CANTAR DE LOS CANTARES
María del Carmen Abad
Carta
de amor a nuestro Señor Jesucristo en el
sentimiento de mi corazón del libro del Cantar de los Cantares...

Todo
ser humano tenemos la necesidad de Dios, por esa necesidad, nuestra alma tiene
que ser redimida por nuestro Señor Jesucristo, sin su perdón nadie puede ser
salvo de pecado.
Mi alma siente deseo y
anhela su presencia, ruego su amor me sea confirmado por sus labios, no hay nada
comparable como su cariño y su presencia; sus bendiciones son tan deseable como
el aroma y dulzor para el mejor vino; su fragancia es purificación para mi
propia alma.
Quienes lo conocen, con
razón lo aman con pasión.
Los amigos que han oído
de El pero no lo conocen, me preguntan como conocerlo, desean tener una relación
más personal, porque conocerlo es lo mejor que puedan lograr en sus vida.
Por gracia fui conocida
por El; desde que me engendro en el vientre de mi madre.
Las normas en los
seres humanos nos desvían y no seguimos sus mandatos, por eso nos descarriamos
y descuidamos sus mandamientos. Una vez que oímos de El, deseamos querer
amarle, y como seguirle y tener la oportunidad de conocerle y tenerlo como un
entrañable amigo.
El en su infinito amor
siempre ayuda a quien le quiere encontrar, dándole ternura y paz.
Para El ese alma tiene
un valor especial y lo quiere recuperar.
El es la Rosa de Sarón
el Lirio de los valles.

Para mi conocer, al
Señor es supremo, lo más maravilloso que me ha pasado en mi vida, lo llevo
dentro de mi corazón como un tesoro no se puede comparar ni con la mejor
fragancia, solo anhelo ser sustentada por su perfume y alimentada hasta saciar
mi alma.
Cuando oí su voz, mi
alma se sintió gozosa, se que me observa y cuando meno lo espero siento su
presencia.
Mi amado me dijo:
Levántate despierta de este letargo invernal, ya brotan las flores del campo,
los viñedos esparcen su aroma. Levántate y ven conmigo amada mía, tu que te
escondes, muéstrame tu rostro, hermoso es tu semblante deseo oír tu voz,
escucharte será placentero.
Siempre hay zorras que
desean arruinar los viñedos donde dañan las viñas en flor; hay que atraparlas.
Siempre esperando esta,
cuidando de su rebaño.
Mi deseo es tener
continuamente su presencia cerca de mí, por las noches siempre mi ¿alma lo
busca, pero no lo encuentro, lo necesito pero no lo hallo; en un tiempo de
desesperación, lo vuelvo a encontrar el amor de mi vida, lo abrazo y sin
soltarlo lo lleve dentro de mi corazón donde me conoció por primera vez.
Los amigos se asombran
y ven como ha habido en mi esa transformación, por eso se preguntan curiosos
como fue ese cambio tan importante que ven en mi.
Siempre me vio hermosa,
aun cuando no me había percatado de su preciosa presencia. El siempre estaba
esperándome y yo inconciente con la mirada puesta en los fascinantes y
exaltantes atractivos del mundo. Sin discernir el gran peligro que corría
alejándome del amor de mi Señor.
Fui siempre un jardín
cerrado una fuente sellada a la espera de algún tiempo poder brotar.
Mientras yo dormía mi
corazón velaba, al oír la voz de mi amor que me llamaba.
¡ ¡ Ábreme déjame
entrar!!
Mi amado pasó junto a
mí, y creciendo yo como planta silvestre, desarrollando y descuidando mi alma.
Por eso al oírlo se conmovió mi corazón. Me levante abrí a mi amado y ya no
estaba allí, se había marchado. Tras su voz se fue mi alma.
Los amigos me vieron
desconsolada porque estaba enferma de amor.
¿Que es lo que tiene tu
Señor para que lo desees tanto.?
Mi Señor es todo El,
hermoso, codiciable donde mi alma tiene consuelo y plenitud de gozo, es mi roca
fuerte, manantial de agua viva donde se abastece mi alma.
¿A dónde se encuentra
tu amado? Queremos conocerlo y buscarlo contigo.
Mi amado esta en su
jardín apacentando su rebaño entre los aroma para recoger los lirios.
Para el Señor en mi
entrega total de mi alma, ve en mis ojos el deseo de mi corazón por eso soy de
gran valor, soy única, perfecta entre todas las doncellas, me ha bendecido.
Los amigos, quien eres,
tan bella y radiante como el sol, vuelve, vuelve que te miremos. Hermosa hija
de príncipe
Yo soy de mi amado y
.conmigo tiene contentamiento, por su gran amor y paciencia me gano. Por eso mi
alma se rinde a ti alabando y glorificando tu nombre, ya nada ni nadie me
separara de tu amor. Grábame como un sello en tu corazón, llévame como marca
en tus manos, porque tan fuerte como la muerte, duro como los celos, es tu amor;
pagaste mi propio castigo mortal agonía. Como fuego de llamas divinas es tu
pasión, ni las terribles aguas del juicio la podrán apagar ni los ríos ahogaran
este grandioso amor.
Los amigos esperan
escucharme.
El Señor quiere oírme.
Mi alma le contesta con
todo mi amor, Corre ven Señor, contigo quiero seguir bebiendo del agua de la
vida en las montañas de los aromas.
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