LA GRACIA DE DIOS
©
Carlos Padilla, Mayo 2012
...Amazing Grace, how sweet the
sound, that saved a wretch like me. I was once lost but now am
found, was blind but now I see... se podría traducir como ...Sublime
Gracia, qué dulce son, que a mi
desgraciado
salvó. Perdido estaba y Él me halló, fui ciego, más puedo ver...
Así comienza el famoso himno de John Newton, 1772, quien fue
comerciante de esclavos. Arrepentido y convertido a Cristo, se
hizo pastor. Además luchó por la causa de la abolición de la
esclavitud, que logró su amigo, el parlamentario británico
Willam Wilberforce, a quien apoyó. La carga de pecado que llevó
Newton era tan grande; miles de almas torturadas por su causa
bajo la esclavitud. Difícil fue para él recibir el perdón de
Dios, pero por aquella sublime gracia, finalmente aceptó.
Newton tomó la melodía del cántico de uno de los
esclavos negros que cantaba desde la panza de su barco de
esclavos. Desde entonces los espirituales negros, el gospel,
fueron en su mayoría compuestos en lo que se ha llegado a
conocer como la escala esclava, sobre las cinco notas negras del
piano, también conocida como la escala pentatónica, según nos
narra Wintley Phipps. Hay cinco compositores blancos que se
dedicaron a componer himnos espirituales para la iglesia sobre
las notas negras, dice Phipps. Escuchar Amazing Grace por
Wintley Phipps
www.youtube.com
La Gracia de Dios es Su gran
bendición que recibimos
como la fuente de la unción, y
que comienza al recibir Su
inmerecida salvación por fe en la obra de Su Hijo Jesucristo en
la Cruz del Calvario. Con la salvación comienza el camino de la
gracia de Dios, que nos está ofrecida durante toda la vida en
cada una de sus etapas y experiencias. Pero no
parece algo sencillo recibir Su gracia. Parece que nuestro ser
se resiste a recibir sin merecer, siempre busca la forma de
hacer algo para merecer aquello que recibe. Sin embargo hay
mayor gracia en recibir que en dar, porque dar nos crece en
nuestro ego, pero recibir nos hace humildes.
La Biblia dice: ...Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; 9no por obras,
para que nadie se gloríe. Efesios
2:8. Pero
también dice: ...Así también la fe sin obras es muerta en sí misma.
Santiago 2:17. Aquí
tenemos un contrapeso Bíblico para buscar el equilibrio de Dios
en cuanto a la gracia, no en cuanto a la salvación, que es por
fe, sin obras, las obras son producto de la fe para una vida
santa, por las que se nos verá como gente de Dios en la
combinación de ambas, no para ganar la salvación que es por la Cruz de Cristo.
Esta es la controversia interior
del hombre, nuestra lucha para entender que no es por nuestras
obras que recibimos, no ya la salvación, que es lo principal,
sino las bendiciones de Dios, la gracia de la relación con Dios, Su
presencia, y una vida que realmente tenga el propósito para el
que Él nos ha creado. Dejar de tratar de hacer las cosas por
nosotros mismos y confiar en Dios nuestro Padre, buscando Su
unción, Su dirección, orando en el Nombre de Jesucristo. Dejarnos de
religiosidad y disfrutar nuestra relación con Él en Jesucristo,
y si hemos fallado, recibir Su gracia, Su ayuda, Su gran amor.
Todas ellas se reciben por Su gracia, no por nuestros méritos y
esfuerzos individuales.
Recibir Su gracia es nuestra gran
deuda con Dios. La gracia de Dios se recibe por la fe.
Sin la Gracia de Dios nada de lo hagamos en
nuestra vida tendrá la unción de Dios. Necesitamos Su Gracia en
todo momento. Veremos a continuación los
efectos que produce recibir la Gracia de Dios en nuestras vidas,
y no es un acto puntual, sino más bien una forma de vida diaria,
que abarca todas las áreas de nuestra vida, y es que además la
gracia es una de las doctrinas básicas del cristianismo.
SIETE FORMAS DE VER LA GRACIA DE
DIOS EN LA VIDA CRISTIANA
Las siete formas de ver la gracia de Dios en la
vida cristiana comienzan y acaban con Dios. Lo primero y lo
último es la relación con Dios, recibir de Dios, dar a Dios. Lo
segundo y lo quinto es la relación con la Iglesia, los
hermanos, recibir de la iglesia, de los hermanos, dar a la
iglesia, a los hermanos. Lo tercero y lo cuarto es la relación con el prójimo,
dar al prójimo, recibir del prójimo, dos cosas: aceptación u oposición y
persecución. Y en séptimo, y como dije al principio, y último,
entrar en el reposo del Señor que viene de la relación con
Jesucristo, que comienza por la fe que procede de la gracia.
...es por fe, para que sea por gracia... Romanos 4:16. ¿No se
habrá olvidado de la familia, base de la civilización y creación
de Dios? En absoluto. La familia está incluida en dos grupos,
dependiendo de si han recibido la fe o no. Es nuestra fe que
nuestra familia, los más allegados al menos sean salvos por la
gracia de Dios. Nuestra fe, nuestra gracia, nuestra unción,
nuestro trato y testimonio harán un gran papel en sus vidas.
Nuestros amados están en los dos grupos. Veamos como podemos
bendecirlos, porque ellos son vínculo que Dios nos ha dado. Veamos
cada uno de los siete aspectos en que se manifiesta la gracia de
Dios que tanto necesitamos en nuestras vidas.
1. Recibir de Dios
La gracia comienza con Dios, con
el amor de Dios a nosotros. Nosotros recibimos de Él la fe, y
esa fe es la que nos permite recibir la gracia de Dios. El
primer y eterno fruto de la gracia de Dios es la salvación de
nuestras almas para la eternidad, en el Reino de Dios. Cuando
confesamos a Jesucristo, Su Hijo, como Señor y Salvador entramos
en la dimensión de la gracia, y esa gracia no se puede recibir
por nuestros méritos, ni por nuestros esfuerzos personales. Pero
la gracia continúa bendiciendo nuestras vidas, bendice nuestros
corazones dándonos capacidad de amar que procede de Dios.
Bendice nuestra mente en la mente de Cristo. Bendice nuestro
ánimo, todo nuestro ser, lo que somos y hacemos. La gracia de
Dios es la fuente de la unción divina que necesitamos
continuamente en nuestras vidas, un don de
virtud. Sin la unción de Dios nada de
lo hagamos tendrá la bendición, y esa bendición comienza con
recibir la gracia de Dios.
La gracia de Dios resplandece con
fuerza cuando nos falta fe, cuando hemos fallado, cuando nos
faltó confianza en Dios, cuando nos sentimos culpables, es
entonces cuando nuestro Padre abre sus brazos, como al hijo
pródigo, Lucas 15:11. Pero la gracia de Dios también resplandece
cuando estamos llenos de fe, cuando hacemos las cosas buscando
la unción y la dirección de Dios, y salen bien, cuando nos
sentimos bendecidos y dirigidos por Dios, cuando estamos
bendiciendo a nuestra familia, entonces es cuando oraremos para
darle la gloria al Señor.
Salvación, bendición, unción,
crecimiento espiritual, relación con Jesucristo, dirección y
propósito, todo esto viene de la gracia de Dios, cuando Le
recibimos.
El Salmo 23 nos habla de recibir el pastoreo de
Dios, Su protección y bendición. La Escritura nos insta a
recibir el Evangelio en "...y si oyereis hoy Su voz, no
endurezcáis vuestros corazones..." Hebreos 3:7.
La gracia de la salvación en Juan 3:16 es la primera gracia que
recibimos de Dios, por la fe. La gracia del Gran
Mandamiento, para poder amar a Dios con todo nuestro ser.
Un personaje que recibió de Dios fue Abraham,
quien lo dejó todo a lo largo de su vida, siguiendo la voz de
Dios, y fue llamado "amigo de Dios".
2. Recibir de la Iglesia
La gracia de Dios continúa en la
comunidad de personas que han sido compradas a precio de la vida
y de la sangre de Jesucristo en la Cruz. Esas personas son la familia
espiritual, los hermanos en Cristo, y es en medio de nuestra
congregación de gente salva por Dios que recibimos de Dios
gracia. El Señor provee a Su pueblo por medio de pastores,
profetas, ancianos en la fe, diáconos, amigos en Cristo. Pero
¿cuántos también han recibido la gracia de Dios a través de un
familiar cercano que es de Cristo, que ha estado orando e
intercediendo años por Ud.?. Es de
todos ellos que el cristiano recibe gracia de Dios en comunidad,
y esta comunidad puede ser grande o pequeña, puede congregarse
en un gran edificio o en una humilde casa, puede ser en un país
occidental o en una misión del tercer mundo. Todas necesitan
recibir la gracia de Dios y la unción de Dios para encaminarse a
la bendición de todos los hermanos, de una comunidad sana y
santa, en el amor fraternal. Sin la unción y sin la gracia de
Dios, esto no es posible.
Compañerismo en el Camino,
preparación, crecimiento relacional, amistad, ayuda,
perdón, oración de
intercesión, unción, gracia, amor fraternal. Gálatas 6:2 ...sobrellevad los unos
las cargas de los otros, y cumplid así la Ley de Cristo... Y
Jesús dijo: "...Nadie tiene mayor amor que éste, que uno ponga
su vida por sus amigos." Juan 15:13. Poned vosotros también
vuestras vidas por los amigos, los hermanos, 1Juan 3:16.
La gracia de disfrutar mientras
vuelve Jesucristo, porque el reino de Dios está entre
nosotros, Lucas 17:21. Esa gracia ya la muestra en la unción del Salmo 133, algo que ya
disfrutaba Israel en la fiesta de los tabernáculos.
Un personaje que recibió de la iglesia fue
William Wilberforce quien recibió de su amigo John Newton la
fuerza para luchar varias veces en el parlamento británico hasta
conseguir, antes de su muerte, abolir la esclavitud.
3. Dar al prójimo
Por la gracia de Dios podemos dar
al prójimo más que ayuda puntual para la vida diaria. Podemos
darle al prójimo Palabra de salvación, podemos llevarles el
Evangelio de Jesucristo. La gracia hace que podamos ser
pacientes, piadosos, misericordiosos, que amemos a quien no lo
merece, que oremos por ellos, que hablemos con gracia y unción
de Dios.
Podemos dar tiempo, afecto, amor
de Dios, Evangelio, ayuda, caridad, consejo espiritual, pero
nuestro carácter y carisma necesitan de la unción y la gracia de
Dios.
La gracia de la Regla de Oro,
para amar al prójimo como a nosotros mismos, porque esto no
procede de nuestro corazón por naturaleza. Y la
gracia de servir en la Gran Comisión, porque si amamos al
prójimo ¿qué mejor regalo podemos hacerle que el Evangelio que
nos ha salvado a nosotros?. ¿Qué mejor regalo para aquellos de
nuestros seres queridos de la familia que no creen a Dios,
cuánto sufrimiento por ellos hasta que creen y nacen de nuevo?. La gracia de ser como el buen samaritano,
para que el Señor nos diga lo que anunciará en el juicio a las
naciones: "...porque tuve hambre y me disteis de comer...
...venid benditos de mi Padre, heredad el Reino. " Mateo 25:34.
Un personaje que dio al prójimo fue Teresa de
Calcuta, aun en medio de sus dudas y medios precarios.
4. Recibir del prójimo
El prójimo nos dará dos cosas.
Nos agradecerá la ayuda material, personal o de otra índole,
pero sobre todo nos puede agradecer la Palabra de salvación, el
Evangelio, si reciben con fe la gracia de Dios. Es entonces
cuando ganamos hermanos para el pueblo de Dios, aquellos que el
Señor ya había escogido de antemano para salvación.
Pero también podemos recibir
rechazo, persecución, desprecio, aborrecimiento, por causa del
Nombre de nuestro Señor Jesucristo, como ya nos lo anuncia la
Biblia en Palabras de Jesús, y como experimentamos todos los
cristianos. La gracia de Dios nos provee de una unción que
fortalece la fe y el amor de Dios, en medio de la tribulación,
la prueba y
el desprecio. "...Si a mi me han perseguido a vosotros también
os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la
vuestra..." Juan 15:20.
La Regla de Oro de nuevo nos hace
clamar por la gracia para amar a los enemigos. Es una regla que
nos hace ver como es el humano en su mente, y la miseria de la
existencia del hombre sin Dios, así es como estábamos la mayoría
antes de ser rescatados por el Señor, para que tengamos esperanza en el nuevo
nacimiento por la fe, al predicar la Palabra a los que se
oponen. "...Seréis aborrecidos por causa de Mi Nombre..." Marcos
13:13. Si la familia de Jesús no le recibió al principio, no ha
de extrañarnos la oposición de la nuestra, pero persevere porque
la gracia de Dios tocará sus corazones, le dará paciencia, y
ungirá su carácter. Y
los que reciben traen gracia a nuestros oídos, al pedir el
bautismo.
Un personaje que recibió del prójimo fue aquel
hombre que iba de Jerusalén a Jericó y fue atracado. Tirado en
un lado del camino quedó, hasta que apareció el buen samaritano.
5. Dar a la Iglesia
La gracia de Dios nos va a
proveer de la unción del compañerismo en la iglesia, nos va a
dar determinación para servir a Dios en aquellas áreas de Su
pueblo donde podemos ser de bendición. Podemos ayudar en los
ministerios, ser parte de la alabanza y de la adoración,
preparar a otros, disfrutar de la amistad de hermanos, de
familias enteras, nos permite amar a nuestros hermanos "...En
esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tuvieseis amor los
unos con los otros..." Juan 13:35. Dar tiempo, dedicación, ayuda en la
vida diaria, celebración, como en las
bodas de Caná. Pastorear y servir a los hermanos, trabajar en la
evangelización y el sostenimiento de la iglesia, para la gloria
de Dios, por Su gracia. Pero hay una gracia grande cuando
hacemos todo esto con nuestra familia, con la esposa o el esposo
en Cristo, con los hijos, padres, hermanos y familiares, esa
gracia es una bendición de lo alto. Sirvan con su familia en
Cristo.
Demos gracia a nuestros hermanos.
La gracia es como una fuente inagotable que emana del corazón
del que ha nacido de nuevo. ...De gracia recibisteis, dad de
gracia... Mateo 10:8.
La regla de Oro y el Salmo 133
son ahora nuestro legado a la iglesia, en el trato y en aportar
nuestra coyuntura, personalidad en Cristo para vivir en la
unción del Salmo
133.
Un personaje que dio a la Iglesia fue Martín
Lutero, quien proveyó la Biblia en lengua vernácula y predicó la
salvación por la gracia inmerecida de los méritos de Jesucristo.
6. Dar a Dios
La gracia de Dios y la unción nos han cambiado
el corazón hacia Dios, y ahora vivimos en la adoración, la
honra, el cántico del corazón nuestro hacia Dios. Ahora nuestro
tiempo, nuestra vida, la voluntad y todos nuestros seres amados
los damos a Dios por la gracia, para que Él sea el primero en
nuestro corazón, en nuestro templo, y recordemos llevar nuestra
cruz, en el recuerdo de la cruz de Jesús que llevó
Simón de Cirene. El Gran Mandamiento es en
privado, Dios lo ve y lo percibe en la intimidad del corazón.
Aunque se puede manifestar en la congregación, éste es un
reducto del Templo de Dios en el creyente que solo tiene acceso
para Dios en Cristo. Este "Sancta Sanctorum" es exclusivo
para el Señor. Démosle de esa gracia que Él nos dio, ese amor
tan grande que no merecíamos, que ahora da frutos a Dios.
Gloria, alabanza, culto, gracias,
amor, obediencia, confianza, adoración, nuestra vida entera
desde el día en que Le recibimos y hasta el último y para la
eternidad.
Pero la gracia a Dios se manifiesta en como
tratamos a los demás, a nuestra familia, a los hermanos y al
prójimo. Así nos lo enseña Jesús en Su parábola del juicio a las
naciones "...en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos
más pequeños, a mi lo hicisteis..." Mateo 25:40. Es por gracia
que podamos mantener este equilibrio de amar a Dios y al
prójimo, el Gran Mandamiento y la Regla de Oro. Muchos dicen
tener una relación con Dios, pero no se manifiesta en su
relación con su familia ni con los demás. Oren pues para que la
gracia de Dios les de la unción del amor fraternal para que
cuando estén en su intimidad con Dios, Él también les ame por
cuanto amaron a otros como Él nos ha enseñado, hasta dar Su vida
por nosotros. Jesucristo ya tenía una relación perfecta con el
Padre y el Padre con el Hijo, pero nos amó Dios. Ahora, por Su
gracia y por Su unción demos a Dios en Jesucristo del mismo
amor.
El personaje que dio a Dios fue Jesucristo,
quien dio Su vida por nosotros.
7. Recibir de Dios
Sí, el primero y el último punto
son recibir de Dios, porque: ...Yo soy el Alfa y la Omega, el
primero y el último, dice el Señor. Apocalipsis 1:8. La gracia
de "entrar en el reposo del Señor" comienza y termina con Dios. Una vez
hemos recibido y dado a Dios, a la iglesia y al prójimo, es
cuando el Señor nos recibe en Su reposo, Hebreos 4:3. El reposo
del Señor incluye también nuestra paz, "...mi paz os dejo, la
paz os doy. Yo no la doy como el mundo la da" Juan 14:27.
Este reposo y esta paz de Dios incluye el
descanso para los tiempos finales, para la resurrección y/o el
arrebatamiento de la Iglesia, los tiempos proféticos en los que
vivimos. La esperanza en el arrebatamiento en la venida del
Señor es una paz que viene de la gracia de Dios. Quien no tiene
esa paz no tiene la gracia de Dios. La gracia nos llevará hasta
la eternidad, si nos agarramos a Él cada día de nuestras vidas,
obedeciendo Su unción y Su guía, confiando en Él, orando y aprendiendo Su
Palabra y viviendo la vida cristiana, dando frutos en estos siete
puntos de relación ungida con Dios, con la familia, con los
hermanos y con el prójimo.
Solo si recibimos de Dios Su gracia y Su unción,
tendremos un carácter y un amor a la altura de poder obrar de
forma santa y dirigida por Dios. No obrar por méritos, sino como
el fruto de la gracia por amor, para servir, porque por nuestros
frutos se nos conocerá, frutos de gracia y de verdad. Esta
gracia nos permite recibir el reposo del Señor.
Un personaje que recibió de Dios entrar en Su
reposo es la meta de cada uno de nosotros.
La Doctrina de la Gracia
La doctrina de la gracia es un pilar fundamental
de la fe cristiana. La Reforma protestante se basó en parte en
este concepto que expone que la salvación es por gracia, no por
obras. Pero la gracia abarca muchos conceptos entrelazados con
la salvación, que como diría Ernesto Trenchard, fluyen de la
Cruz, como la resurrección, el descenso del Espíritu Santo, la
formación de la Iglesia, la derrota final del mal y la nueva
creación. Todo esto es por amor de Dios a nosotros.
Las obras del hombre caído son un estorbo ante
la salvación por fe que procede de la gracia divina. Es decir,
el hombre natural cree que por sus buenas obras tiene más
derecho a la gracia de Dios que el hombre de malas obras. El
resultado es que el hombre que se reconoce pecador, el que sabe
y acepta que ha hecho mal abre más fácilmente la puerta a la
salvación que aquel que se cree justo por el bien que hace.
Buenas o malas, la obras son un obstáculo para recibir la
gracia de la salvación. Las obras son por amor al prójimo porque
emanan de un corazón transformado por la unción que trae la
gracia de Dios. El hombre no puede
mas que rendirse sin condiciones ante la Cruz de Cristo, quien
murió por nuestros pecados, para recibir la gracia de Dios. La
fe es el don de Dios para recibir en el corazón esa gracia. El
origen de la gracia de Dios es la Trinidad. El Padre provee la
gracia, el Hijo la trae y manifiesta, y el Espíritu Santo la
hace eficaz en el corazón del creyente.
SIETE TEXTOS BÍBLICOS
SOBRE LA GRACIA
...Yahweh estaba con José y le extendió su misericordia
y le dio gracia... Génesis 39:21.
...Yo sanaré
su rebelión, los amaré de pura gracia;
porque mi ira se apartó de ellos. Oseas 14:4.
...Y
derramaré sobre la casa de David, y sobre los
moradores de Jerusalén, espíritu de
gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien
traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito,
afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.
Zacarías 12:10.
...Y aquel Verbo fue
hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria
como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
15Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de
quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí;
porque era primero que yo. 16Porque de su plenitud
tomamos todos, y gracia sobre gracia. 17Pues la ley
por medio de Moisés fue dada, pero la
gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
18A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está
en el seno del Padre, él le ha dado a conocer. Juan 1:14.
...Justificados,
pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo; 2por quien
también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual
estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la
gloria de Dios. 3Y no sólo esto, sino que también nos
gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación
produce paciencia; 4y la paciencia, prueba; y la
prueba, esperanza; 5y la esperanza no avergüenza;
porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones
por el Espíritu Santo que nos fue dado. Romanos 5:2.
...Pero
Dios, que es rico en misericordia, por su
gran amor con que nos amó, 5aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio
vida juntamente con Cristo (por gracia sois
salvos), 6y juntamente con él nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los
lugares celestiales con Cristo Jesús, 7para
mostrar en los siglos venideros las
abundantes riquezas de su gracia en su
bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
8Porque por gracia sois salvos por
medio de la fe; y esto no de vosotros, pues
es don de Dios; 9no por obras,
para que nadie se gloríe. Efesios
2:4.
...Apacentad la grey de Dios que está entre
vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente;
no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; 3no
como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado,
sino siendo ejemplos de la grey. 4Y cuando aparezca
el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona
incorruptible de gloria. 5Igualmente, jóvenes, estad
sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos
de humildad; porque: Dios resiste a los
soberbios, y da gracia a los humildes. 6Humillaos,
pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte
cuando fuere tiempo; 7echando toda vuestra ansiedad
sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1Pedro 5:2.
CONCLUSIÓN
La gracia es el
amor de Dios y Su
bendición inmerecida, Su salvación y
todo don de Su Espíritu por la fe. Él nos
ama aun siendo pecadores para llevarnos a la
salvación por la fe en la obra redentora de
Su Hijo Jesucristo.
Estar bajo la gracia viene cuando
comprendemos que no es por
nuestra justicia, ni por
nuestros esfuerzos
personales, morales o religiosos, ni de la
tradición o pertenencia, que vamos
a
salvar nuestra alma y hacernos espirituales
ante Dios. Si
creemos a Dios
y
recibimos
Su amor, nos hará dignos por Cristo, de
recibir y sentir Su presencia y
Su
conocimiento durante nuestras vidas, y hasta la
eternidad. La gracia
es un estado en que Jesucristo nos sitúa
fuera de la
condenación de la Ley
por el pecado, tras
Su obra redentora, para que vivamos en Su
presencia, y en la del Padre, por Su
intercesión permanente por el Espíritu
Santo.
Anunciar la gracia de Dios es nuestra
prioridad en la Gran Comisión, que anunciemos
la salvación a toda persona para que se salve de la
condenación y del infierno,
y tengan entrada, a través de
Jesucristo, al Reino de Dios por la
eternidad.
Nuestras relaciones con los
demás, y si éstas se alimentan con el amor de Dios, hacen que
nuestras vidas tengan un sentido espiritual, de la procedencia
de la unción de Dios. Pero las relaciones no se basan solo en nosotros, no se
basan solo en dar, es más, más importante que dar es recibir,
sobre todo recibir sin merecerlo. En esto es especialista
nuestro Dios, en amarnos primero. Él nos dio a Su Hijo para que tuviéramos vida
eterna a Su lado, al lado de Dios, en lugar de separados de Él
por la eternidad. Ahora nos toca a nosotros amar a Dios con todo
nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y
con todas nuestras fuerzas, a nuestra familia, a los hermanos y al prójimo como
a nosotros mismos.
Sabemos que nuestra vida actual
es solo un viaje temporal, una prueba, un lugar donde nos
preparamos para la eternidad. Es por esto que la gracia de Dios
es una prioridad para nosotros, recibirla y darla. La Biblia
dice ...De gracia recibisteis, dad de gracia... Mateo 10:8.
La gracia vino por Jesucristo. La salvación vino
por la gracia pero solo se puede aceptar esa gracia por la fe.
Pues somos justificados gratuitamente por su gracia
inmerecidamente. Y es en la Cruz donde esa gracia salvadora
resplandece para el perdón de los pecados.
Las bendiciones de la gracia en nuestras vidas son tantas y tan
abundantes, que si una faceta de nuestra vida no funciona, tenemos que pararnos
y buscar dónde estamos impidiendo a la gracia de Dios actuar, dónde estamos
tratando nosotros mismos de ganar la batalla; dónde, en definitiva, no estamos
dejando a Jesucristo que sea Él quien guíe y dirija nuestras vidas, y tenga la gloria y la honra.
La advertencia es que debemos perseverar en
la gracia, crecer en ella 2Pedro 3:18 y luchar por no caer de ella, Gálatas 5:4.
No recibir una gracia tan grande es rechazar al mismo Dios, y es por esto que se
nos advierte a no dejar de alcanzarla en Hebreos 12:15. Y también porque ...buena
cosa es afirmar el corazón con la gracia... Hebreos 13:9b.
Esa es nuestra gran deuda con Dios, recibir Su gracia sin merecerla. Lograrlo es
por fe, para que sea por gracia.
La Gracia de Dios del deseo apostólico que leemos 31
veces en las Epístolas y el Apocalipsis esté sobre vosotros. ¡Que la gracia... sea
con vosotros! Amén.
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