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JOEL

PENTECOSTÉS - AÑO 825 a.C.

 © Carlos Padilla, Junio 2013

 

El profeta Joel fue llamado por Dios para anunciar el Día del Señor, tanto al pueblo de Judá, como a las naciones vecinas, en profecía. Sin duda alguna Joel es uno de los doce pilares proféticos que componen el grupo de los llamados Profetas Menores. Comienza su profecía con la frase común a casi todos: “Palabra de Yahweh que vino a…” en este caso, a Joel. Su profecía inicia una descripción de una serie de plagas consecutivas que vienen sobre el reino de Judá, para advertir a la nación sobre su decadencia espiritual y moral ante Dios.

Una vez se asegura que han recibido el mensaje prosigue, a mediados del capítulo 2 con la segunda parte del mensaje de Dios al pueblo, que no es otro que, que se conviertan a Él de todo corazón, de sus malos caminos, con ayuno, lloro y lamento, pues el asunto es grave. Incluye el Señor una promesa de bendición y prosperidad sin precedentes, además de recordarles que en medio de Israel vive  su Dios.

La segunda parte del capítulo 2 es una profecía, que, en parte hemos leído como cumplida en Hechos de los Apóstoles, también capítulo 2 en el día de Pentecostés, sobre el derramamiento del Espíritu Santo. Además habla de acontecimientos escatológicos en el cielo y en la tierra. Antes de terminar su exposición, la profecía que recibe Joel de parte de Dios anuncia que en el Día del Señor ocurrirán dos hechos relevantes. El primero es que Judá volverá de la cautividad, y también lo hará Jerusalén. El segundo es que  reunirá a todas las naciones en el valle de “la decisión” 3:14, donde se arrepentirán o serán juzgados.

Finalmente la profecía concluye con el anuncio de que  rugirá desde Sión, y Judá será habitada para siempre, y Jerusalén, de generación en generación, mientras el Señor habitará en Sión.

 

Libro del Profeta Joel

 

El Profeta

El profeta Joel (Hebreo Yō’Ēl) “es Dios” era hijo de Petuel. Es el primero de los profetas escritores. El segundo de los 12 profetas menores en el canon. Profeta a Judá. Su profecía es corta, pero intensa. Joel cumple con los requisitos del verdadero profeta: No enseñar otros dioses, no practicaba adivinación, y sus profecías se han cumplido. Joel, a su vez, cumple con el cometido de alentar a su pueblo a través del mensaje que Dios le da. No solamente se trata de advertir del juicio, del día terrible del Señor –que sin duda se cumplirá para con aquellos que no obedecieron al llamado al arrepentimiento– sino que además, con ellos o sin ellos, Dios bendecirá al remanente de fe. También bendecirá el futuro del pueblo porque es por amor de Su nombre, es el plan de Dios y muestra la gloria de Dios en toda su plenitud.

 

El libro en el canon

El libro, en el canon se encuentra ubicado en el segundo lugar de entre los profetas llamados menores. Es el primero de los profetas escritos a Judá en el orden cronológico, tras los profetas orales que quedan incluidos en los libros de los Reyes y de las Crónicas. En el canon[1] de la Biblia Hebrea se halla en el grupo de los Nebilim o profetas posteriores, mientras que el la Septuaginta[2] está en el penúltimo apartado dedicado a los libros proféticos: Los Doce, llegándose a conocer en griego como Dodecaprofeton. En la Vulgata se halla, al igual que en las demás Biblias cristianas, en el último apartado con los doce profetas menores.

 

A quien va dirigido

Joel se dirige a Judá en tiempos del preexilio, antes de que Judá fuese invadido por el imperio asirio en consecuencia a la obcecación en el pecado. Joel vive ya en un reino distinto al glorioso que había vivido Israel, cuando Judá era parte integrante, y David el rey que había unificado a los hijos de Jacob. A causa del pecado, después del reino de Salomón, por causa de las luchas internas por la sucesión al trono de los hijos de David, por causa de la idolatría de Salomón y otros pecados, los profetas advirtieron de la división y de la destrucción. Ahora Joel se encontraba recibiendo el primer mensaje profético para ser escrito, para el reino dividido, en su caso para Judá. Además no se menciona a un rey gobernando, y su mensaje es dirigido a los sacerdotes, ancianos y al pueblo, lo que es lógico teniendo en cuenta la temprana edad, siete años, según 2Crónicas 24, a la que Joás asciende al trono.

En la regencia, y posterior reinado de Joás da orden de recaudar del pueblo para la reparación de los muros del Templo[3], pero sin embargo, tras la muerte de Joiada, cede ante el pueblo y mantiene los lugares altos donde el pueblo ofrecía sacrificios a su forma idólatra, desobedeciendo a Dios y trayendo sobre ellos la ira de Dios. La situación personal de Joel era la de la seguridad de tener el mensaje de parte de Dios, conociendo que el pueblo estaba obstinado y viendo como la invasión se iba a producir, más con esperanza de un tiempo futuro de gloria, bendición y reinado bajo la mano de Yahweh.

 

La época del libro

La época del libro se sitúa alrededor de entre el 835 y el 825 a.C. Antes y después, además, de forma contemporánea a Joel encontramos a Elías y a Eliseo, profetas a Israel. Al mismo tiempo de Abdías, profeta a las naciones.

En esta época fueron reyes de Judá: Asa, Jorám, Joás reinando y el sacerdote Joiada en el ministerio, en tiempo del ministerio de Joel, Josafat y Atalía, 2Reyes 2-13. Y reyes de Israel: Baasa, Jehu reinando en tiempo del ministerio de Joel, el otro Joás, el de Israel, Acab, y Omri. En el imperio Asirio reinaban en ese tiempo Salmansar III, a quien sucedió Shamshiadad V, también mientras ministraba Joel.

Las naciones que se hallan mencionadas son Fenicia, Filistea, Egipto y Edom, sin mencionar como enemigos a Asiria, Babilonia, Caldea o Persia, lo cual nos da una idea de por dónde esperaría, el pueblo de Judá, que en caso de ataque les habrían de atacar, justo en quien no pensaban sería el invasor. La profecía que recibió Joel se refería a ataques inesperados y sucesivos usando como símbolo las distintas plagas a las que fueron sometidos. El tiempo les mostraría que la invasión de Asiria era el merecido castigo por apartarse de Dios.

Como apoyo histórico sobre la fecha del libro de Joel, además de estos datos, podemos hacer referencia al libro de A.F. Kirkpatrick[4] donde concluye con abundantes datos lo correcto de la fecha que hemos mencionado anteriormente, en contra de algunos críticos liberales. Entre los argumentos y datos destacan que la forma de gobierno no parece una monarquía, sino más bien una regencia al estilo de gobierno entre sacerdotes y ancianos del pueblo. En 2Reyes 11:4 se nos aporta el dato de que Joás ascendió al trono a la edad de siete años, con lo que debía ser guiado, en su caso por el sacerdote Joiada, su tío.

Por otra parte podemos aportar que los datos que hacen referencia al libro del profeta Amós, como es el caso de que los montes destilarán mosto, en Joel 3:18 es en referencia a Amós 9:13, donde el contexto apoya que Joel escribiría primero. O al referirse al Texto Bíblico sobre que “rugirá desde Sión…” que encontramos tanto en Joel 3:16 como en Amós 1:2, lo cual nos permite situar a Joel con seguridad antes que a Amós.

 

El Día del Señor

El Día del Señor, tal y como lo muestra Joel incluye cuatro acontecimientos. El primero tiene que ver con las plagas que asolan Judá. El segundo con la llamada al arrepentimiento, la cual trae el Espíritu Santo sobre toda carne. El tercero se inicia con el juicio sobrenatural a las naciones por parte de Dios. Y el cuarto con la culminación del proyecto de Dios que lleva a Judá a una bendición prometida desde antes, para la gloria de Dios y el testimonio a Judá, a las naciones y a la Iglesia.

 

Las plagas

Comienza a ser anunciado por Joel a través de la devastación de las plagas. Habla de que la oruga no comió, el saltón comió, y lo que no comió ésta, lo hizo el revoltón; y lo que quedó lo comió la langosta. Estas plagas asolarían Su vid y descortezarían Su higuera, sus ramas quedarían blancas. El trigo, el mosto, el aceite, la cebada, la mies del campo serían arrasados; el ganado sufriría. La palmera, el manzano y todos los árboles del campo secados. El grano debajo de los terrones y los alfolíes destruidos. Bestias, bueyes, ovejas quedarían sin pastos. Secos quedarían los arroyos de las aguas, y las praderas quedarían quemadas por el fuego, Joel 1:8-20. Un panorama desolador al que Judá en principio no parece reaccionar. La advertencia comienza en Joel 1:

1Palabra de  que vino a Joel, hijo de Petuel. 2Oíd esto, ancianos, y escuchad, todos los moradores de la tierra. ¿Ha acontecido esto en vuestros días, o en los días de vuestros padres? 3De esto contaréis a vuestros hijos, y vuestros hijos a sus hijos, y sus hijos a la otra generación. 4Lo que quedó de la oruga comió el saltón, y lo que quedó del saltón comió el revoltón; y la langosta comió lo que del revoltón había quedado.[5]

 

Advertencia a Juda

Esta advertencia no es otra cosa que una figura de la nación que invadiría a Judá: Asiria, en Joel 2:2. Judá está acostumbrada a los enemigos conocidos, o los cuales piensa que conoce. Estos, en su caso son Tiro, Sidón (ambas en Fenicia, y Sidón sujeta a Egipto según Homero) y Filistea. Si estos son una prefiguración de la oruga, el saltón y el revoltón, ahora aparece una nueva plaga, la langosta, una plaga de proporción a las de Egipto por Moisés, lo cual da a entender que el juicio es grave, y sirve para prefigurar a Asiria, el nuevo imperio poderoso que todo lo conquistaría. Según William MacDonald[6] se trataría de la prefiguración de los cuatro imperios que gobernarían sobre el pueblo de Dios: Babilonia, Medo-Persia, Grecia y Roma. Las cuatro plagas son a su vez las cuatro fases del desarrollo de la langosta desde su nacimiento hasta su edad adulta: oruga, saltón, revoltón y langosta, realmente el parecido con el desarrollo de los imperios es grande, sobre todo si lo comparamos a la estatua del sueño de Nabucodonosor que interpretaría el profeta Daniel.

Esta parábola sirve en la vida, y en la Iglesia. Los enemigos que conocemos y que controlamos, más o menos, creemos que son los únicos que nos pueden atacar. Pero cuando el hombre persiste en pecar, Dios levanta un enemigo que no conocemos. Del mismo modo esto sucede a las naciones en la historia. En el caso de Judá, lo que uno no arrasase, lo haría en siguiente si no se arrepentía Judá de su mal camino. La advertencia a Judá viene a través de estas plagas grandemente devastadoras que son una llamada al arrepentimiento de Judá. La invasión de un enemigo no mencionado, no conocido como tal, un nuevo enemigo que levanta el Señor para disciplinar a Su pueblo. El día del Señor, aquí toma connotación de juicio Final. Joel 2:2-11:

2Y dará su orden delante de su ejército; porque muy grande es su campamento; fuerte es el que ejecuta su orden; porque grande es el día de, y muy terrible;¿quién podrá soportarlo?.[7]

  

Dios es misericordioso

Dios es misericordioso, tardo para la ira y grande en misericordia, y por lo tanto llama al arrepentimiento de Su pueblo, a través de los profetas, Joel 2:12-19. Dios busca un verdadero arrepentimiento de corazón “rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos”, que aquellos a los que llama vuelvan a Él. En una antesala del poder mundial de los últimos días, el profeta promete bendición de parte de Dios en 2:20-32, lo cual se cumplió en la derrota de los invasores del norte; Senaquerib. Esta es así, la segunda parte del Día de Yahweh.

 

El Espíritu Santo sobre toda carne

El Espíritu Santo sobre toda carne es la tercera de las consecuencias del Día de Señor. Tras las plagas devastadoras que asolan Judá en la profecía, hemos recorrido la historia del libro hasta encontrarnos con el anuncio de la misericordia del Señor en las lluvias de bendición prometidas a los que se arrepienten. Los ejércitos enemigos son vencidos por la providencia de Dios. Estas lluvias son el anuncio de cómo reaccionaría el pueblo en la profecía, y simboliza el derramamiento futuro, como si se tratara de un “llevado viento”[8] que los llenaría del Espíritu de Dios, en Joel 2:28-32:

28Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. 29Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días. 30Y daré prodigios en el cielo y en la tierra, sangre, y fuego, y columnas de humo. 31El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día grande y espantoso de. 32Y todo aquel que invocare el nombre de  será salvo;, porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, como ha dicho, y entre el remanente al cual él habrá llamado.[9]

La lluvia que el Señor envía después de la sequía y de la plaga de las langostas se enlaza con la profecía del derramamiento del Espíritu Santo, lo cual se cumple en Pentecostés[10], en parte, lo cual es una promesa no solo para Judá, o para Israel al completo, sino una, que se cumple en la Iglesia, algo que no se prefiguraba en los tiempos del profeta, y que Judá no entendería. Además, la promesa del Espíritu Santo es hecha por Jesucristo a la Iglesia, cuando les informa que en pocos días serían bautizados con Él. La última parte que podemos preveer sería, bien en el milenio, bien en la eternidad cuando seremos llenos del Espíritu eternamente y para siempre. El Texto lo vemos en Hechos 2:14-21:

1Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. 2Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; 3y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 4Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen… …Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras. 15Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. 16Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

17Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; Vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños.[11]

El protagonista del evento del derramamiento del Espíritu Santo es Él mismo. Como dice Justo González[12], la historia que Lucas narra y que conocemos como los “Hechos de los Apóstoles” realmente son los Hechos del Espíritu Santo, por medio de los apóstoles, y así será en la Iglesia hasta el día del arrebatamiento.  

    

Las naciones juzgadas

Las naciones juzgadas, es la cuarta etapa, compuesta de dos partes, en la que vemos la consecuencia de la instauración del Día del Señor, como encontramos en Joel 3:9-12:

9Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra. 10Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy. 11Juntaos y venid, naciones todas de alrededor, y congregaos; haz venir allí, oh, a tus fuertes. 12Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor.[13]

El versículo catorce del capítulo tres nos habla del valle de la decisión, mientras en los demás versículos nos habla del valle de Josafat. Si entendemos que hablamos del mismo valle, éste versículo nos aclara lo que acontece en él, al llamarlo de la decisión. Encontramos la escena en otros profetas como Isaías 23:1-28; o en Ezequiel 26:1-28; en Amos 1:9-10; en Zacarías 9:1-4 y también en el Nuevo Testamento, en Mateo 11:21-22; en Lucas 10:13-14.

La decisión es la que hay que tomar ante el llamado del Evangelio. Las naciones, en este caso, al igual que cada individuo, tendrán en aquel Día el pago por su decisión de reunirse en el valle para guerrear contra Jerusalén, además de todo el trato impío con que trataron a Judá y a sus hijos, vendiéndolos y esparciéndolos, lo mismo que hacen impíamente las naciones y los individuos con aquellos que padecen necesidad. El Señor Jesucristo, en Mateo 25:31-46 deja claro el motivo por el cual se verá el fruto de los enemigos de Dios:

31Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, 32y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. 33Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. 34Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. 35Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí...[14]

Además de ver por los frutos de cada uno lo que hay en su corazón, el cual Dios pesa desde antes de la fundación del mundo, también se ve la maldad y falta de temor de Dios por parte de las naciones paganas, en que se llevaron la plata, el oro y las cosas preciosas de Yahweh y las llevaron a sus templos paganos. Por esto serán receptores de la ira de Dios[15], porque cercano está el día de Yahweh. El concepto ira de Dios, es una consecuencia de Su justicia. La Palabra nos recuerda que Dios es tardo para la ira, y grande en misericordia, lo cual refleja que cuando Su ira viene es porque el hombre no ha recibido las multiples oportunidades al arrepentimiento.

De nuevo todo aquello que es precioso para Dios, los pueblos paganos lo usan para su propio culto. Así, el hombre pecador, en su propia mente usa las cosas preciosas de su propia vida, que son para disfrutarlas en la bendición de Dios, y las usa para su propio culto, como pueden ser el matrimonio, los hijos, el trabajo, sus relaciones, incluso su relación y servicio en la iglesia local. Dios, sin embargo es galardonador de todos los que se arrepienten de su mal camino, y así como a Judá esta prometida la bendición, también lo está a todos los que creen y hacen la Palabra de Dios en Cristo.

 

Profecía de la bendición futura de Judá

Finalmente, la segunda de la última parte, de las cuatro partes del gran Día de Yahweh en el libro de Joel nos lleva a la bendición final del pueblo de Dios, en Joel 3:20-21:

20Pero Judá será habitada para siempre, y Jerusalén por generación y generación. 21Y limpiaré la sangre de los que no había limpiado; y  morará en Sión. [16]

 Archer[17] comenta sobre Joel 3:17-21, que este es el triunfo milenial para Jerusalén, en compañía de toda la familia de los redimidos. El final de Joel lo encontramos en Amós 1:2.

 

Conclusión

En resumen, Joel incluye: Prevenir el juicio a Judá, y a Israel usando las plagas, en especial la langosta: 1. Llamarles al arrepentimiento: 2:12-27. Mostrar el poder y la misericordia de Dios en el Día del Señor: 2. Enviar el Espíritu Santo sobre toda carne: 2:28-32, como antesala de la obra de Jesucristo en el día de Pentecostés: Hechos 2:17-21. La restauración futura de Judá por la gracia de Dios, con  habitando en Sión 3:16-21.

La lección doctrinal y su aplicación práctica que hemos ido viendo a lo largo del libro de Joel, llega a su conclusión. La vida del discípulo de Cristo, viva en la nación que viva, y forme parte de la familia a la que pertenezca, tendrá una característica final, y es que su expectativa será siempre el Día del Señor. Este Día, se verá reflejado en su vida anterior, en el llamado de Dios por las circunstancias vividas en preparación del alma, símbolo de la tierra que recibe las plagas, como por la experiencia en Cristo en su iglesia sabiendo que Dios habita en medio de Su pueblo.

El Documento Q[18], base de los evangelios sinópticos, muestra que el mensaje central que el pueblo de Israel recibe al inicio de la Iglesia judía, es que sigue la dependencia y la esperanza en el Mesías, el Hijo del Hombre y en Su regreso en la consumación de los tiempos. Sus características no cambian: Dios es justo; Dios castiga al pecador; Dios ama al pecador y le advierte con profecía; Dios llama al arrepentimiento; Dios defiende a su pueblo; Dios defiende a su Iglesia; Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos; Dios da Su Espíritu a los que Le aman; Dios cumplirá Su palabra y reinará para siempre.

 


 

BIBLIOGRAFÍA

Santa Biblia. Versión Reina-Valera 1960. Sociedades Bíblicas Unidas, 1993

Keil, Carl Frederich, y Franz Delitzsch. Comentario al Texto Hebreo del Antiguo Testamento. Viladecavalls, Barelona. Editorial Clie, 2008

Kistemaker, Simon J. Comentario al Nuevo Testamento. Hechos. Michigan. Desafío, 1990

Kirkpatrick, Alexander Francis. The Doctrine of the Prophets. Londres. McMillan, 1909

Biblia de Ferrara (Septuaginta traducida al español). Madrid. Fundación José Antonio Castro, 2004

Vila Ventura, Samuel. S. Escuain. Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado. Terrasa. Barcelona. Editorial Clie, 1985

Vidal, Cesar. El Documento Q. Barcelona. Editorial Planeta, 2005

Lacueva, Francisco. Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español. Viladecavals, Barcelona. Editorial Clie, 1984

González, Justo L. Historia del Cristianismo. Tomo I. Miami. EE.UU. Unilit, 1994

Logos Library System 2.0.f, Logos Research System Incorporation. 1997

MacDonald, William. Comentario Bíblico del Antiguo Testamento. Barcelona, España. Clie. 2004

Archer, Gleason L. Reseña Crítica de una Introducción al Antiguo Testamento. Michigan. EE.UU., Editorial Portavoz, 1981


[1]Logos Library System 2.0.f, Logos Research System Incorporation. 1997

[2]Biblia de Ferrara (Septuaginta traducida al español). Madrid. Fundación José Antonio Castro, 2004. Pág. 871

[3]Keil, Carl Frederich, y Franz Delitzsch. Comentario al Texto Hebreo del Antiguo Testamento. Viladecavalls, Barelona. Editorial Clie, 2008. Pág. 1042

 

[4]Kirkpatrick Alexander Francis. The Doctrine of the Prophets. Londres. McMillan, 1909, Cap. 3, pags. 57-71

[5]Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998

[6]MacDonald, William. Comentario Bíblico del Antiguo Testamento. Barcelona, España. Clie. 2004. Pág. 478

[7]Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998

[8] Lacueva, Francisco. Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español. Viladecavals, Barcelona. Editorial Clie, 1984. Pág. 486

[9]Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998

[10]Kistemaker, Simon J. Comentario al Nuevo Testamento. Hechos. Michigan. Desafío, 1990. Pág. 94

[11]Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

[12]González, Justo L. Historia del Cristianismo. Tomo I. Miami. EE.UU. Unilit. 1994. Pág. 22

[13]Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

[14]Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

[15]Vila Ventura, Samuel. S. Escuain. Nuevo Diccionario Bíblico Ilustrado. Terrasa.

Barcelona. Editorial Clie, 1985. Pág. 535

[16]Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

[17]Archer, Gleason L. Reseña Crítica de una Introducción al Antiguo Testamento. Michigan. EE.UU. Editorial Portavoz, 1981. Pág.  337

[18] Vidal, Cesar. El Documento Q. Barcelona. Editorial Planeta, 2005. Pág. 176

 

 

 

  • Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y llamárase su nombre: Admirable, Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz. Profecía de Isaías 9:6.


  • Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi. Palabras de Jesucristo. Evangelio de Juan 14:6.
  • Ud. quiere conocer a Dios, pero sabe que el camino no es por las religiones, ni por las sectas, ni por la sociedad. El mundo, sin Dios, ha fracasado. ...Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son... Juan 17:9. Oración de Jesús.


  • Si de verdad busca Ud. a Dios, comience hoy una nueva vida, de la verdadera mano de Dios. El Evangelio es el mensaje para todas las naciones, sin importar la raza, la procedencia ni la cultura. Dios es el Salvador de aquellas personas que le abren su corazón y se arrepienten de vivir sin El.


  • ...Así que hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano. 1Corintios 15:58.

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