SEMANA SANTA 2017
SEMANA SANTA DE ABRAHAM, ISAAC E ISRAEL
EL EVENTO QUE CAUSA LA PERSECUCIÓN DEL MUNDO
“…Y SERÉIS ABORRECIDOS POR TODOS DE CAUSA DE MI NOMBRE, PERO EL QUE PERSEVERE
HASTA EL FIN, ESTE SERÁ SALVO.” MATEO 10:22.
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Carlos Padilla. Semana Santa Abril 2017 - 14 de Nissan 5777
La Semana Santa
que vivió Jesucristo aunó persecución extrema y el gran triunfo sobre la muerte
por Su resurrección. Cada vivencia, sin embargo tenía una antesala en los
patriarcas Abraham, Isaac e Israel. Las vidas del pueblo de Dios en la historia
irían sumando eventos que configurarían la Pascua, hasta llegar a lo que hoy
vivimos como la Pasión de Cristo, mientras somos perseguidos como cristianos
Bíblicos en Semana Santa, en un mundo anticristiano que toca a su fin, en el
cumplimiento de las profecías reveladas por Dios durante siglos, en la Biblia.
Abraham, Isaac
y Jacob o Israel vivieron sus vidas con Dios de un modo que las naciones de
alrededor no entendían, porque no conocían a Dios, al igual que está pasando hoy
en la mayor parte de Occidente, como en las demás culturas, con la oposición e
incomprensión de una humanidad enemiga de Su Creador, donde ya los demonios
campan a sus anchas contra la Iglesia, y contra el hombre, sembrando el caos,
como lo hicieron en el primer siglo.
SEMANA SANTA DE LOS PATRIARCAS ABRAHAM, ISAAC E ISRAEL
Abraham tuvo a
su amado hijo Isaac, hijo de la promesa de Yahweh, de su esposa Sara, cuando
esta era de noventa años, Génesis 17:17. Dios le pidió a Abraham que sacrificara
a ese, su amado hijo que tuvo en su vejez, tras toda una vida esperando el
cumplimiento de aquella promesa de Dios, y obedeció a Dios. Si el ángel del
Señor no para a Abraham, hubiese sacrificado a su amado hijo Isaac en el monte
Moriah, el que más tarde sería el monte del Templo, posiblemente en el lugar
donde fue crucificado el Señor Jesucristo.
El Señor
bendijo a Abraham por su obediencia, le hizo padre de naciones, y multiplicó su
descendencia como las estrellas del cielo; en su simiente serían benditas todas
las naciones de la tierra, Génesis 22:18. Abraham no rehusó ofrecer a Isaac en
sacrificio, lo cual, en su contexto histórico podemos suponer que aunque algunas
culturas de entonces hacían sacrificio humano ¿qué explicación la daría Abraham
a Sara y a su pueblo? pero él solo miró a Dios sin importarle las consecuencias,
el odio ni la persecución. Luego Dios, nuestro Padre daría a Su Hijo Jesucristo
en la Cruz por nosotros. ¿Qué pensamos de esto, y qué piensan hoy aquellos a los
que se lo contamos e invitamos a venir a Dios por el Evangelio?
El Señor
bendijo a Isaac, aquel niño que fue con su padre hasta aquel monte Moriah y no
luchó con él, pues siendo Abraham viejo e Isaac joven, bien podría haberse
escapado de su padre y librarse de ser sacrificado. Pero no lo hizo, sino que se
dejó atar por su amado padre sabedor de que era temeroso de Dios a quien amaba,
fe que él habría ya recibido en su corazón. Del mismo modo Jesucristo convendría
con el Padre para dar Su vida voluntariamente por amor de nosotros y del Padre,
para salvarnos, Isaías 53. ¿Quién ha creído a nuestro anuncio…? Cosas en las
cuales anhelan mirar los ángeles. Isaac se casó con Rebeca y de ellos saldría
Jacob, llamado por Dios, Israel.
El Señor
bendijo a Israel quien por su celo por Dios obtuvo la primogenitura, la
bendición que su hermano despreciaba y vendería por un plato de lentejas.
Aborrecido por su amor a Dios hubo de huir lejos pero se le apareció Dios, como
a Abraham, en un famoso sueño, el de la “escalera de Jacob”, la cual apoyada en
tierra, llegaba hasta el cielo y por la cual subían y bajaban ángeles del Señor,
Génesis 28:12, pero en lo alto de la escalera estaba Dios quien habló con él y
halló la gracia de Dios, y le prometió la tierra donde estaba acostado, la que
llegaría a ser Israel, y llamó el lugar Bet-El (Casa de Dios). Luego fue
enriquecido y tuvo dos esposas, Lea y Raquel, y fue el padre de las doce tribus
de Israel, entre las cuales está Judá, de la cual por descendencia nacería el
Mesías Jesucristo, Mateo 1. Jacob luchó con el ángel del Señor el Peniel y
venció, según dice el relato Bíblico revelado: “…Y el varón le dijo: No se dirá
más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres
y has vencido.” Génesis 32:28. Se reconcilió con su hermano Esaú. Profetiza
sobre sus hijos, va a Egipto por la hambruna. Jacob, ahora Israel nunca más
pensaría volver a ver a su hijo José, el que amaba al Señor.
José, otro de
los aborrecidos por causa de Dios es el llamado y el que salva a los demás. Como
nos narra la historia sobre su amado hijo José, tras ser vendido por sus
hermanos como esclavo y servir en la cárcel egipcia. Debido al don de
interpretar sueños de parte de Dios, fue llamado para servir de intérprete a
Faraón en el famoso sueño de las siete vacas gordas y siete vacas flacas, cuya
interpretación le hizo gobernador de Egipto. Jacob revive al saber de su hijo y
glorificaría a Dios al ver Su plan para salvar a su pueblo.
EL EVENTO POR EL QUE SOMOS PERSEGUIDOS
La persecución
contra los cristianos es de origen espiritual y tiene su origen en el amor de
Dios, el mismo amor que los patriarcas tenían por Dios y Su Palabra. La guerra
se libra en la dimensión celestial pero tiene efectos en la terrenal. La lucha
de poderes se ve cada vez con más claridad y está llegando al fin de los días,
como vemos en el deterioro de la humanidad, a marchas forzadas en estos últimos
años. La sociedad de todas las culturas aumenta su caos en todos los sentidos,
algo que nos revela el Texto sobre la caída de Babilonia, un nombre en clave de
la civilización que se halla en Apocalipsis 18. La Semana Santa anuncia hoy, en
éste, nuestro tiempo cercano al final, que el plan de Dios es nuestra salvación
en Su Hijo Jesucristo, y que el que cree en Él, aunque muera vivirá porque Él es
la resurrección, Juan 11:25. La resurrección de Jesucristo nos da entrada a los
nuevos cielos y la nueva tierra en los cuales mora la justicia, 2 Pedro 3:13, y
que se van a establecer por la eternidad. Anunciar este mensaje provoca que
seamos perseguidos, porque anunciamos orden celestial, en contra del caos
diabólico, porque anunciamos un nuevo orden de cosas eterno bajo la justicia, la
moral y el amor de Dios.
CONCLUSIÓN
Esta Semana
Santa, a un año de que se cumpla la primera generación de 70 años del estado de
Israel (estado que existe como cumplimiento de la profecía Bíblica, Génesis
17:8, Isaías 43:5 y Romanos 11) y en el mismo año del 500 aniversario de la
Reforma Protestante, que inició lo que debía ser el retorno al cristianismo del
principio, el mundo ataca cada vez más a los cristianos y el odio del mundo
contra aquellos que se identifican con la Biblia y el plan de Dios, y de Su
salvación por Su Hijo Jesucristo.
La Semana Santa
o Pascua es el mensaje que cambió el destino de todo el que cree en Dios y en Su
salvación por Jesucristo y Su obra, por Su amor a nosotros, hasta el punto de
entregar a Su Unigénito y amado Hijo eterno Jesucristo, Yahshua, en la Cruz en
aquel monte Gólgota, o Calvario, o también Moriah, donde una vez, hace casi
6.000 años un hombre de fe llamado Abraham, fue a ofrecerle a Dios en obediencia
el hijo prometido ya nacido de su amada Sara en la vejez de ambos. Tengamos pues
aquella fe de Abraham, que espera toda la vida, la fe de Issac que se dejó atar
para ser entregado al Padre, la fe de Israel que luchó con Dios y venció, y la
fe de José que aborrecido por todos vivió en la esperanza de Dios. Llevemos el
Mensaje que cambia al hombre de toda época, el Evangelio, aunque seamos
perseguidos como los patriarcas, como los profetas, como la primera iglesia,
como lo somos hoy todos los cristianos, algunos hasta la muerte, pues no hay
mayor amor que la obra de Cristo que murió por nosotros, resucitó de entre los
muertos, y volverá pronto para establecer el Paraíso, precioso y con justicia,
que es el Reino de Dios al que todos somos llamados por la fe en Su obra en la
Cruz. Semana Santa, Pascua, Pasión de Cristo, Vía Crucis de recuerdo, en nuestro
corazón hasta que Él vuelva, para Su gloria y por Su gracia.
“Porque de tal
manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo Unigénito, para que todo aquel
que en Él cree, no se pierda, más tenga vida eterna”. Juan 3:16. ¡Amén!
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