no me estoy refiriendo solo a su comunidad de miembros, sino de un programa que haga que todos los demás a quienes llevamos el Evangelio, también les ganemos por un programa de vida sana, honrada, moral y con propósito, para que puedan darse cuenta de que esta calidad de vida procede del efecto que ha producido en nosotros Jesucristo y profundicen en la Palabra de Dios. ¿Tiene Ud. todo esto en su alma, faltan programas y ministerios en su iglesia? ore por ello, hable con su pastor y con sus hermanos, comprométanse con tiempo, dedicación y apoyo económico. Además vistámonos la armadura de Dios descrita en Efesios 6:10 y protejamos con el escudo de la fe ahí descrito, y vivamos como se nos muestra en Gálatas 6:2: ...sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.

No es obligatorio seguir a pie juntillas todo esto para una vida espiritual santa, pero es lo ideal en los tiempos en que vivimos, pues son tiempos peligrosos espiritualmente donde, más que nunca, es tiempo de hacer comunidad cristiana, para compartir el Reino de Dios y para formar cristianos preparados para vivir como ovejas en medio de lobos, Mateo 10:16. En la Iglesia que hallamos un conjunto de hijos de Dios en convivencia ordenada, fraternal y en el amor de Dios y bajo la guía Bíblica se produce una vida de frutos del Espíritu. Es el esfuerzo entre todos los cristianos que permite la paz en el alma como iglesia a la que pertenecemos, porque ...En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los... Juan 13:35.

Cristianos no comprometidos con Dios y Su Iglesia.

La raíz de las iglesias que no dan frutos son los cristianos no comprometidos. No solo cristianos miembros, sino ancianos y sobre todo pastores. En el gobierno de las iglesias está la clave principal de una iglesia sin frutos. Éstos no están dispuestos a sacrificar sus vidas por la causa de la Gran Comisión, los que no dejan sus rutinas de vida diaria por ir a predicar, para ir a visitar enfermos, para ir a hacer trámites para aquellos que no saben o no pueden, y tantas otras cosas. Los hay que hasta se quejan de los horarios de culto, del día de la oración, del estudio Bíblico y de todo tipo de iglesia, pastor o congregación. Nunca les viene bien, nunca está bien el programa ni el proyecto de la iglesia, siempre se quejan, como el pueblo de Israel cuando salieron de Egipto. Sigamos el ejemplo de 2Tesalonicenses 3:6-18.

Algunos no quieren formar parte de una iglesia bíblicamente organizada y efectiva para la Gran Comisión de la evangelización, las buenas obras y para compartir la mejor amistad, la de tus hermanos en Cristo con quienes pasarás la eternidad. ¿Cómo es que hay cristianos que no quieren compartir sus vidas con sus hermanos escogiendo una vida de soledad, sin proyecto cristiano, sin ministerio, sin dones, y sin hermanos? Se terminan secando espiritualmente y sin fruto. Lo curioso es que aquellos que no quieren trabajar para el Señor bajo el gobierno de la iglesia local, el plan de Dios y formar parte de la Iglesia de Dios, sí se someten a toda autoridad del mundo. Se someten a jefes en el trabajo, claro que lo hacen por dinero. Se someten al rey, al presidente de su gobierno, a alcaldes, policía, médicos, profesores, cursos de mejora laboral, normas de tráfico, de viaje, de documentos legales, de impuestos, etc. Están supeditados a su salud, a su cuerpo, a sus propias creencias familiares heredadas y tradicionales, en la gran mayoría de los casos contrarias a la Palabra de Dios. Son esclavos de su carácter y de sus propios pecados, y cómo no, de los sentimientos de su alma y fundamentalmente del programa de su mente. Se consideran libres, pero son esclavos del pecado y de la muerte, de la sociedad y de ellos mismos, necesitan un libertador, que como Moisés les saque de la esclavitud, como aquél de Egipto, símbolo de una sociedad como la de hoy esclava del pecado. Nuestro libertador nos ha de liberar del pecado que produce la muerte, y ésta, eterna en el infierno. Su Nombre es Jesús de Nazaret, el Rey de reyes, quien reina en el Trono junto a Dios Padre y a quien están sujetos ángeles, autoridades y potestades. 1Pedro 3:22.

Cuando se busca ser efectivo en la obra de Dios, comprendemos que somos soldados de Cristo. Un soldado en el ejército está bajo ordenes, como nos decía el centurión que maravilló a Jesús cuando comparaba el ejército del cielo con el suyo, Mateo 8:5-13. Si existe compromiso y la estrategia es buena y hay un buen proyecto levantado con el amor de Dios a la Iglesia, se gesta el compañerismo y motivación, el buen liderazgo con un objetivo claro y cada uno desarrolla sus atribuciones y está preparado para acometerlas, la conquista está asegurada. En la victoria contra los madianitas que le fue entregada a Gedeón con 300 hombres de corazón comprometido con Dios y con Su causa, al resto se le ordenó volver a su lugar, Jueces 7:7. Ellos, los que fueron con Gedeón, finalmente no tuvieron que pelear, sino que, como dice el Señor a Zacarías en 4:6 ...no con ejército ni con fuerza sino con Mi Espíritu. Y el Espíritu de Dios tiene su propio ejército y nos cuenta como parte de él, pero solo si nos comprometemos con Dios contará con nosotros, si estamos ocupados en nuestros proyectos, o nos quejamos constantemente, o buscamos nuestra propia vida cómoda no formaremos parte del proyecto de la Gran Comisión. ...y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará... Mateo 10:37-39.

Cuando una iglesia no está preparada para la Gran Comisión.

Cuando a pesar de ser cristianos comprometidos, en nuestra iglesia no podemos desarrollar nuestro llamamiento de Dios, tenemos que orar y buscar la dirección del Espíritu Santo y compartirlo con el pastor y los ancianos, y con los hermanos de confianza. Si como cristianos que formamos parte de una congregación o iglesia no encontramos propósito a nuestras vidas, sentimos que no estamos sirviendo al Señor como deberíamos, debemos hacernos dos planteamientos: El primero es si tengo claridad de mi misión para con Dios. Si no tiene claridad sobre su llamamiento y dones debe encontrar ayuda y consejo basado en la Biblia y en las experiencias de los hermanos ancianos en Cristo. Busque hermanos que le hayan probado su discreción y amor de Dios fraternalmente, amigos en Cristo, no meros creyentes o asistentes a la iglesia. Si a pesar de todo no lo encuentra, ore y estudie la Biblia, siga en su iglesia, pida a su pastor que ore por Ud. y que le diga en qué puede servir mejor dentro de la Iglesia. Aporte su ayuda donde vea que es necesaria y espere porque Dios conoce su corazón y su intención.

Si ya se ha planteado la situación y ha intentado lo anterior, y a pesar de todo no encuentra la manera de servir a Dios en su iglesia y tiene la certeza y las señales de Dios en su vida de que donde está no va a poder desarrollar el llamado de Dios para su vida, Dios le encaminará en su viaje a una nueva vida espiritual con otros cristianos en otra iglesia. O si siente el llamado a estudiar en el seminario teológico para prepararse para la obra del ministerio, estudie las posibilidades que tiene: ésta era la recomendación de Pablo. Ahora bien, piense y medite si se ha esforzado de verdad. Si Ud. no cambia de trabajo aunque las condiciones o el puesto no sean lo que soñó, ni el salario, o si es empresario no cambia de negocio cada vez que el mercado se complica, ¿por qué cambiar de iglesia por cualquier motivo? esfuércese en servir a Dios, no al hombre.

Quizá la iglesia donde Ud. da culto a Dios no está preparada ni tiene los recursos para desarrollar su ministerio. Hay iglesias, sean estas de gran número o congregaciones en las casas, donde no se halla la sana doctrina, donde el pastor o los ancianos no están preparados doctrinalmente ni espiritualmente. Hay iglesias donde no hay proyecto. Si su iglesia no sigue la Palabra de Dios y a cambio se imponen las enseñanzas de los líderes, de sus ideas o de tradiciones, y éstas, por muchos años o siglos que lleven instauradas no obedecen a la Palabra de Dios y Ud. se ha dado cuenta, salga de allí y póngase en manos de Dios en oración y busque una iglesia doctrinalmente basada en la Biblia y donde pueda desarrollarse como cristiano entre hermanos amigos en Cristo.

Si Ud. tiene el grado de compromiso necesario, el carácter, los dones, la revelación y la unción de Dios. Si además cuenta con la confirmación de que Dios irá con Ud. en ese gran paso y que le llevará por el camino de la bendición de Dios, Ud. llegará a su tierra prometida. Pero recuerde el Texto de la parábola sabia del Señor, nuestro gran Maestro, sobre aquel que quería construir una torre, o lo que ha de considerar un rey antes de salir a la guerra en Lucas 14:28-33. En nuestra vida, la torre es un ensalzamiento de nuestra misión, y la guerra es la espiritual contra principados y potestades.

 

CONCLUSIÓN

El Camino del cristiano pasa por tres etapas. Abraham, la salida de Ur de los caldeos para ir a la tierra prometida. Moisés, la salida de la esclavitud al pecado, cruzando el mar rojo y entrando en el desierto de las pruebas de la fe. Y finalmente nos lleva a la tierra prometida, no sin antes cruzar el Jordán con Josué tras derribar la última prueba de fe Jericó, la cual hemos de conquistar siguiendo el plan de Dios. Tres decisiones en la vida del cristiano. La primera, salir de nuestra vida anterior en el mundo, Abraham. La segunda, salir de la esclavitud, no ya solo del pecado sino de las prácticas religiosas y de la tradición a las que se acomoda el alma en una rutina y una vida mediocre sin frutos del Espíritu. La tercera es siendo valientes y entrando a tomar posesión de nuestra verdadera vida espiritual, nuestro ministerio y nuestra misión para la que Dios nos diseñó y bendijo en espíritu, alma y cuerpo. De esto tratará la tercera y última entrega de este estudio Bíblico. Es Jesucristo quien hizo la entrada triunfal en Jerusalén tomando posesión de nuestra tierra prometida para Él, nuestras almas, ganándolas en la Cruz del Calvario, venciendo en el Espíritu, resucitando al tercer día, para levantar la Iglesia en Pentecostés para llevarla a Su Reino en Su venida. En la tercera y última parte de este estudio sobre "en Espíritu, Alma y Cuerpo", entraremos en la tierra prometida personal, cruzando el Jordán de nuestro llamamiento y tomaremos la Tierra Prometida, nuestras nuevas vidas en Cristo. 

Jesucristo es nuestro libertador a quien haremos bien en recibir en nuestras vidas, primeramente para salvación de nuestras almas para vida eterna en el Reino de los Cielos, y también cada día, de la mano del Señor para que tengamos vida, y la tengamos en abundancia, Juan 10:10. Cada vez que se entrega algún nuevo hermano o hermana, o familias enteras a Cristo y forman parte de nuestra iglesia, nos regocijamos en espíritu con Dios viendo la transformación de sus vidas, sus testimonios, la bendición, la paz, el sentimiento y la experiencia de una nueva vida restaurada y con un propósito espiritual: vivir en Cristo en espíritu, alma y cuerpo y dar frutos del Espíritu. Es entonces cuando viendo los frutos de la Gran Comisión que nos sentimos privilegiados de servir a Dios en Su Iglesia para la salvación de las almas. ...Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! 1Coríntios 9:16.

La conclusión a la que ha de llegar el cristiano comprometido con su Señor es que el fundamento de la plenitud de nuestra misión espiritual de parte de Dios para nuestras vidas tiene tres componentes que nos afectan en espíritu, alma y cuerpo. Que somos Su Iglesia y le pertenecemos a Él, no el edificio sino las almas que la componen y por las que murió Cristo pagando por nosotros con Su sangre, las personas que tenemos delante, con las que compartimos nuestra vida como discípulos y a las que vamos a bendecir de parte de Dios en la Gran Comisión, por el Evangelio, un gran privilegio. Que es la unción de Dios en nosotros la que hace que permanezcamos en Cristo como Su Reino en la tierra, la que nos capacita como Hijos de Dios, la que nos hace comprender Su dirección y gobierno de la Iglesia en todo el mundo, en cada iglesia en particular, siendo el Espíritu Santo nuestro Consolador, y Jesucristo vivo la cabeza de la Iglesia. Y tercero que tenemos la Palabra profética más segura, a la cual hacemos bien en estar atentos como una antorcha, porque el Evangelio del Reino de Dios por la salvación en Cristo es el único mensaje capaz de reconciliar al hombre con Dios, nuestro Padre. El que nace de nuevo, el que conoce a Jesucristo y cree en Su obra de Salvación, viene a formar parte de su Esposa, la Iglesia por la cual nuestro Salvador murió en la Cruz del Calvario.

Jesucristo, habiendo resucitado nos ha hecho un pueblo, tanto a Judíos como a Gentiles, por la fe en el Hijo de Dios, Yahshua, Jesús de Nazaret, el Rey del Reino de los Cielos, el Reino de Dios. Jesucristo vive y reina y está sentado a la diestra del Padre, Él es el Camino a Dios, la Verdad y la Vida, nuestra luz y nuestra esperanza, la Puerta al corazón del Padre, el único Dios verdadero, que nos bendice en todo nuestro ser, en espíritu, alma y cuerpo, a Quien se lo entregamos como Hijos y como Iglesia. A Él sea la gloria y el imperio por toda la eternidad. Amén.

 

  • Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y llamárase su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Profecía de Isaías 9:6.


  • Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi. Palabras de Jesucristo. Evangelio de Juan 14:6.
  • Ud. quiere conocer a Dios, pero sabe que el camino no es por las religiones, ni por las sectas, ni por la sociedad. El mundo, sin Dios, ha fracasado. ...Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son... Juan 17:9. Oración de Jesús.


  • Si de verdad busca Ud. a Dios, comience hoy una nueva vida, de la verdadera mano de Dios. El Evangelio es el mensaje para todas las naciones, sin importar la raza, la procedencia ni la cultura. Dios es el Salvador de aquellas personas que le abren su corazón y se arrepienten de vivir sin El.


  • ...Así que hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. 1Corintios 15:58.

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